De nuevo a la palestra torturas en base yanqui en Guantánamo

Cubadebate
21/10/2007

Guantánamo, 19 oct (AIN) Las torturas infligidas a los prisioneros en la ilegítima base naval de EE.UU. en la bahía de Guantánamo, son develadas en el documental 'Gitmo: las nuevas reglas de la guerra', trasmitido hoy en la Mesa Redonda Informativa de la televisión y la radio cubanas.

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En la presentación del material fílmico uno de sus realizadores, el sueco Erik Gandini, comentó sobre la existencia de un gran movimiento crítico mundial en contra de la cárcel mantenida por el Gobierno norteamericano en el enclave militar yanqui.

La cinta es una denuncia a lo que allí sucede, reiteró el coautor del documental, también dirigido por el cineasta y periodista Tarik Saleh, resultado de tres años de investigación sobre esa prisión, la supuesta lucha contra el terrorismo que lleva a cabo Estados Unidos.

Gitmo...desnuda cómo en ese lugar se rebasan los límites legales y se legitimiza la violencia indiscriminada.

La indagación de estos realizadores, los conduce a la Europa del Este, a Washington y a Abu Ghraib, prisión unida a Guantánamo por Geoffrey D.Miller, figura clave en el ejercicio de las políticas criminales planificadas desde Washington.

Gandini y Saleh lograron aproximarse a la colosal prisión donde oficiales norteamericanos gozan de comodidades, al lado del infierno que viven los prisioneros, marginados de status jurídico, sin protección alguna.

De forma inocultable, esos reclusos son utilizados como conejillos de laboratorio para experimentar con ellos toda clase de torturas y vejaciones, tratamientos prohibidos por las Convenciones de conflictos armados o de guerras internas.

Parte importante del reportaje lo ocupa la entrevista con la única víctima de Suecia, Mehdi Ghezali, aunque no logran que pueda revelar casi nada de la pesadilla que sufriera en Guantánamo, donde vivió sumergido en un silencio profundo del que no termina de salir.

La imposibilidad de recoger imágenes del interior del presidio, por decisión de los militares, quienes tratan de aparentar que allí no pasa nada, resulta más estremecedor que las pocas fotografías que han podido ver la luz en los medios.

Se revela en el filme la hipocresía y falsedad con que el Presidente norteamericano George W. Bush y los militares salen al paso de las acusaciones, alegando que los reos son tratados según la Convención de Ginebra para los prisioneros de guerra y con 'toda transparencia'.

En contraste con esas afirmaciones en el documental se exponen imágenes y entrevistas a algunos funcionarios-carceleros del Ejército estadounidense quienes responden con evasivas, bajo la mirada de algún superior, ante las preguntas de los reporteros.

Las revelaciones de la coronel Janis Karpinski (a cargo de Abu Ghraib hasta que se conoció el escándalo) en la película, resultan aún más impactantes cuando describen el perfil de su sustituto, Geoffrey D.

Miller, un elemento de línea más dura.

La cárcel retiene desde 2002 a centenares de hombres bajo sospechas de tener vínculos con la red terrorista al-Qaeda o con la milicia integrista Talibán; pero ninguno ha sido llevado a juicio para verificar las acusaciones.

De ellas, solo una decena fueron acusadas mientras el resto permanece allí bajo torturas, sin siquiera poder acceder a un proceso legal que verifique los cargos imputados.

La conclusión más contundente que se deriva de 'Gitmo: las nuevas reglas de la guerra', es que estas son establecidas al arbitrio de las autoridades de ese antro de torturas, donde los vejámenes han escrito una página bochornosa en la historia del sistema judicial norteamericano.

Por eso el documental ironiza con una de las declaraciones de l as autoridades del penal: 'cada uno de los detenidos aquí es tratado humanitariamente'.

Dejad toda esperanza. Esas palabras escritas por Dante en las puertas del infierno, en su obra la Divina Comedia, bien podrían encabezar esos campos de concentración, incluso el número 4, 'que se abrió en marzo -según uno de los custodios- para los detenidos que están cooperando'.

Tal vez sean las voces de ellos, aquellas que se escuchan por la noche, cuando el silencio ha cesado y los detenidos tienen la oportunidad de ejercer uno de los pocos 'privilegios' que le concede Roma: 'conversar entre ellos y rezar'.

Lo cierto es que aunque el documental de 58 minutos constituye una denuncia de esas irregularidades, es incapaz, a pesar de la intención de sus realizadores, de responder la pregunta formulada en las tomas finales: ¿Qué sucederá con los prisioneros aún presos en Guantánamo?

Eso solo lo saben el Emperador y sus acólitos, y no estuvieron dispuestos a autorizar que se les informara a los realizadores suecos que entraron al territorio ilegalmente ocupado en la bahía de Guantánamo, en busca de la inexplicable detención de un compatriota de ambos.

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