Nace «¡A tomar por culo!», un movimiento italiano para echar a los políticos

CONTRA LA POLITICA
Promovido por el cómico Beppe Grillo, ha levantado ampollas entre la clase política.

La Voz de Galicia
Colpisa Íñigo Domínguez 14/09/07

En Italia no se habla de otra cosa y los políticos están bastante preocupados, casi asustados. No es para menos, porque el más fulgurante fenómeno político de los últimos años es un movimiento que se llama, directamente, «¡A tomar por culo!». Los políticos, se entiende. Pero todos, sin excepción. Izquierda, derecha, centro. Borrón y cuenta nueva. El volcánico cómico genovés Beppe Grillo, que lleva años canalizando el hartazgo del italiano corriente ante un país que es un desastre, cristalizó el sábado la desesperación nacional en una convocatoria bautizada 'Vaffanculo day' ('El día de a tomar por culo'). Es decir, el día para gritar por fin a los políticos que se vayan todos a la porra. Resultado: recogió 300.000 firmas en 200 ciudades en una mañana.

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Grillo, una especie de Michael Moore italiano, pedía 50.000 firmas para presentar una propuesta de ley con tres medidas: impedir que se presenten a las elecciones políticos con condenas (ahora son el 10%, pero esto en Italia es normal), prohibir que hagan más de dos legislaturas (contra la política como forma de vida) y establecer la elección directa de diputados, sin listas cerradas. Sólo con los dos primeros requisitos, el Congreso pasaría de 630 a 181 diputados.

Sorpresa en los sondeos

Pero lo que sacudió los cimientos de la política es la marea humana movilizada y el cabreo que emana. Según dos encuestas, entre un 23% y un 34% de los italianos querrían a Grillo de primer ministro. Lo más llamativo es que ha crecido fuera de la televisión. Grillo y su 'vaffanculo!' emergen de Internet, otro factor novedoso, y tiene mucho gancho entre los jóvenes.

El fenómeno ha pillado a los partidos descolocados, porque Grillo no se casa con nadie. «¡Yo no quiero hacer un partido, quiero destruirlos, son el cáncer de la democracia, tenemos que volver a apropiarnos de la política!», clamó el sábado en Bolonia, centro de la protesta, en una de sus diatribas. Este 'showman' barbudo y verborreico, vetado en televisión desde que atacó a Craxi en 1987, lleva años recorriendo Italia con sus espectáculos de denuncia. Tiene bastante gracia y siempre llena, aunque su número es simple: sale y despotrica dos horas entre las butacas. Gobierno, oposición, Vaticano, tribunales, teléfonos... no deja títere con cabeza. La gente acude en masa, de forma catártica. Hay puntos de demagogia, pero lo peor es que casi todo lo que dice es verdad. Su alcance se disparó con su 'blog' de batallas civiles, www.beppegrillo.it, que es uno de los diez más visitados del mundo.

La reacción política ha sido dispersa y la prensa bulle de análisis para intentar comprender. Algunos verdes y comunistas defienden a Grillo, al igual que varios ministros, pero otros de su bando le acusan de hacer «antipolítica». En la derecha cunde la misma confusión. Mientras AN y la Liga Norte creen que no debe infravalorarse, los democristianos lo liquidan como «vergonzoso».

Prodi y Berlusconi callan. Tras el revuelo que creó 'La casta', asombroso libro sobre los privilegios de los políticos, es otro síntoma de que la República italiana se desfonda por falta de credibilidad. «El sentimiento antipolítico está degenerando en una deslegitimación general de la política que es muy grave», ha admitido Piero Fassino, líder del DS, primer partido del Gobierno.

Italia siempre ha sido un país peculiar y el Estado que surgió de la posguerra tenía vicios crónicos que estallaron en 1992 en la operación 'Manos Limpias' contra la corrupción. Cayó toda la clase dirigente y pareció el inicio de la soñada regeneración, pero el vacío fue ocupado por un fenómeno llamado Silvio Berlusconi, con los resultados conocidos. Pasados 17 años ahí siguen los mismos y no se ve futuro. Y en esto irrumpe Beppe Grillo: «¡La gente que habla de nuestro futuro tiene 70 años!», gritaba el sábado. Y cosas así son verdades como puños para una clase política que mira para otro lado.

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