El límite de la tortura

Manuel E Yepe
Cuba Debate
20/06/08

La industria del entretenimiento -uno de los escenarios donde con mayor efectividad se desempeñan las fuerzas que han dominado y ejercido el máximo poder real estadounidense en los años recientes de hegemonía neoconservadora- ha admitido la tortura como uno de sus recursos de moda.

La violencia en general, ha sido siempre un atractivo efectivo para hacer llegar los mensajes, y el recurso que logra un efecto más contundente en los sentimientos del ciudadano medio.

En la vida real, neoconservadores o liberales, demócratas o republicanos, la han explotado siempre para sus fines, así en política interna como exterior.

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Pero la exacerbación de la violencia a niveles como los que derivan de las "leyes patrióticas", en lo interno, y la "guerra contra el terrorismo" como pivote de la política internacional, han llegado a tan alucinantes extremos que ya se debate si la práctica de la tortura es un recurso legítimo de gobierno y dominación.

A mediados de junio, tuvo lugar una audiencia en el Senado de Estados Unidos para debatir acerca del límite que habría que fijar entre los métodos eficientes para los interrogatorios y las torturas en las técnicas autorizadas por el Pentágono para su aplicación en el centro de reclusión de sospechosos que funciona en la base naval de Guantánamo y en las prisiones estadounidenses de Irak.

Los legisladores que integran el Comité de Fuerzas Armadas del Senado, que fue el que llevó a cabo la investigación, determinó en una de sus conclusiones que las técnicas basadas en suplicios se concibieron y diseñaron en el Pentágono para su aplicación en el Centro de Guantánamo.

El senador demócrata Carl Levin, presidente del Comité declaró que conocía que "la política sobre interrogatorios aprobada en noviembre de 2002 por el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, fue uno de los factores que propiciaron que ocurriera lo que vimos en Abu Ghraib", en referencia a las fotos aparecidas a finales de abril de 2004 cuando salieron a relucir los abusos que cometían los soldados estadounidenses en esa prisión iraquí.

El senador Levin reconoció que se trató de hacer creer que los crueles abusos cometidos en esa cárcel iraquí "eran obra de algunas manzanas podridas que actuaban por su cuenta, pero ahora se sabe la verdad".

En la audiencia, Levin reveló que estos crueles métodos fueron ideados partiendo de un programa de entrenamiento para fuerzas especiales que les capacitaría para soportar torturas cuando fueran capturados en países que no respetaran la Convención de Ginebra. "Funcionarios del gobierno estadounidense idearon estas técnicas inhumanas, las manipularon a su antojo para darles una apariencia legal y, luego, autorizaron su ejecución", aseguró.

Dijo así mismo que pudo saber que algunos abogados militares habían objetado fuertemente tales métodos de interrogación antes de que fueran autorizados por el Pentágono.

El ex consejero general del Pentágono, William Haynes, quien renunció a su puesto en febrero pasado, fue llamado a testificar porque antes había asegurado que fueron los militares en Guantánamo los que habían pedido técnicas más estrictas para poder interrogar a los prisioneros que no querían colaborar.

Pero en los documentos que se mostraron en la audiencia quedó en claro que fue antes, en las oficinas de Rumsfeld, que se comenzó a planear un manual.

Estas técnicas, cuyo uso ha sido defendido por algunos funcionarios del Pentágono como necesarias para obtener información de los detenidos, incluyen el llamado tormento de toca, la inmovilización por largo tiempo en la misma posición, la privación de luz y de sonido, mantener a los detenidos desnudos, y amedrentarlos con perros.

"Cuando estaban analizando la legalidad de estos métodos, como abogados, ¿no se les ocurrió pensar que una palabra puede hacer toda una diferencia? ¿Cómo permitir que a los detenidos se les quite la ropa y se usen perros?", expresó con molestia durante la audiencia la senadora demócrata Claire McCaskill.

Ante este tipo de lenguaje, la legisladora opinó que no se tomaron las precauciones necesarias para evitar los abusos que luego se vieron en Abu Ghraib.

La investigación en el Congreso de Washington de la que forma parte esta audiencia, debe concluir a fines de año, con posterioridad a la elección presidencial. Esto garantiza que no habrá en Estados Unidos cambio alguno en lo que respecta al empleo de torturas –si lo fuera a haber- hasta que la Casa Blanca tenga un nuevo inquilino.

La guerra contra el terror es escenario propicio para prácticas tan deshumanizantes como la tortura de prisioneros, pero hay que saber que Estados Unidos ha utilizado, extendido y entrenado personal para su uso por todo el mundo desde hace muchos años. Las dictaduras latinoamericanas impuesta y amamantadas por Washington desde los años 50, y el Plan Cóndor entre los 60 y 70, dan fe histórica de ello.

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