Sarkozy: hola OTAN, adiós Francia

Joe Quinn
Sott.net
Traducción de Señales de los Tiempos
14/07/08

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Debería haber sido obvio que Sarkozy iba a extirpar la tenue neutralidad política y militar de Francia una vez que asumiera el cargo. Mucho antes de que, de algún modo, lograra ganar las elecciones francesas del 2007, ya era conocido como “Sarko el americano”, sin mencionar “el presidente Bling Bling”. Parece que, simplemente, no es posible para un político francés admirar realmente a los constructores del imperio norteamericano (como parece ser Sarko) sin postrarse a sus pies.

Después de todo, hay grandes ventajas personales posibles al alinearse y alinear a su nación (le guste o no) con el último gran imperio. Se tiene la sensación de estar con el “lado ganador” (¿quién puede ahora levantarse en contra de la demoledora de EE.UU.?). Además, se posee acceso inmediato a recursos masivos, influencia y bienes de inteligencia del imperio a través de los cuales las metas antes imposibles se vuelven ahora no sólo posibles sino también una cuestión de decisión política.

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Hasta antes de la nominación de Sarkozy como presidente el año pasado, Francia tenía una historia de 40 años de acérrima oposición al tipo de diplomacia de EE.UU. que nos ha traído a la ridícula y, sin embargo, mortal “guerra contra el terrorismo”. Mientras existía un poder mundial mayor que era todavía relativamente independiente, aún quedaba una tercera opción: que si naciones pequeñas pero estratégicamente importantes no estaban “con EE.UU.”, no se encontraban por definición “con los terroristas”. Podían estar “con Francia”.

En 1966. el presidente Charles de Gaulle retiró a Francia de las limitaciones del comando militar de la OTAN y expulsó a todas las fuerzas militares foráneas. De Gaulle se dio cuenta de que la OTAN, a pesar de sus palabras de “poderes aliados”, era poco más que el cuartel militar para los planes de expansionismo militar de EE.UU. en Europa y, naturalmente, no deseaba involucrarse en ello. Hoy la OTAN y su Cuartel General Supremo de Poderes Aliados en Europa, o “SHAPE” por sus siglas en inglés, situado justo al norte de Mons, en Bélgica, continúa siendo la cubierta a través de la cual la hegemonía de EE.UU. se ejercita a lo largo de todas las naciones europeas, particularmente las ex repúblicas soviéticas.

Consideren la naturaleza del comando militar de la OTAN:
El presidente del Comité Militar de la OTAN dirige las operaciones militares de la OTAN, las cuales se dividen en dos Comandos Estratégicos, ambos comandados por un oficial de EE.UU. de alto rango asistido por personal tomado de la OTAN. Los comandantes estratégicos son responsables ante el Comité Militar por la dirección y por la conducta general de todos los asuntos militares de la alianza dentro de sus áreas de comando.

Antes de 2003, los comandantes estratégicos eran el Comandante Aliado Supremo de Europa (CASEUR) y el Comandante Aliado Supremo Atlántico (CASANT), pero el arreglo actual es separar la responsabilidad del comando entre la Transformación de Comando Aliado (TCA), responsable por las transformaciones y entrenamiento de las fuerzas de la OTAN, y las Operaciones del Comando Aliado, responsable por las operaciones de la OTAN a nivel mundial.

El comandante de las Operaciones del Comando Aliado retuvo el título de “Comandante Aliado Supremo de Europa (CASEUR)” y está basado en el Cuartel General Supremo de los Poderes Aliados de Europa (CGSPAE, o SHAPE por sus siglas en inglés). OCA es encabezado por CASEUR, un general de cuatro estrellas de EE.UU. con el doble papel de encabezar el Comando Europeo de EE.UU., con cuartel general en Stuttgart, Alemania.

Se podría explicar todo esto de modo mucho más sencillo con las palabras “El gobierno y control militar de la OTAN de EE.UU.”. Es, por lo tanto, natural que cualquier líder político o militar de una nación soberana europea que se respete a sí mismo quiera mantener a la OTAN a una sana distancia. En el pasado, Francia tuvo una serie de tales líderes orgullosos de ser franceses; ahora tiene a “Sarko el americano” y con él, el inicio de la destrucción de la soberanía francesa.

Por tanto, leímos con poca sorpresa el mes pasado acerca del plan de Sarkozy de reformar radicalmente al ejército francés para enfrentar “amenazas nuevas, diversas y cambiantes”, la jerga política para decir “terroristas islámicos locos”.

