A un siglo de Tunguska: nada devela el misterio

Yeiny Galban Hernández
5septiembre.cu
28/06/08

"Yo tenía siete u ocho años en ese momento y lo vi con mi padre, en una pequeña villa cerca de las vías del tren y nunca olvidaré que parecía como una larga chimenea con una cola de fuego. Recuerdo que le dije a todos lo que había visto: de repente bajó pero luego se inclinó un poco y después estuve segura de que había cambiado de posición. Desapareció detrás de un cordón montañoso, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, me pareció que el mundo se iba a terminar, hubo una luz que llenó todo el cielo, me cubrí los ojos y pude ver los huesos de mis manos".

Es este el relato de Svetlana Polonov, uno de los últimos testigos de la misteriosa explosión del meteorito del Tunguska. Este suceso, que todavía la ciencia no ha podido explicar, tuvo lugar en una zona deshabitada en el centro de Siberia, cerca del río Tunguska, afluente del Yenisei, en el amanecer del 30 de junio de 1908.

Comentario SDLT: Los científicos Victor Clube y Bill Napier han estudiado estos fenómenos. Ver nuestra sección de cometas y catástrofes, en particular "Tunguska, los Cuernos de la Luna y la Evolución" para más información.

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Una horrísona explosión estremeció el lugar. El estampido se escuchó a más de 700 Km de distancia. La onda de choque creada por el cuerpo meteórico se precipitó verticalmente, destrozando los cristales de las ventanas y las ramas de los árboles existentes en el área situada bajo el foco de la supuesta explosión. Plantas del tamaño de postes telefónicos, parecían arrancadas como con una pinza en un patrón radical, todos apuntando hacia un mismo centro como los rayos de la rueda de una bicicleta.

La densa columna de gases y polvo ascendió en la atmósfera hasta alcanzar una altitud estimada en 20 km. Aparte de eso no se descubrió ningún cráter y no había rastros de poder encontrar algún enorme meteorito en las inmediaciones. Había, sin embargo, muchos fragmentos metálicos pequeños, incrustados en los árboles caídos, los cuales fueron recolectados para su análisis.

Según expertos, la explosión que sacudió la fría estepa rusa fue de una potencia similar a la de unas mil bombas nucleares del tamaño de la lanzada por los estadounidenses en Hiroshima. Sin embargo, por extraño que parezca, las investigaciones comenzaron en esa locación 19 años después y no se encontró cráter de ninguna especie, ni evidencia decisiva que pudiera ayudar a los científicos a determinar qué creó aquella masiva explosión. Luego de más de noventa años de investigación en el lugar del choque por miles de científicos rusos y de otros países, aún no hay un consenso entre estos para identificar el objeto que lo originó.

HIPOTESIS Y TEORIAS

La explicación del acontecimiento siberiano del año 1908 mediante un choque entre un cometa y la Tierra resulta hoy, para la mayoría de los investigadores, la más plausible: dicha colisión puede explicar el fenómeno sin necesidad de recurrir a hipótesis más extrañas y fantásticas.

Contra la teoría del cometa se ha afirmado que un astro de este tipo difícilmente habría pasado inobservado por los astrónomos en los días, o mejor dicho, en las noches anteriores al choque; pero de la trayectoria de caída parece deducirse que el cometa procedía de una dirección muy próxima a la del Sol, por lo tanto sería difícil de ver antes de la colisión. Sobre todo si este cometa, como algunos sostienen, había agotado la reserva de sustancias fácilmente volátiles, reduciéndose a un agregado inerte, sin cabellera ni cola, elementos que hacen vistosos a estos astros, presentándose, por tanto, como un minúsculo asteroide.

Entre todas las teorías que han pretendido explicar la explosión de Tunguska, la más discutida fue la planteada en 1946 por Alexander Kazantsev, escritor soviético de ciencia-ficción; quien sugirió que la explosión sobre Siberia había sido causada por el incendio de una astronave movida por energía nuclear, tal vez procedente de Marte.
Kasantsev especulaba que los extraterrestres habían venido para aprovisionarse de agua en el lago Baikall (mayor volumen de agua dulce existente en el planeta). Al descender su nave a través de la atmósfera, la fricción la calentó hasta hacer estallar sus motores, produciéndose en el aire una inmensa explosión.

Una expedición científica que visitó el lugar en Siberia, afirmó haber hallado pruebas que confirmarían la exótica teoría de que el meteorito de Tunguska, el más grande que jamás haya caído en la Tierra, en realidad fue una nave espacial extraterrestre.

