Declaraciones de un médico iraquí: “Vivimos otro Hiroshima”


Sherwood Ross, Uruknet - Traducido por Paloma Valverde, Rebelión (28-11-2007)

Ya que una serie de lectores de artículos de opinión atacaron las credenciales de las autoridades [en radioactividad] Leuren Moret y Doug Rokke mencionadas en mi anterior artículo sobre munición radioactiva, he aquí unas cuantas autoridades en la materia que apoyan su punto de vista respecto a que Estados Unidos [EEUU], Reino Unido e Israel están convirtiendo Oriente Próximo en un pedazo de infierno radioactivo.
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Para los escépticos, hay toneladas de información en internet proveniente de fuentes tales como la Comisión internacional de la energía atómica cuyo informe de 1999 lo remite a los oncólogos miembros de la Real Sociedad Británica de Médicos, a los médicos del Hospital de Virginia de medicina nuclear a los responsables del hospital maternal y de pediatría de Basora y a Scott Peterson de [la organización] Christian Science Monitor. En agosto de 2003, Peterson utilizó el medidor Geiger y demostró que los niveles de radiación estaban entre 1.000 y 1.900 veces por encima de lo normal en las zonas cercanas a Bagdad donde habían explosionado bombas y munición de racimo. Parece que una bomba de racimo estándar contiene más de una tonelada de uranio empobrecido.

Para un estudio más detallado sobre la guerra radioactiva léase el informe "DU And The Liberation of Iraq” realizado por Christian Scherrer, investigador del Instituto por la Paz de Hirosima, y publicado en Znet el 13 de abril de 2003. En él, Scherrer afirma: “[…] De acuerdo con el informe de la 48ª reunión del comité de Naciones Unidas [NNUU] sobre los efectos de la radiación atómica [producida] el 20 de abril de 1999, hay que señalar un rápido aumento de la tasa de mortalidad causada por el uranio empobrecido entre 1991 y 1997, el documento de la Comisión internacional de la energía atómica predice la muerte de medio millón de iraquíes”, y señala que “se han utilizado entre 700 y 800 toneladas de uranio empobrecido en el bombardeo de zonas militares del sur de Iraq. Tal cantidad tiene un efecto radioactivo suficiente para provocar enfermedades que pueden tener como resultado la muerte de 500.000 personas”.

Scherrer continúa: “[…] En 1991, la munición de uranio empobrecido se utilizó fundamentalmente contra los tanques iraquíes en el desierto cercano a Basora, mientras que en la actualidad el uranio empobrecido se utiliza en todo Iraq, incluso en las zonas densamente pobladas, lo que incluye el centro de Bagdad, Mosul, Tikrit y otras ciudades”. Añade que basándose en los cálculos de la Comisión internacional de la energía atómica y en su investigación previa, “[…] la tasa de mortalidad podría superar el millón de muertos en los próximos años y aún más en el futuro”.

Scherrer señala, a propósito, que la Comisión de Derechos Humanos de NNUU ya en 1996 declaró el uranio empobrecido arma de destrucción masiva y culpables de crímenes contra la humanidad a aquellos que lo utilizaran. Entre quienes lo han utilizado están: el presidente Busch (padre), el presidente Bill Clinton (que bombardeó los Balcanes) y el actual ocupante de la Casa Blanca (Bush hijo).

[…] El Dr. Jawad al-Ali, oncólogo del hospital de Basora, y el catedrático Husam al-Jarmokly de la Universidad de Bagdad afirman que “[…] desde 1991 se ha producido un rápido incremento de la tasa de mortalidad en Iraq debido al cáncer y a la leucemia provocados por la guerra radiológica estadounidense”, escribe Scherrer, que se basa en su conferencia pronunciada el 1 de diciembre de 2002 en el monumento conmemorativo de la paz en Hiroshima.

Al-Ali, que además es miembro de la Real Sociedad Británica de Médicos, fue citado el 5 de febrero de 2001 en CounterPunch: “[…] El desierto lleva el polvo de la muerte. Nuestro estudio indica que más del 40% de la población alrededor de Basora sufrirá cáncer. Vivimos otro Hiroshima”. Basora es una ciudad de 1,7 millones de habitantes. Esto significa que 680.000 personas estarán afectadas de cáncer.