Hablando como un verdadero constructor de imperios, Sarkozy dijo:
“De ahora en adelante, la defensa de Francia está tan en juego dentro de Francia como a miles de kilómetros de distancia”.
Lo cual es, una vez más, un doble discurso político para decir “yo también quiero una rebanada del pastel imperial, por favor”.

El ministro de defensa de Sarkozy, Henri Morin, también entró a escena:
“No hay riesgo de una invasión hoy... pero, por otro lado, tenemos que ser capaces de desplegar fuerzas para participar en la estabilización de regiones o zonas en crisis.”
Qué nobles palabras, pero no puedo evitar preguntarme qué pensará la gente de esas “zonas en crisis”, zonas que aún quedan por ser determinadas, acerca de la nueva preocupación del gobierno francés por ella. Después de todo, sólo necesitan echar una mirada al recientemente liberado Irak para darse una idea de lo que el futuro puede deparar.

El plan de Sarkozy, titulado “El Libro Blanco sobre la Defensa de la Seguridad Nacional” (¿les suena familiar?) reducirá 54.000 puestos militares mientas que, simultáneamente, comprometerá más tropas francesas a la continua masacre en Afganistán. De acuerdo a Sarkozy, de lo que se trata es de liberar dinero a fin de estar en condiciones de pagar un incremento en la recolección de datos por parte de los cuerpos de inteligencia, un mayor gasto en satélites y aeronaves no tripuladas, sistemas de monitoreo colocados en el espacio, radares de larga distancia para amenazas de misiles balísticos y una nueva tecnología para prevenir ataques cibernéticos.

Sarkozy afirmó:
“Hoy, la amenaza más inmediata es la de un ataque terrorista; la amenaza está allí, es real, y sabemos que mañana puede tomar una nueva forma, incluso más seria, con medios nucleares, químicos y biológicos.”
Esencialmente, Sarkozy ha hecho de algo llamado “seguridad nacional” la parte central de la estrategia de defensa de Francia con el objetivo de confrontar lo que describió como “amenazas de terrorismo, ciber ataques y desastres naturales”.

Una vez más, ¿les suena familiar? Noten también que ha incluido la defensa contra “desastres naturales”.

Más significativo aún es que también anuncia el retorno militar de Francia a una de las hendiduras vacantes bajo la bota del comando militar de la OTAN (léase EE.UU.). Volver a unirse al comando militar de la OTAN es de lo más significativo, porque todas las otras medidas son más o menos predicadas sobre ella. Equivale a decir que alguien está planeando comprar todo tipo de equipamiento de tortura sadomasoquista, para luego añadir, casi como un comentario al margen, que se inscribió como miembro vitalicio del Club Bohemia, que coincidentemente comenzó su evento del amor de tres semanas, el fin de semana pasado.

En esencia, la meta del documento blanco de Sarkozy es transformar la infraestructura de defensa de Francia en una infraestructura ofensiva y ponerla a disposición de los promotores de la guerra contra el terrorismo de Estados Unidos.

No es de sorprender que hubiera una amplia protesta en respuesta a este ataque generalizado contra la independencia política y militar francesa. La izquierda política lo llamó “evidencia del cambio continuo hacia una política pro EE.UU. bajo Sarkozy”. Los sindicatos dijeron que constituyó una “destrucción de la estructura de defensa del país” y llamó al personal civil del ministerio de defensa a implementar “suspensiones de trabajo y a llevar a cabo manifestaciones”. Incluso unos diez políticos miembros del partido de Sarkozy, la UMP (Union Pour un Mouvement Populaire), atacaron el plan, firmando una petición en la que exigían que el plan se suspendiera o que el gobierno proveyera compensación por las regiones cuyas bases militares iba a cerrar.

La protesta mayor, sin embargo, vino del mismo ejército. Inmediatamente después de que Sarkozy anunciara el plan, cientos de oficiales que asistieron al anuncio se rehusaron a cantar el himno nacional. Dos días después, un grupo de oficiales de todos los servicios armados criticaron las reformas de modo anónimo en un artículo editorial publicado en el diario francés Le Figaro. En el editorial, los oficiales declararon: “Estamos abandonando el liderazgo militar de Europa a los británicos, quienes, como todo mundo sabe, tienen una relación especial con EE.UU.”. Asimismo, denunciaron la falta de “personal militar competente” para formar el documento “amateur”. En respuesta, se reportó que Sarkozy había llamado a los servicios de inteligencia a buscar a los responsables, lo cual provocó que el comando de más alto rango del ejército realizara una advertencia contra la eventual “caza de brujas”.

