Premio a la práctica política y militar israelí: el odio, el racismo y la intolerancia

Miguel Ángel Llana para Rebelión
Telesur
14/09/97

El Jurado que ha otorgado el premio Príncipe de Asturias de la Concordia al Museo del Holocausto de Jerusalén, no ha podido escoger ni peor circunstancia ni peor momento y, para mayor ironía, para promover la "superación del odio, el racismo y la intolerancia".

El homenaje va a las víctimas del holocausto nazi, pero los homenajeados ahora con este premio nada tienen que ver con aquellos y mucho o todo con los sionistas que están actuando, ni más ni menos, como lo hicieron los nazis con los judíos y, también, siempre se olvida, con otros muchos millones de personas de otras etnias, culturas y pueblos no menos inocentes, no menos víctimas y no menos mártires.

...Siga leyendo esta noticia, haciendo click en el título...

El Museo del Holocausto lo alza y lo promueve un Estado que no ha firmado ningún tratado internacional relativo a los derechos humanos, que ni acepta ni cumple ni una sola de las Resoluciones de Naciones Unidas, ni una sola de las recomendaciones, cartas o cualquier otro documento, que no reconoce a los tribunales internacionales y en definitiva, por un Estado, Israel, que se levanta sobre el intento de exterminio de un pueblo y una tierra, de Palestina.

Este Estado sionista ahora premiado, directa e indirectamente o ambas cosas a la vez, mantiene segregados y marginados al 20 o 25% de su propia población y se asienta en unos territorios arrebatados por la fuerza de las armas. Hostiga y asesina cada día en los Territorios ocupados de Gaza y de Cisjordania en los que mantiene cientos de puestos de control para más asedio, si cabe, de la población ocupada, cautiva, que no puede ni entrar ni salir de su propia tierra, en la que, a pesar de las condenas internacionales, Israel continua con la construcción de El Muro.

No reconoce a los cinco millones de palestinos refugiados y por supuesto tampoco reconoce ningún tipo de indemnización.

Este Estado, Israel, hace un año descargó todo su arsenal de bombas sobre Líbano y su población civil, destruyendo toda su infraestructura y sólo se detuvo cuando se agotaron sus bombas. Ocupa militarmente los Altos del Golán en Siria y las Granjas de Shaaba en Líbano. Está ocasionando en este momento, ahora, una tragedia humanitaria sobre los 1,4 millones de palestinos prisioneros en Gaza. Tiene prisioneros a casi la mitad de los diputados del parlamento palestino salido de las elecciones de enero de 2006 y también a la mitad del Gobierno Palestino, junto con 11.000 palestinos sin ningún tipo de garantías.

El Monumento al Holocausto se levanta sobre otro Holocausto en Jerusalén. El Monumento se levanta en una ciudad ocupada militarmente por el ejército israelí, en un país también ocupado. No puede haber paz y, desde luego, no se puede pedir paz al ocupado, al prisionero, cuando todos los palestinos están prisioneros.

Un premio para la "superación del odio, el racismo y la intolerancia", no, no es así, la Paz, en Jerusalén, curiosamente se encuentra en el gesto sereno de los palestinos que son los ocupados y no en los desquiciados escuadrones militares que patrullan desproporcionadamente armados y equipados en mitad de las calles y en mitad de la población palestina que intenta sobrevivir como mejor puede y con más calma. La Paz tampoco se encuentra en la Jerusalén Oeste, solo para israelíes, que también está ocupada militarmente por ellos mismos, también desquiciados, con el mismo nivel de agresividad.

El Premio legaliza la ocupación, legaliza la mayor de las irregularidades y de los atropellos: el genocidio, el crimen de guerra y el apartheid sobrevuelan Palestina, la Fundación y el Premio se hacen cómplices de esta situación, forman parte de ella; vendrán a recoger el premio, comerán y se sentarán en la misma mesa, todos son los mismos. El Premio al odio, el racismo y la intolerancia.

0 comentarios: