Irán y el fantasma "terrorista" de los Juegos Olímpicos

Manuel Freytas
IAR Noticias
05/08/08

La dinámica de los hechos muestra cada vez más que los Juegos Olímpicos de Beijing se disputan en el teatro de operaciones de la nueva Guerra Fría y en el marco estratégico del conflicto con Irán en Medio Oriente. El Tibet y el fantasma del "terrorismo" (como escenario latente) son sólo herramientas resolutorias de una competencia mundial por áreas de influencia entre China, EEUU y la Unión Europea que trasciende el marco deportivo formal del evento.

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Los Juegos Olímpicos, con su proyección masiva a escala mediática internacional, se han convertido en un teatro de operaciones de la guerra por áreas de influencia que mantienen los dos polos gravitantes del poder mundial en la era de las comunicaciones.

Tibet, la revuelta de los monjes encabezada por el Dalai Lama, las versiones de un posible "ataque terrorista" durante el evento, son apenas la cara "formal", la frutilla de la torta, de un conflicto mundial por áreas de influencia que la prensa internacional intenta mostrar dentro del marco acotado de un conflicto de China con el "mundo".

Por el contrario, la realidad (con datos procesados de la propia dinámica informativa del sistema) muestra a las claras que el marco "deportivo" de los Juegos es solo una cáscara formal que encubre una disputa intercapitalista profunda por áreas de influencia con dos polos definidos: El eje EEUU-UE por un lado, y el eje Rusia-China, Irán, por el otro.

Desde sus propios inicios el proceso informativo internacional sobre los Juegos Olímpicos mostró dos objetivos contrapuestos: China trata de utilizar el evento como vidriera de proyección mediática de su imagen de potencia mundial emergente, y EEUU y la Unión Europea intentan boicotearlo argumentado la "violación de los derechos humanos" en el Tibet por parte del gobierno de Beijing.

Y la explicación es clara: Los Juegos Olímpicos se han convertido en una "pantalla mundial" expuesta a la avidez consumista de miles de millones de televidentes alienados a lo largo y a lo ancho del planeta.

La realidad estratégicamente analizada muestra que, utilizando de pretexto una campaña mediática internacional con la "violación de derechos humanos" en China, el eje USA-UE busca restarle espacio geopolítico de maniobra a Irán y Rusia, aliados estratégicos de Pekín en la guerra (por ahora "fría") por el control del petróleo y de los recursos estratégicos del espacio euroasiático.

Por su parte, el gobierno chino (capitalista y represor en su política interna) con su clásico "doble discurso" político y diplomático intenta bajar el voltaje de la campaña en su contra mostrando al Dalai Lama (un simple empleado de Washington) como el "gran desestabilizador" de los Juegos Olímpicos.

La realidad indica que China, la tercera potencia económica mundial, con poder nuclear y 1300 millones de habitantes, desafía cada vez más la hegemonía de EEUU y la Unión Europea como centros irradiantes del sistema capitalista a escala planetaria.

Al contrario de lo que quieren mostrar la prensa internacional y sus analistas, en el centro de la disputa no están el Tibet y el Dalai Lama, sino el petróleo y el posicionamiento geopolítico estratégico en el teatro de operaciones euroasiático definido como una lucha entre el bloque de la OTAN y el bloque compuesto por Rusia, China e Irán.

Rusia y China, con su poderío económico creciente y su renovado sistema de armamento nuclear y convencional, vienen sellando pactos y acuerdos estratégicos que comienzan a desafiar cada vez más la hegemonía imperial estadounidense y europea en relación con Asia, Irán, Medio Oriente y América Latina.

En agosto de 2007, repitiendo ejercicios militares conjuntos de 2005 y 2006, en el marco de la Organización pro Cooperación de Shanghai (OCS), Moscú y Beijing, reafirmaron su alianza estratégica en Asia Central con la participación de Irán como una "tercera pata" proyectada al Medio Oriente.

China y Rusia, las dos potencias que hoy están expuestas a los "golpes de la CIA" ("revoluciones naranja" en el área de influencia rusa, y "revolución de los monjes" en el área de influencia china), son las que más abiertamente desafían la hegemonía imperial del eje sionista Washington-Unión Europea en una disputa por áreas de influencia que los expertos denominan neo-guerra fría.

En este cuadro, con el petróleo y los recursos de supervivencia en el centro, Tibet y Birmania (al igual que Ucrania, Georgia, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético) son piezas de un tablero estratégico de disputa intercapitalista (guerra fría) que tiene como protagonistas centrales al eje Rusia-China, de un lado, y al eje Washington-Unión Europea, del otro.

En consecuencia, China y Rusia, además de ser socios estratégicos de Teherán en el plano comercial, representan un reaseguro de protección nuclear-militar para Irán en su guerra de supervivencia contra el eje EEUU-Israel-UE.

En el razonamiento estratégico de los expertos, una operación militar de alto espectro dirigida contra Irán sólo puede tener éxito si se daña simultáneamente la estructura de las alianzas comerciales, militares y geopolíticas que vinculan a Irán con China y Rusia.