Además, el mismo artículo informa que desde 1990 la tasa de leucemia en Iraq ha aumentado a más del 600% y de forma similar “[…] la tasa de leucemia en Sarajevo, provocada por las bombas estadounidenses de 1996, se ha triplicado en los últimos cinco años” y “[…] miembros de la OTAN y personal de ayuda humana de NNUU en la región también están siendo víctimas del cáncer”.

El Dr. Zenad Mohammed, que trabaja en la maternidad del Hospital Técnico de Basora, declaró que en los tres meses siguientes a agosto de 1998 nacieron 10 bebés sin cabeza, ocho con cabezas anormalmente grandes y seis con extremidades deformadas, según recoge el 8 de septiembre de 1999 la página de World Socialist Web Site. El periódico británico The Guardian se hizo eco del informe de la maternidad de Basora en el que se afirmaba que los casos de cáncer se habían disparado de 80 en 1990 a 380 en 1997. Phil Gardner cita al Dr. Basma al-Asam, ginecólogo en el Hospital Manoon de Bagdad, cuando declara: “[…] hace siete años que soy testigo de esto y va en aumento. No sólo vemos a niños que nacen con malformaciones congénitas, sino abortos espontáneos muy tardíos debido a las malformaciones. Antes podíamos ver quizás un caso al mes. Ahora son dos o tres casos al día”. Dos o tres casos al día equivalen a 1.000 casos al año en un solo hospital.

El coronel Asaf Durakovic, médico estadounidense, ex director del departamento de medicina nuclear del Hospital de Wilmington (Delaware), afirma que ha hallado isótopos de uranio en el cuerpo de los veteranos de la guerra del Golfo. El 29 de enero de 2001, el The New York Times informó de que el Dr. Durakovic había hallado “[…] uranio empobrecido, incluido uranio 236, en el 62% de los veteranos enfermos de la guerra del Golfo que había examinado.

[...] El Dr. Durakovic cree que las partículas alojadas en sus cuerpos

pueden ser la causa de la enfermedad y señala que una vez inhalado, "[…] el uranio puede pasar a la circulación sanguínea y de ahí a los huesos, los ganglios linfáticos, los pulmones o el hígado, donde se aloja y produce daños debido a que emite una radiación de baja intensidad durante un tiempo prolongado", informaba The Times. El artículo del Times también llamaba la atención sobre la muerte por cáncer de 24 soldados europeos que habían prestado servicio en misión de paz en los Balkanes y “[…] las enfermedades declaradas por muchos otros”.

Según Roberto Gwiazda —investigador estadounidense del Departamento de toxicología medio ambiental de la Universidad de Santa Cruz en California— y el primero en examinar a los veteranos de la guerra del Golfo, vio que tenían heridas por metralla radioactiva. El diario universitario "City On A Hill Press" [1] le cita al afirmar: “[…] De los que tenían heridas por metralla radioactiva, todos presentaban importantes niveles de uranio en orina entre siete y nueve años después de la explosión. De aquellos que sólo inhalaron uranio un número estadísticamente significativo también presentaba altos índices de uranio”.

Tom Cassidy, veterano estadounidense de la 1ª División de caballería que estuvo en Iraq de 2003 a 2005, afirma al periódico UCSC: “[…] Después de la primera guerra del Golfo el nivel de radiación estaba 300 veces por encima de lo que se considera normal. En esta invasión hemos utilizado incluso más munición de uranio empobrecido. Los efectos son espantosos”. Dennis Kyne, de la 18ª división aerotransportada del Ejército y veterano de la Operación Tormenta del Desierto y que padece una “enfermedad no diagnosticada”, afirma: “[…] los científicos lo denominan disfunción celular y no saben por qué les ocurre a los veteranos pero en realidad es un enfermedad producida por la radiación y porque el uranio empobrecido está por todas partes”.

Nota de la Traductora:
1. Véase John Williams “Uranium and the War, City on a Hill Press, (http://cityonahillpress.com/article.php?id=474).

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