América Latina: La legalidad como obstáculo

Juan Diego García
Argenpress
18/04/2007

Intentar reformar las sociedades latinoamericanas resulta imposible sin un cambio radical de las reglas de juego institucional. La constitución y las leyes han sido diseñadas a propósito para defender los privilegios de la minoría dominante y los intereses de los inversionistas extranjeros. La legalidad funciona entonces como una camisa de fuerza que impide reformar la propiedad, remodelar el sistema de toma de decisiones y recuperar la soberanía frente a las llamadas instituciones económicas internacionales como el FMI, el BM o la OMC que funcionan como autoridades supranacionales pero bajo el control de Estados Unidos. Los gobiernos reformistas ni siquiera pueden contar con un capitalismo de estado solvente que de margen de maniobra para cumplir las promesas que les han llevado al poder pues el modesto estado de antes es hoy un ente anoréxico e impotente sin apenas recursos y la nación está sometida a una hipoteca impagable que compromete a varias generaciones (la deuda externa).


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Resulta entonces apenas natural que reformadores como Chávez, Morales o Correa impulsen el cambio de la constitución como primer paso para emprender la construcción de una nueva institucionalidad mediante el instrumento más genuino de la democracia: el voto mayoritario de la ciudadanía. La reacción airada de las oligarquías locales pretende ocultar que tras sus voces catastrofistas tan solo se esconde el temor de ver perdidos sus privilegios. No ha faltado campaña de mentiras que no se utilice para deslegitimar el evento; no se han ahorrado trucos legales y presiones de todo tipo para impedir que la gente se manifieste. Pero dada la poca o ninguna legitimidad de estas democracias, todas y cada una de las maniobras han fracasado.

En Venezuela mayorías muy amplias acuerdan cambiar la norma básica y mayorías aplastantes aprueban la nueva Constitución Bolivariana. También en Bolivia la mayoría ciudadana aprobó la constituyente y ahora impulsa el nuevo texto que será sometido a la decisión popular. Y este fin de semana ha tocado el turno a Ecuador con respaldo mayoritario a la medida. El país tendrá un nuevo texto constitucional y todo indica que será apoyado por las mismas amplias mayorías.

No será la primera vez que las fuerzas reformistas lo han intentado en el continente. En algunos casos los reformistas han llegado al gobierno tras un triunfo electoral; en otro, los cambios han venido de la mano de procesos revolucionarios, pero siempre, indefectiblemente, la respuesta ha sido el golpe militar, la represión sangrienta y el baño de sangre. Tan solo Cuba pudo culminar un proceso revolucionario que ni las fuerzas de la oligarquía local ni el bloqueo de los Estados Unidos han logrado frustrar.

En las actuales condiciones la derecha se ha quedado sin argumentos. Se acabó la Guerra Fría, así que ya no es posible criminalizar a los reformadores llamándolos “comunistas” (aunque lo intentan) ni tampoco es posible endilgarles el epíteto de “terroristas” que es la fórmula actual para justificar las agresiones. Chávez, Correa y Morales son católicos convencidos y jamás militaron en partido comunista alguno; tampoco es comunista el movimiento social que les lleva al poder aunque si es clara su connotación de izquierda. Por otro lado, al menos en esta coyuntura no parece adecuado sacar de nuevo a los militares de sus cuarteles. La intentona de Venezuela fue un fiasco monumental que permitió limpiar las fuerzas armadas de golpistas y aventureros. Parece que tampoco les resultó en Bolivia, probablemente porque la derecha insta al separatismo de las provincias ricas despertando la reacción nacionalista entre las tropas. Hasta el momento al menos, no se percibe ruido de sables en Ecuador. Además, la decisión de no prolongar la presencia gringa en la base militar de Manta y las continuas violaciones del territorio (muertes incluidas) por parte de tropas colombianas son elementos de cohesión nacionalista que favorecen a Correa.