Está claro para estas alturas que Sarkozy tiene poco respeto por aquéllos que están en desacuerdo con él. La izquierda política en Francia fue, efectivamente, puesta fuera de combate (al menos hasta el 2012) en la elección presidencial del año pasado, y Sarkozy ha mostrado recientemente su desdén por el poder de los sindicatos y la amenaza de huelga al declarar: “me parece que cuando hay huelgas, nadie lo nota”. Para Sarko, la única opinión acerca de la americanización de la estructura de defensa de Francia que vale la pena tomar en cuenta es la de los militares de mayor rango. Primero, porque es necesario que los líderes militares agarren viaje si se ha de aplicar su plan y, segundo porque, a diferencia de los políticos, el ejército francés goza de gran respeto por parte del público francés y sus oficiales son considerados civiles primero y militares después. Por tanto, una resistencia abierta de parte del liderazgo militar ante el plan de Sarkozy podría ejercer gran influencia sobre el público francés que está todavía lo suficientemente lúcido como para darse cuenta de que los militares saben más acerca de asuntos militares que los políticos. De modo que, a pesar de cuánto hubiera querido, Sarkozy no podría descartar felizmente las objeciones de los militares ante su nuevo plan y echarlo a andar con toda libertad.

Pero Sarkozy ya había dejado en claro que a partir del momento en que ascendió a la presidencia, una nueva era había dado inicio, que la antigua Francia democrática había desaparecido, y que sería reemplazada por una Francia creada exclusivamente a partir de su visión personal, o como dijo dramáticamente en su discurso de inauguración, “mi Francia”, o al menos la Francia de quienes tan hábilmente maniobraron para darle entrada al Palacio del Elíseo..

Entonces, ¿qué hacer con esos generales y con el público francés tomado en su totalidad? Las administraciones francesas previas siempre capitularon ante una fuerte oposición pública a alguna pieza de legislación, pero este es Sarko el americano, un capaz estudiante del imperio que a principios de este verano ya había aprendido el ingrediente esencial para ayudar al público a su alrededor a adherir a su punto de vista: el miedo y el trauma.

Y así fue cómo tan sólo hace dos semanas, el 29 de junio, algo inexplicable y muy traumático ocurrió en una demostración militar en la ciudad de Carcasona, en el suroeste de Francia.

Las barracas Lappereine en Carcasona, sede del tercer regimiento de paracaidistas de infantería marina, fue anfitrión de un evento abierto al cual asistieron alrededor de mil personas, principalmente las familias del personal militar. El tercer regimiento de paracaidistas de infantería marina forma parte de un pequeño número de unidades que se especializan en ser las primeras en intervenir en momentos de crisis. Ha tomado parte en muchas operaciones importantes para Francia en las últimas décadas, incluyendo acciones en Líbano en 1978, Chad en 1983 y Kósovo en 1999.

Como parte del evento, se llevaron a cabo ejercicios de liberación de rehenes en el área deportiva del complejo militar. Ya se habían realizado cinco de tales ejercicio y, alrededor de las 5.30 de la tarde, en el sexto y último ejercicio se rescataba a un “rehén” de su cautiverio y se neutralizaba al “terrorista” cuando, súbitamente, mientras los once marinos “escapaban” de la escena, con humo y disparos de salva de sus rifles Famas, hubo gritos y varios miembros del público, que observaban a salvo a 100 metros del lugar, cayeron al suelo. En total, quince miembros del público y dos soldados resultaron heridos, algunos seriamente, incluyendo un niño de tres años que recibió un disparo en el corazón y en el brazo. Se espera que todos se restablezcan completamente.

Sarkozy no desperdició tiempo en responder e implicar a todo el comando militar: tachó lo acontecido de ser un acto de “negligencia inaceptable”, prometió una “respuesta rápida y severa”, afirmó que “esto no [podía] quedar libre de consecuencias” y que “toda la cadena de mando [tendría] que proveer respuestas”.

De inmediato, se abrieron dos averiguaciones, uno encabezada por el jefe de personal del ejército, el general Bruno Cuche (designado por Chirac) y la otra encabezada por un fiscal público, pero el ministro de defensa Hervé Morin dejó en claro que no estaba interesado en esperar y solicitó “sanciones inmediatas... sin aguardar las conclusiones de las averiguación judicial y militar”.

Esas no son las palabras de un hombre racional, a menos que tenga una agenda oculta.

Después de aquella tarde, Sarkozy se reunió con el alto rango militar francés, incluyendo el general Cuche, y en un despliegue de ímpetu por el cual se ha vuelto infame, se rehusó a saludar al General Cuche ni a ningún militar, y señalándoles con el dedo exclamó: “¡Todos ustedes son responsables! ¡No son profesionales, sino amateurs!”