Un comunicado de la administración de la región rusa de Evenkia, emitió un comunicado difundido por la prensa digital, en el que señaló: "los exploradores de la fundación estatal siberiana Fenómeno Espacial Tunguska afirmaron que habían hallado elementos de un artefacto técnico extraterrestre".

"Hemos encontrado lo que queríamos", citaron las agencias al director científico de la expedición y presidente de la fundación, Yuri Labvin, fervoroso partidario de la teoría según la cual en Siberia explotó una nave extraterrestre como las que -generalizando un término que en realidad significa otra cosa- son llamadas OVNIs.
Diferentes investigadores, por su parte, afirmaron que se trataba de la explosión de un meteorito constituido por una porción de "masa crítica" de uranio; otros que había sido un rayo láser lanzado hacia la Tierra; e incluso se ha afirmado que se trató de un tornado de extraordinaria violencia.

Sin embargo, la opinión de algunos científicos es que en realidad, nunca se dudó de que se trató de un meteoro. Fue la imaginación desbordada de algunos autores la que pretendió darle otra explicación.

SECUELAS DEL SUCESO

La zona en la que cayó el objeto, en el valle del río Tunguska Pedregoso, estaba escasamente poblada por los tunguses, pueblo nómada de origen mongol dedicado al pastoreo de renos. Cerca del centro de la explosión, al norte de Vanavara, varios tunguses fueron lanzados al aire por la explosión, y sus tiendas arrebatadas por un viento violentísimo.

Cuando los asombrados tunguses inspeccionaron cautelosamente el lugar de la explosión, encontraron escenas de terrible devastación. En un círculo de 30 kilómetros, los árboles habían sido derribados como cerillas de madera y el calor intenso producido por la explosión había fundido objetos metálicos, destruido almacenes y reducido varios renos a cenizas. No quedaba en aquella zona ningún animal vivo, pero, milagrosamente, ningún ser humano murió a consecuencias del desastre. Se dijo también que había caído en aquellos lugares una misteriosa "lluvia negra".

Los efectos de la explosión de Tunguska fueron vistos y sentidos en un radio de más de mil kilómetros. Informes procedentes del distrito de Kansk, a 600 kilómetros del punto en que se produjo el estallido, describieron sucesos tales como barqueros precipitados al agua y caballos derribados por la onda expansiva, mientras las casas temblaban y los objetos de loza se rompían en sus estantes.

El conductor del tren Transiberiano detuvo su marcha ante el temor de un descarrilamiento, al notar que vibraban los vagones sobre los rieles.

Otros efectos fueron percibidos en lugares muy distantes del globo. En toda Europa se registraron ondas sísmicas parecidas a las de un terremoto, así como diversos trastornos en el campo magnético terrestre. Más tarde, los meteorólogos hallaron en los registros de sus microbarógrafos que las ondas atmosféricas producidas por la detonación habían dado dos veces la vuelta a la Tierra.

En realidad, no existe ningún informe según el cual alguien muriese a consecuencia de la explosión de Tunguska, pero los tunguses explicaron que los renos de aquella zona presentaron costras en su piel, cosa que ciertos escritores modernos han atribuido a quemaduras causadas por radiación.

Este singular fenómeno pudo haber ocasionado un verdadero desastre natural de origen cósmico y acarreado consecuencias muchísimo más graves aún. De acuerdo con los cálculos del científico Kulik, si la caída del objeto en la Tierra -conservando la misma trayectoria y velocidad-, hubiese ocurrido sólo 4 horas y 47 minutos más tarde, el extraordinario fenómeno se habría producido justamente sobre la ciudad de San Petersburgo.

Aquella explosión abrió uno de los grandes enigmas del siglo pasado que todavía suscita apasionadas discusiones de los científicos, Transcurridos cien años el enigma del fenómeno Tunguska permanece indescifrable. Las versiones sobre lo ocurrido ya son más de 80 y desafortunadamente, ninguna de ellas ha podido ser sustentada con pruebas serias e inequívocas.

Si en un comienzo se hubiese realizado las investigaciones pertinentes, se pudieron haber extraído esos fragmentos de los árboles y de esa forma, establecer los materiales del bólido Tunguska. Pero para el tiempo en que ocurrió el fenómeno, los científicos no sabían esa metodología y se perdió información muy valiosa.

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