Esto le confiere a los Juegos Olímpicos de Beijing su condimento mediático esencial: Las posibilidad de un atentado "terrorista" con sello islámico y origen en Teherán.

Y hay una explicación: Tibet, conjuntamente con los territorios en disputa de Xinjiang y Taiwán, representan los mayores conflictos secesionistas (y el centro de las operaciones desestabilizadoras de la CIA) para los líderes chinos.

Para los expertos, y como parte de una estrategia global de desestabilización de China, que hoy está utilizando al Tibet y a los Juegos Olímpicos como pantalla de proyección internacional, en la región de Xinjiang-Uigur, el espionaje paquistaní (ISI), actuando en vinculación con la CIA, apoya a varias organizaciones islamistas con base en China.

Desde la invasión y ocupación de Afganistán en 2001, EEUU tiene una presencia militar permanente en la frontera occidental de China, en Afganistán y Pakistán, con una posición estratégica en las fronteras con China e Irán.

Bush y el fantasma "terrorista"

En este escenario, no sorprende que, a una semana de la iniciación de los Juegos, el Pentágono, por medio de un informe, defina una estrategia fundamentalmente dirigida en el corto y mediano plazo a evitar las amenazas que plantean "movimientos extremistas violentos, como Al Qaeda y sus asociados".

"En el futuro previsible, el panorama estratégico estará definido por la lucha global contra la ideología extremista violenta que busca derribar el sistema internacional" basado sobre los Estados, señala el documento en referencia a Al Qaeda y sus "asociados", precisa el informe del Pentágono sobre la nueva estrategia de seguridad de EEUU.

Como si faltara algo, y en el mismo marco, el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, llamó tomar recaudos contra el creciente poderío militar de "Estados renegados como Irán y Corea del Norte" y potenciales rivales, en especial China y Rusia.

La aparición del informe no es casual en el clima del atentado "terrorista" latente que rodea el desarrollo de los Juegos Olímpicos.

Además el inicio de las olimpíadas en Beijing coincide con el rechazo contundente de Irán al ultimátum de EEUU y las potencias occidentales para que abandone su programa nuclear a cambio de no ser sometido a nuevas y más duras sanciones y presiones.

Pero el dato más "llamativo" (y sugerente) es el sorpresivo anuncio de la presencia de Bush en la inauguración de los Juegos Olímpicos el próximo viernes.

Rompiendo con la barrera del "boicot", y con grandes resistencias dentro de la UE y de los EEUU, el Departamento de Estado anunció que Bush iniciará una gira por Asia que incluye una escala en la inauguración de los Juegos Olímpicos en China.

El anuncio hizo estallar el tablero: Para el poder europeo el presidente norteamericano está legitimando con su presencia las aspiraciones de China, y para el poder norteamericano Bush se expone a un "ataque terrorista".

A cinco días del evento, el despliegue descomunal de la policía y el ejército chino muestran una imagen blindada de prevención "antiterrorista" que enmarcará la presencia del presidente imperial en la inauguración de la olimpíadas.

Alrededor de 150.000 miembros del ejercito y la policía fueron movilizados bajo el lema "Juegos Olímpicos sin incidentes", un eslogan que ha sido muy repetido por la propaganda oficial china.

Unos 300.000 voluntarios participarán también en operaciones de este tipo y las autoridades han prometido 50.000 euros a las personas que den informaciones sobre posibles amenazas contra los Juegos Olímpicos.

Este lunes la agencia oficial de noticias de China, Xinhua, dijo que al menos 16 policías murieron y otros tantos resultaron heridos en un ataque con explosivos perpetrado contra una comisaría en la región noroccidental de Xinjiang.

¿Porqué Bush en China?

En primer lugar (y por razones del aparato de seguridad que lo rodea), Bush no podría ser alcanzado por un ataque terrorista.

En segundo lugar, el principal protector de la seguridad de Bush será el propio gobierno chino cuya imagen internacional se desmoronaría frente a un atentado contra el presidente norteamericano.

Y hay una tercera conclusión: Un atentado "terrorista islámico" contra los Juegos Olímpicos con Bush adentro de China, por más limitado que fuere, sería un ataque contra la investidura del presidente de EEUU.

¿Qué mejor argumento para atacar Irán, el "exportador de movimientos extremistas violentos"?

La hipótesis está abierta.

Tan viva como las confirmaciones de que los monjes budistas del Dalai Lama, los "terroristas islamistas" en la frontera con Pakistán, el "gobierno tibetano en el exilio", las ONG de "derechos humanos" (pantallas de la CIA), las operaciones internacionales de boicot contra China, las campañas en contra de la prensa internacional, las maniobras de aislamiento en la ONU, conforman el brazo político-mediático del eje USA-UE para estrangular al régimen de Beijing.

El objetivo encubierto (de la presencia de Bush en China) es Irán.

Lo que resume los Juegos Olímpicos como teatro mediático del conflicto de Medio Oriente y de la nueva Guerra Fría.

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