De acuerdo a la revista Le Point, el general Cuche estaba negativamente sorprendido ante la reacción particularmente desagradable de Sarkozy frente a la situación. ¿Y quién puede culparlo? Un oficial de alto rango cuya identidad no se reveló declaró para Le Point que el señor Sarkozy estaba creando una “crisis de confianza entre el Eliseo y el ejército”. Otro declaró que el incidente subrayaba un “conflicto entre dos culturas: aquélla que consiste en actuar de inmediato y 'bling-bling' contra la que se basa en la moderación, la modestia y el sentido de responsabilidad.”

Al final (y tomó poco más de 24 horas a partir del incidente en Carcasona), el general Cuche ofreció su renuncia (que Sarkozy felizmente aceptó) al igual que muchos otros oficiales, incluyendo el comandante del tercer regimiento de paracaidistas marinos, su diputado y un oficial a cargo de mantenimiento y logística. Las dos unidades, compuestas de equipos enteros de tropas, también fueron desbandadas, en lo que, al parecer, fue un primer disparo de la reestructuración de Sarkozy planeada para septiembre de 2008.

Ahora, ante el observador casual, todo esto pudo haber sido el resultado natural de un desafortunado accidente militar cuyas consecuencias alguien tenía que asumir. Pero cuando lo miramos en el contexto del documento blanco de Sarkozy sobre el ejército y de la resistencia que se estaba encontrando, toma un color muy distinto. Especialmente cuando observamos los detalles del “accidente” mismo.

Tal y como lo mencionamos anteriormente, once miembros del tercer regimiento de paracaidistas de infantería marina realizaban un ejercicio de liberación de rehenes en el área deportiva del complejo de las barracas. Abajo podemos ver una imagen del área. Los espectadores se hallaban a alrededor de 100 metros de la acción al final del área de la pista que se muestra en la imagen:

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El ejercicio consistía en una pequeña estructura de tienda en la que se encontraban un soldado que actuaba de rehén y otro que hacía de terrorista. Los once marinos rescatadores se acercaron al área de la tienda por detrás y mataron al terrorista como se ve en esta imagen tomada de un vídeo del evento.

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Los marinos se retiraron llevándose al rehén, mientras que dos marinos cubrían el área, como se puede ver en otra imagen del vídeo del ejercicio:

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Se supone que todos los soldados partícipes del ejercicio debían utilizar salvas en sus rifles, lo que les permitía disparar sin peligro en la dirección del “terrorista”, que también se encontraba en la dirección de los espectadores en la distancia. Desafortunadamente, uno de los dos marinos que protegían la zona recargó su rifle con una recámara que, por alguna razón, tenía balas en lugar de salvas. Las balas de salva tienen un color diferente y son mucho más livianas que las balas reales, lo cual hace que fuera extremadamente improbable que un soldado entrenado las confundiera. Más aún, para disparar balas salvas de un rifle militar típico se requiere normalmente de un “adaptador de disparo de salvas”, o “ADS”, y si se disparan balas verdaderas de un rifle con este adaptador es muy probable que el rifle “explote”.

En el caso del incidente de Carcasona, parece que el adaptador estaba en su sitio y que cuando se dispararon las verdaderas balas, en lugar de destruir el rifle, sirvió para reducir la velocidad de las balas y para reducir su precisión. Es quizá por esa razón que ninguno de los espectadores recibió heridas fatales. Un reporte del Herald Tribune señala la posibilidad de que sólo cuatro personas hayan sido heridas con las balas, mientras que el resto fueron lastimadas por piezas de grava que salieron disparadas cuando las balas golpearon el suelo. También es posible que el ADS se quebrara y que fuera lanzado hacia la muchedumbre ocasionando heridas.

La investigación oficial concluyó que el sargento de 28 años que disparó debió haber guardado una recámara de municiones reales de un ejercicio de entrenamiento unos días antes y que previamente al ejercicio, cuando estaba cargando las recámaras con las salvas en su cinturón, no notó que ya tenía una con balas reales. Esto quiere decir que, asumiendo que el sargento haya regresado el cinturón a la armería (como le era requerido), la persona a cargo de la armería no notó que el cinturón contenía una recámara con balas reales y que volvió a entregarlo el día del ejercicio público que requería exclusivamente de balas salvas.

