La otra cara de la democracia occidental

Khalid Amayreh
Rebelión
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
6/9/08

En verdad que resulta difícil culpar a millones de jóvenes, hombres y mujeres, del Tercer Mundo, especialmente del mundo musulmán, por su cada vez mayor desencanto respecto de la democracia occidental.

No hace muchos años que en esta parte del mundo se hizo creer a mucha gente que el “American way” iba a servir para potenciar a las masas y ayudar a construir una sociedad basada en la libertad y en la justicia que incluso podría llevar a conseguir eventualmente la prosperidad económica.

Sin embargo, toda esa gente descubrió pronto que había sido embaucada y engañada en cuanto vieron cómo la democracia entraba “en acción” en Afganistán, Iraq, Guantánamo y, por supuesto, en Palestina.

La frecuente y pornográfica dicotomía entre los pronunciamientos ritualistas de los dirigentes occidentales sobre la democracia y los derechos humanos, por una parte, y sus escandalosas acciones, conductas y políticas, por otra, sólo ha servido para intensificar la desilusión de los pueblos respecto a una “democracia” que pregona una cosa y hace lo contrario.

En su segundo discurso inaugural, George W. Bush se dedicó a subrayar la importancia central de la “democracia” para la política exterior de su administración.

“La política de Estados Unidos consiste en buscar y apoyar el crecimiento de los movimientos e instituciones democráticos en cualquier nación y cultura, con el objetivo último de acabar con la tiranía en nuestro mundo”.

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Sin embargo, la realidad que todos contemplamos es que en lugar de apoyar la democracia y desalentar la tiranía, Bush hace todo lo contrario, combate la democracia y apoya la tiranía en muchos lugares del planeta.

En efecto, en la mayoría de los países de Oriente Medio, especialmente en el mundo árabe, las criminales violaciones de los derechos humanos y de las libertades civiles son ahora más frecuentes que cuando Bush se convirtió en Presidente hace nueve años.

Se ha extendido la tortura y en cierto número de países árabes, y bajo la benevolente supervisión estadounidense, se han introducido determinadas prácticas de torturas de última hora, como la “simulación de ahogamiento”. Todo eso además de las vergonzosas “entregas”, que se han convertido en la parte esencial del programa de promoción de la democracia en el mundo árabe.

En la actualidad, virtualmente todos los regímenes que en Oriente Medio son aliados de EEUU son estados policiales represivos con todas las de la ley donde los ciudadanos que intentan ejercer siquiera una pizca de sus libertades y derechos civiles son perseguidos, encarcelados y torturados o despedidos de sus empleos.

En algunos países, miles de personas son cercadas como si de ganado se tratara y encerradas masivamente en prisiones para impedir que tomen parte en elecciones locales o parlamentarias. Y todo esto se lleva a cabo mientras las democracias occidentales siguen parloteando sobre democracia y derechos humanos.

En la Palestina ocupada, la hipocresía de George Bush clama al cielo. En 2006, los palestinos celebraron elecciones parlamentarias urgidos por el hombre de la Casa Blanca. Sin embargo, cuando el pueblo palestino eligió a un partido político que ni a Bush ni a Ariel Sharon les gustaba, se armó la de Troya y el pueblo palestino se vio sometido a un duro bloqueo jamás visto desde que los discípulos de Hitler asediaron el Gueto de Varsovia en 1943.

Y cuando los niños de Gaza morían de hambre y eran asesinados a montones, como así sigue ocurriendo incluso cuando escribo este comentario, la Secretaria de Estado de la administración Bush, Condoleeza Rice, esa señora embustera y carente de ética, felicitó a Tzipi Livni, la Ministra israelí de Asuntos Exteriores de mente igualmente criminal, por el “notable éxito” del bloqueo manifestando: “Está funcionando y nos congratulamos por ello”.

Pero Rice no está inventando nada nuevo en absoluto. Madeleine Albright, Secretaria de Estado durante la administración Clinton, hizo un comentario más jugoso aún cuando se le preguntó qué pensaba sobre el millón estimado de iraquíes aniquilados por las sanciones promovidas por EEUU a lo largo de la década de 1990. Según se informa, contestó con total indiferencia: “Si eso es bueno para EEUU, es que merecía la pena”.

Bien, imagino que Adolf Hitler y Josef Stalin, así como otros asesinos masivos del pasado y del presente, habrían ofrecido el mismo comentario para justificar sus crímenes contra la humanidad.

Sí, mucha gente en esta parte nuestra del mundo pensaba, probablemente de forma inocente, que la democracia occidental era ética, moral, justa y humana, pero la realidad nos ha mostrado que es, frecuentemente, inmoral, injusta, carente de ética, inhumana y rotundamente criminal.

Pregúntenles a los civiles afganos cuyas familias fueron exterminadas y sus hogares destruidos por los bombardeos indiscriminados de sus aldeas… Pregúntenles qué piensan de la democracia estadounidense… Pregúntenles a los iraquíes cuyo país ha sido bombardeado hasta devolverlo a la Edad Media… Pregúntenles si están ahora mejor que en los tiempos de Saddam Hussein…

Pregúntenles a los palestinos cuyos niños sucumben ante las enfermedades porque la “única democracia de Oriente Medio” no les permite acceder a los cuidados médicos adecuados.

Pregúntenles, que ellos les van a decir la verdad.

Por supuesto que George Bush no es el único villano de la escena. La mayor parte de las “democracias” de Europa Occidental han jugado un papel vergonzoso en las genocidas guerras en Palestina, Iraq y Afganistán, y todos ellos, con unas pocas y apreciables excepciones, han hecho todo eso en nombre de la democracia y los derechos humanos.

Recientemente vimos cómo los dirigentes de Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña corrían a apoyar al estado israelí de carácter nazi en su sesenta aniversario, el estado cuya misma existencia es un crimen contra la humanidad.

De igual manera vimos cómo el Primer Ministro británico Gordon Brown describió recientemente la acción de extirpar al pueblo palestino de su patria ancestral y de crear en su tierra el estado terrorista como “el hecho más importante del siglo XX”.

Ese es el dirigente del mismo país que posibilitó que el sionismo violara Palestina y expulsara a sus habitantes nativos por todos los rincones del mundo.

Y para colmo de toda esta inmensa opresión, los dirigentes británicos tienen todavía la perversión moral e intelectual de denunciarnos como “terroristas” por resistir frente a nuestros torturadores y anhelar la libertad.

En la actualidad, las democracias occidentales están ocupadas promoviendo “la democracia y los derechos humanos” en la Palestina ocupada a través de la financiación de un aparato de estado policial donde los activistas políticos son secuestrados y torturados e incluso asesinados, y los periodistas y los profesores universitarios son encarcelados y torturados por jóvenes e ignorantes cuadros de seguridad que están dispuestos a todo con tal de conseguir unos cuantos cientos de dólares al final de cada mes.

Esa es, en efecto, la “democracia” que se nos exporta y que Occidente, en coordinación con Israel, intenta que nos traguemos.

Bien, lo siento, chicos, vuestra democracia nos está matando y no queremos tener nada que ver con ella.

Enlace con texto original:

http://www.thepeoplesvoice.org/cgi-bin/blogs/voices.php/2008/08/31/the_other_face_of_western_democracy

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