El mayor meteorito de España cayó en la Nochebuena de 1858

El Períodico.com
25/12/08

El aerolito impactó hace 150 años en el campo de cebada de una finca murciana.
Una investigación recupera el testimonio escrito que describe lo ocurrido aquel día.

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Era un lunes y eran casi las tres de la madrugada, y los pocos que estaban despiertos y mirando por la ventana, o desafiando el frío y paseando por la calle, vieron de repente "un magnífico globo de fuego, de una brillantez extraordinaria", o "un gran lucero, de un resplandor que eclipsaba la luna", o un "globo de fuego brillantísimo y de hermosos colores, que no parecía sino que descendía a la Tierra una de las estrellas del cielo". Los vecinos de Molina de Segura emplearon su propia poesía para describir lo indescriptible: un meteorito que surcaba el cielo, evitaba por poco la torre de la iglesia y se estrellaba contra los campos de cebada de Rafael Martínez Fortún, un hacendado de la época. Era la Nochebuena de 1858. Hace 150 años.
Aquel día acabó haciéndose un hueco en los libros de astronomía porque ningún otro pedrusco espacial de los que desde entonces han caído en España --y son unos cuantos-- ha superado en tamaño al del pueblo murciano. El impacto contra el suelo fue tremendo. Los que estaban dormidos se despertaron. Todos querían saber qué había pasado, pero las hojas de la cebada ocultaban el meteorito. Fueron los segadores quienes lo encontraron, unos días más tarde. Vieron el agujero, escarbaron y lo que hallaron quedó consignado así: "Una piedra de figura cuadrangular, color negruzco y de un peso extraordinario". Diez arrobas y 15 libras en la nomenclatura del siglo XIX; 112 kilos en la de hoy.
Jesús Martínez Frías, geólogo planetario del Centro de Astrobiología con sede en Torrejón de Ardoz, dice que antes de chocar contra la Tierra debía pesar unos 144 kilos, solo que el impacto desprendió algunos pedazos. Frías publicó hace poco un informe completo sobre el meteorito en la revista Astronomy and Geophysics, en el que no solo repasa los aspectos científicos del fenómeno sino que recoge los testimonios que el escrupuloso hacendado Fortún ya había recabado en su momento, deseoso al parecer de dejar un riguroso testimonio escrito de semejante suceso.

COMO EL ARCO IRIS
El resultado de este empeño es una forma de literatura catastrofista que ilustra sobradamente la perplejidad ante esa especie de escupitajo del espacio exterior: "Se oyó de repente un gran ruido parecido al que produce la electricidad en las nubes, y las personas que estaban en las calles, en los caminos y en los campos, vieron aparecer un magnífico globo de fuego de una brillantez extraordinaria y deslumbradora, que ostentando los colores del arco iris oscurecía la luz de la luna y descendió majestuosamente desde las regiones aéreas, atravesando nuestro horizonte en dirección oblicua del Mediodía a Norte...".
Cinco años más tarde, el meteorito fue a parar al Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde permanece desde entonces. El lugar exacto donde fue a estrellarse había caído en el olvido, pero, precisamente, los documentos del hacendado Fortún --recuperados por el equipo de archivo del museo-- han permitido ubicarlo de nuevo y declararlo "zona de interés geológico". El ayuntamiento se propone estudiar la zona en busca de nuevos datos. O piedras.

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