Sin embargo, si el sargento ignoró las reglas conscientemente y no regresó el cinturón luego del ejercicio con balas reales unos días antes, entonces debemos asumir que él mismo no notó o no recordó que contenía una recámara de balas reales el día del ejercicio público. El sargento fue puesto inmediatamente bajo arresto y está a espera de juicio y no ha hecho ninguna declaración aparte de estar de acuerdo con la conclusión oficial. Además, como lo hemos hecho notar, los oficiales directamente involucrados en el incidente ya fueron despedidos.

El problema con todo este asunto es que generalmente se reconoce que el tercer regimiento de paracaidistas de infantería marina es uno de los mejor entrenados en Francia y que el soldado en cuestión tenía mucha experiencia y carecía de cualquier señal de problemas psicológicos que lo hubieran llevado a tan inusual lapso en las regulaciones y el entrenamiento. Sarkozy, el ministro de defensa Herve Morin y el fiscal público han repetido e insistido que no hubo ningún intento deliberado de ocasionar daño de parte del joven sargento y que fue un caso de “error humano”.

Al final, la rapidez con que Sarkozy decidió culpar al mando militar, arrestar al soldado en cuestión y retirar de su cargo a todos los involucrados (incluyendo al jefe de personal de las fuerzas terrestres) y presentar una conclusión más bien poco satisfactoria significa que el evento entero quedará cubierto en misterio ―es decir, para todos aquellos que no leen sott.net―.

Verán, hay una muy importante pieza de evidencia que, por alguna razón, se coló en algunos pocos y valiosos reportes de noticias en los medios de comunicación, y que presentamos en la imagen siguiente:

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2008 - La Dépêche du Midi
“Un extraño descubrimiento”

La imagen de más arriba muestra una caja de condones que contiene diez balas reales y que fue encontrada por un reportero del diario regional La Dépêche du Midi poco tiempo después del ejercicio en Carcasona ( hagan clic aquí para ver la imagen en el sitio de La Depeche ). El reportero declaró que había encontrado la caja en el suelo, tras lo cual entregó las balas a la estación de policía que se estaba encargando de la investigación. Más tarde añadió que le había parecido que alguien estaba tratando de “deshacerse de algo”. No se ha hecho ninguna mención de este descubrimiento en ninguno de los reportes oficiales del incidente, todos los cuales han insistido en que la causa fue el “error humano”.

Entonces, ¿es necesario que formule una posible teoría alternativa? ¿O es demasiado obvio? ¿Qué tan fácil es para alguien entrar en el cuarto de la armería de una base militar? ¿O qué tan fácil es para un miembro del ejército entrar en el cuarto de la armería de una base militar?

En los últimos nueve meses, Sarkozy ha estado tratando de convencer a sus detractores y al público de que el ejército francés y el orden militar sufren de una grave enfermedad y necesitan una reestructuración radical. Pero pocos lo apoyaron y la mayoría, particularmente en el ejército, se opusieron fuertemente a su plan. Luego, ocurrió un incidente dramático y traumático que afectó a miembros del público, y súbitamente todas las apuestas son buenas y el jefe de personal de las fuerzas terrestres y muchos de los oficiales de alto rango, o la “vieja guardia”, pierden su trabajo. Pero a eso se suma que Sarkozy recibe un “mandato público” para el cambio, forjado a partir de un trauma severo, impactante e inexplicable a la consciencia pública. ¿Suena familiar?

Un testigo del incidente en Carcasona que vio a niños cubiertos en sangre dijo:
“Vemos que este tipo de cosas ocurre en Estados Unidos, un acto de locura, pero nunca imaginamos que podría ocurrir aquí. Presten atención, es posible, y tener a 10 o 20 víctimas fatales, es terrible.”

Parece que no debemos tomar a la ligera el apodo de “Sarko el americano”.

El 14 de julio es el día de la Bastilla en Francia, la conmemoración del levantamiento de la moderna nación francesa contra la tiranía de la realeza. Sarkozy asistió a la ceremonia este año, en los Campos Elíseos, pero bien pudo haber estado solo, al menos desde el punto de vista de los miles de miembros del personal militar que, tradicionalmente, forman el grueso del desfile. De acuerdo al diario La Libération, fue una “manifestación sin pancartas”, mientras que casi todos los demás periódicos reconocieron que “el corazón de los militares no estuvo presente”. Y estamos de acuerdo. Después de todo, sin duda que no puede caerle bien al pueblo francés en general que el día en que celebra su herencia de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano sobre el elitismo, el nepotismo y el totalitarismo, también deba reconocer que los "Príncipes de París" han regresado y que se puede llegar a necesitar una versión moderna de la revolución francesa original para evitar que cambien en sentido de las agujas del reloj y que desmantelen 218 años de Liberté, Egalité y Fraternité.

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