Los reformistas han aprovechado el enorme desgaste que provocan en el sistema las políticas neoliberales. En Venezuela los dos partidos tradicionales se encuentran en estado de postración cuando Chávez irrumpe al frente de un vigoroso movimiento popular y los vence en su propio terreno; y no una sino todas las veces que el pueblo ha sido llamado a las urnas. Morales gana igualmente en medio del desprestigio de los partidos, la miseria y la desesperanza de la población. Y, de nuevo, respetando las reglas del juego de la oligarquía. Correa repite el guión frente al caótico manejo político de quienes han gobernado Ecuador en las últimas décadas; por eso ni las maniobras ni los millones de bananeros y banqueros logran torcer el curso de los acontecimientos.

Solo en estas condiciones de profunda crisis y carencia absoluta de legitimidad del sistema se puede entender que las fuerzas de izquierda logren vencer en las urnas y accedan al gobierno. De la misma manera resulta comprensible que entonces no quede otro camino que acudir al pueblo para que ratifique con su voluntad el proceso de cambio que se inicia con una nueva Carta Magna.

Por supuesto para los reformistas los problemas apenas han comenzado. Sería ingenuo pensar que los usufructuarios del antiguo régimen se van a quedar con las manos cruzadas permitiendo que sus privilegios sean abolidos. No debe descartarse que llamen de nuevo a los “salvadores de la patria” para que restauren el orden perdido.

Hasta ahora los dirigentes reformistas han obrado con prudencia y tacto movilizando a la población de forma organizada y conciente pues constituye su mayor garantía; tanta como la actitud patriótica de las fuerzas armadas acatando mayoritariamente la voluntad ciudadana.

Aprovechan además que los gringos no pasan por su mejor momento. Por cierto, algunas mentes lúcidas del imperio aconsejan a Washington una política nueva que excluya la tradicional intervención grosera. Dadas las evidentes debilidades de la superpotencia sugieren que es más inteligente acabar la hostilidad hacia Cuba y entenderse con el nuevo nacionalismo latinoamericano. Por ahora son solo palabras, porque en de hecho todo sigue igual y en Miami continúan los exaltados de siempre conspirando contra estos procesos democráticos. La derecha cubana es la más vieja en el oficio; hay mucho Mas Canosa, mucho Posada Carriles, mucho terrorista influyendo decididamente en la política exterior gringa. Ahora se les agregan los venezolanos desafectos, los colombianos amigos de los “paras”, los ecuatorianos, bolivianos y demás indignados por la llegada de la “chusma” al gobierno. No soportan que un indio, un negro, un sambo, un mestizo, un ñapango o un blanco pobre ocupen una silla presidencial que asumen como propia, como heredad sagrada. Menos pueden aceptar que se les toquen sus latifundios, sus fábricas, sus comercios y sus bancos. (En este rosario de lamentaciones les acompañan las multinacionales, Washington y no pocos gobiernos y empresarios europeos).

Pero quienes siempre han predicado la democracia representativa como solución a los problemas de estos pueblos no tienen motivo de queja. El pueblo vota mayoritaria y claramente legitimando los cambios. O, ¿Acaso molesta porque la decisión popular afecta tantos intereses? ¿Acaso se levantan resquemores en los editoriales de la gran prensa porque solo es aceptable la democracia si triunfen los de siempre?.

El alboroto mediático en torno a los errores o posibles excesos que aparecen inevitablemente en los procesos sociales de cambio (esos retozos democráticos del pobrerío) es la hoja de parra que pretende ocultar la falta de argumentos. En realidad no tienen nada serio que objetar; les han vencido en su propio terreno y respiran por la herida; olvidan con frecuencia la propia violencia y los ríos de sangre y sufrimiento que han padecido los pueblos durante siglos bajo su dominación.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es sensato también ver el otro lado de la moneda:
http://www.youtube.com/watch?v=HwVTz8E2xA8

http://www.elcato.org/audio/by/title/en_venezuela_avanza_el_socialismo_del_siglo_xxi
http://www.elcato.org/node/2077

El General Luis Felipe Acosta Carlés, demuestra sus modales ante los medios de comunicación venezolanos.
Actualmente es Gobernador del Estado Carabobo.
http://www.youtube.com/watch?v=px04jhigE-0
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5957646.asp
http://www.firmaspress.com/238.htm

Una batalla diaria en contra de la subjetividad...