Cuando regresemos a Palestina

Salim Nazzal
Palestine Think Tank
Traducido por Nadia Hasan y revisado por Caty R.
17/05/08

Mientras que todos los palestinos, como nación, conmemoramos el día de la Naqba, cada palestino tiene su propia historia acerca de aquel día. Entre los palestinos de Líbano, en los sesenta, la tradición era izar banderas negras para conmemorar el 15 de mayo y las personas se quedaban en casa para contarles a las nuevas generaciones lo que les ocurrió, un día como ése, en 1948.

El 14 de mayo, los profesores solían dedicar las dos últimas horas de la clase para contarles a los estudiantes los acontecimientos de aquella época y cómo los vivieron. Los estudiantes de entonces escuchamos muchas historias de cómo las organizaciones terroristas sionistas atacaron las aldeas y los obligaron a irse a pie hasta la frontera libanesa. Los profesores nos contaban historias de la resistencia que los aldeanos –con sus limitados recursos– mostraron frente a las organizaciones sionistas invasoras; y nos contaban también las tragedias que ocurrieron en numerosos lugares de Palestina.

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Hubo un profesor en particular cuyo relato fue especialmente gráfico. Fue, quizás, el único profesor que no sólo nos habló de la brutalidad de las organizaciones sionistas, sino que también criticó nuestras formas de resistencia al proyecto sionista. Fue más lejos y analizó los patrones culturales y sociales presentes en la cultura palestina en su esfuerzo por comprender qué nos pasó para que perdiéramos nuestra patria. Aunque no resultó fácil entender lo que nos decía, fue el primer profesor que nos dijo que no nos conformáramos con la actual corriente cultural que culpa sólo a los regímenes árabes por no haber conseguido mantener Palestina.

Sin embargo, a él le escuché por primera vez las palabras: «aunque estemos fuera de Palestina, Palestina no está fuera de nosotros», palabras que he repetido muchas veces en mi vida.

Sólo en una ocasión la conmemoración de este día fue totalmente diferente a las anteriores. Una mañana nuestro director, junto a un oficial del ejército libanés, nos dijo que nos llevaría a ver Palestina. La escuela estaba totalmente electrificada por esta noticia. Los estudiantes más jóvenes acudieron a los mayores para escuchar de sus labios los detalles de este excitante paseo. Nuestra expectación aumentó cuando vimos que el transporte del ejército libanés había llegado para trasladarnos a la zona fronteriza.

Mientras nos acercábamos a la frontera nos embargó un sentimiento que nunca habíamos experimentado, ya que todos habíamos nacido fuera de Palestina. Cuando llegamos al último puesto de control de la frontera nos informaron de que podríamos avanzar unos metros dentro de Palestina. Fue la primera vez que caminé sobre la tierra de Palestina, en la zona de Galilea, de la que me habían hablado en innumerables ocasiones. Sólo a unos pocos kilómetros de allí se encuentra la aldea de Bassa y un poco más allá las aldeas y ciudades de la Galilea, Nazaret, Tiberias y Safad.

La mayoría de los niños comenzamos a llorar y uno de los profesores que intentaba calmarnos también estaba llorando. Luego los estudiantes comenzaron a recoger tierra palestina para llevársela a sus familias.

Varios años después oí por primera vez la idea de una marcha pacífica hacia Palestina. La idea la propuso un conocido mío. Muchos no la tomaron en serio esta idea y le restaron importancia. Sin embargo todavía recuerdo su entusiasmo cuando dijo que podríamos marchar hacia nuestro hogar –hombres, mujeres y niños– y si los israelíes nos disparaban y asesinaban seguiríamos caminando a nuestras aldeas. Hoy algunos políticos palestinos han propuesto esta idea. Los medios de comunicación israelíes usaron el término «invasión» para asociar esta actuación con violencia. Pero el hecho es que cuando los palestinos marchan hacia sus aldeas no están invadiendo, por la simple razón de que nadie puede invadir su país de origen.

Es más, la marcha pacífica hacia Palestina lleva consigo el emblema de paz y coexistencia entre palestinos e israelíes y debe abrir los ojos israelíes a nuevos horizontes para la paz y la coexistencia en Palestina. Pienso que esta idea es genial y merece estudiarse profundamente, no sólo como parte del día de la conmemoración de la Naqba, sino también como parte de la estrategia palestina para restaurar los derechos de nuestro pueblo. Permitiría a los palestinos una implantación pacífica de la resolución 149 de las Naciones Unidas; ayudaría a volver a definir el conflicto en su dimensión histórica, como un conflicto entre los nativos palestinos y los colonos procedentes del este de Europa.

Hace pocos días oí que 100.000 palestinos de Líbano marcharán el 15 de mayo hacia la zona fronteriza con Palestina; recuerdo el momento en el que nosotros volvimos y nos adentramos unos pocos metros en Palestina; fue un momento grandioso que nos inculcó la esperanza de que algún día la campana del retorno repicará en Palestina.


El Dr. Salim Nazzal es un historiador palestino-noruego especializado en Medio Oriente que nació y se crió en Líbano. Ha escrito extensamente sobre temas sociales y políticos de la región. Puede ser contactado en: snazzal5@gmail.com

Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.

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