El Congo, ¿"cultura de la violencia" o conflicto geoestratégico?

Tony Busselen
Solidaire
Traducido para Rebelión por Caty R.
06/11/08

Desde finales de agosto, la violencia se ha desencadenado de nuevo en el este del Congo. ¿Los congoleños han desarrollado una cultura donde el homicidio y la violación son la norma? La reciente ofensiva demuestra que hay que buscar el origen del conflicto en otro sitio.

Desde la guerra de agresión que llevaron a cabo Ruanda y Uganda (1998–2003), estos países continúan manteniendo las milicias en territorio congoleño. Nkunda, general pro Ruanda, es uno de los jefes de milicias más conocidos. La semana pasada, el ejército congoleño aportó pruebas de la participación de los soldados ruandeses en los combates. Pruebas que Occidente ha negado directamente. Nuestros medios de comunicación presentan este conflicto como una «cultura de la violencia» que habrían desarrollado los congoleños. Todo el debate se ha referido desde entonces a la cuestión de por qué Europa no interviene para detener a esos congoleños «asesinos y violadores».

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Durante su intervención en la comisión parlamentaria del pasado miércoles 22 de octubre, Dirk Vandermaelen (del Partido Socialdemócrata Flamenco de Bélgica) admitió sin rodeos que, efectivamente, el conflicto tiene causas más profundas. «Todos nosotros sabemos que Estados Unidos y China están librando una batalla geoestratégica. También sabemos que las materias primas son el punto débil de China. Y además sabemos todos que China busca su aprovisionamiento en África. Temo, en lo que se refiere al este del Congo, que estamos asistiendo a un choque entre China y EEUU. Un choque delegado en personas interpuestas, a saber, el Congo de Kabila y la Ruanda de Kagame», declaró.

Lo más sorprendente es que, por otra parte, Vandermaelen se expresó principalmente sobre sus sospechas en cuanto a entregas de armas chinas al ejército congoleño. Incluso exigió que se intensifique la presión sobre el gobierno de Kabila y se imponga un embargo sobre las armas con destino a Kinshasa. Sin embargo, Vandermaelen no soltó palabra sobre la agresión de Ruanda o del papel que juega Estados Unidos en la región.

El domingo 26 de octubre, las tropas de Nkunda tomaron una gran base militar y una banda estratégica de 30 km situada entre Goma y Rutshuru. Los testigos denuncian las masacres perpetradas sobre la población local que apoya al ejército congoleño. Los sucesos, desde ese domingo, hacen que no se pueda seguir negando el papel agresor de Ruanda. No se puede seguir echando la culpa a los congoleños.

El pueblo congoleño quiere la paz

Después de todos estos años de guerra, el pueblo congoleño reclama la paz, desea que se preserven la unidad y la soberanía del Congo y que por fin se pueda emprender la reconstrucción económica. El Presidente Kabila, elegido por el pueblo congoleño, estableció una alianza con el ex lumumbista Gizenga y la fracción más ilustrada de la antigua élite de Mobutu. Sus principales enemigos son los aliados de Estados Unidos dentro y fuera del Congo. Por lo tanto, si la alianza en torno a Kabila quiere mantenerse, dicha alianza tiene todo el interés en acabar con la guerra lo antes posible. Para conseguir la paz, la política del gobierno elegido se apoya en dos pilares. Por una parte, mantenerse fiel a los principios de cooperación con la ONU y a los recientes acuerdos firmados en Nairobi y Goma. Por otro lado, el gobierno congoleño tiene que aplicarse a fortalecer su ejército para defender su territorio.

En noviembre de 2007, el Congo y Ruanda firmaron un acuerdo de paz en Nairobi. En enero de este año, en Goma, la comunidad internacional y todas partes implicadas –incluido Nkunda- ratificaron un acuerdo destinado a desarmar a las milicias e integrarlas en el ejército congoleño. Pero ni Nkunda ni Ruanda toman en serio estos acuerdos. Nkunda incluso rechazó abiertamente el acuerdo de Goma.

Muchos congoleños acusan a su gobierno de colaborar demasiado con el Monuc y de no dotar de suficientes medios al ejército para imponer la paz. Y precisamente en este punto Vandermaelen exige un embargo contra Kinshasa con respecto a las armas.

China, la piedra en el zapato

Después de treinta años de explotación por un Mobutu apoyado por Occidente, el Congo conoció diez años de guerra, pillaje y caos. De tal manera que de las infraestructuras y la economía congoleña no quedan más que grandes escombros. El presidente Kabila anunció antes de las elecciones de 2006 que basaría la reconstrucción del país en cinco «obras»: infraestructura, sanidad y educación, agua y electricidad, vivienda y empleo. Su objetivo es poner la economía del Congo al servicio del pueblo congoleño. Después de esperar en vano una iniciativa por parte de Europa o Estados Unidos, el Congo decidió finalmente, a finales de 2007, firmar acuerdos con China. Lo que le acarreó duras críticas por parte de Occidente y una nueva amenaza de guerra. Efectivamente, el contrato con China es una piedra en el zapato de los capitalistas europeos y estadounidenses.

Sin embargo ni Estados Unidos ni Europa se hallan en situación, aunque quisieran, de proporcionar los medios necesarios para la reconstrucción del Congo, mientras que China dispone actualmente de los medios para financiar grandes proyectos. Por otra parte China, a su vez, necesita materias primas para su propio desarrollo. Ir a la búsqueda de dichas materias primas a África es lo que Vandermaelen calificó de «punto débil». Como si fuese necesario, a cualquier precio, detener el desarrollo económico del principal país del Tercer Mundo. Y pretende, además, que Bélgica siga leyendo la cartilla al gobierno congoleño soberano. Como si el problema estuviera en Kinshasa y no en Kigali.

Tony Busselen es periodista de Solidaire, publicación semanal del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB). Además trabaja como voluntario en Kinshasa en el centro «Etoile du Sud» (EDS), un centro de coordinación de varias organizaciones de base en los barrios populares de Masina.

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