Presión final de las farmacéuticas para hacer publicidad de sus medicamentos

Miguel Jara
12/12/08

La industria farmacéutica está presionando a las autoridades europeas para que se permita a los laboratorios hacer también publicidad de los fármacos con receta, algo que hoy sólo consienten Estados Unidos y Nueva Zelanda. El cambio normativo sobre las normas que prohíben hacer publicidad de los fármacos como si fueran vulgares objetos de consumo, y que ultima la Comisión Europea bajo la excusa de la “información al paciente”, avalará a la industria para “informar” directamente al consumidor sobre fármacos de prescripción médica, asegura Jesús Acebillo, presidente de Farmaindustria y director general del laboratorio Novartis. De momento, el proyecto de directiva debía presentarse al Parlamento los primeros días de noviembre pero se ha retrasado, según fuentes del propio Parlamento, en parte por la oposición de muchos sectores a que la industria “informe” -haga publicidad- directamente al paciente.

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Hemos tenido acceso al borrador preparado por la Dirección de Empresa e Industria de la Comisión Europea cuya norma, de aprobarse en los próximos meses, aumentaría aún más los casos de iatrogenia y podría llevar definitivamente al colapso a los sistemas sanitarios; especialmente porque la idea es que la publicidad se centre en los “nuevos” fármacos. Lo cuento en el número que está en la calle de la publicación Discovery DSalud -una exclusiva para los castellanoparlantes- y les cuento algunos de los entresijos del borrador de Directiva que está sobre la mesa de la Comisión Europea.

El estudio Death by Medicine (Muerte por la Medicina) destaca que las reacciones adversas producidas por los medicamentos -tanto fuera como dentro de los hospitales- causan cada año sólo en Estados Unidos 305.000 muertes. Como decimos este es uno de los dos países que permiten hacer publicidad de los medicamentoscon receta. Los laboratorios farmacéuticos están patrocinando un cambio en la regulación europea de lo que se denomina Publicidad Directa al Consumidor (o DTCA por sus siglas en inglés) y para ello que se modifique la Directiva 2001l83/EC –actual código comunitario sobre medicamentos para uso humano- y lograr así el mismo objetivo pero de manera sutil. “Los objetivos de la política general de la propuesta están en consonancia con los objetivos generales de la legislación farmacéutica de la Comunidad. Éstos están destinados a garantizar el buen funcionamiento del mercado interior de medicamentos de uso humano y a proteger mejor la salud de los ciudadanos de la Unión Europea”, puede leerse en el borrador que maneja la Comisión Europea. Este organismo,el de mayor poder de decisión de Europa no se anda con rodeos: primero el mercado, luego las personas.

Además, se eliminaría la definición de publicidad. En ningún apartado del texto sugerido se habla de publicidad, sólo de “información”. Si se aprobase el borrador tal como está se permitirían las “campañas de información” en periódicos, revistas, suplementos, folletos e Internet. Y no se incluye radio y televisión porque se entiende que la información no sería selectiva, no llegaría sólo “a quien desea recibirla” (como si en un periódico o una revista la publicidad sí fuera selectiva y no llegara a todo el que adquiere un ejemplar). En cuanto al caso de Internet, el borrador deja entrever cierta obsesión por la mucha información que ofrece la red sobre medicamentos, algo que, en especial l información crítica, no gusta a las farmacéuticas. También se recoge, de manera ciertamente sospechosa, que no se permitirá establecer comparaciones de eficacia -ni de otro tipo- entre productos. Es decir, se prohibiría justo lo que sí podría ser de interés para el consumidor si se hace desde un punto de vista crítico porque en muchas ocasiones los laboratorios comparan sus medicamentos sólo con aquellos que son demostradamente peores que el suyo y ellolo utilizan de modo promocional. En cambio sí se permitiría publicar información de estudios en fase IV, es decir, cuando esté probándose un medicamento de manera masiva para constatar realmente sus efectos secundarios.

Por otra parte, la actual propuesta deja que la industria farmacéutica se “autorregule” a través de un manual de “buen comportamiento”. Es decir, los laboratorios primero promocionarían sus fármacos y después, una vez en el mercado, ya responderían ante los tribunales o ante las autoridades sanitarias si la promoción no es ética o si a causa de su consumo se producen graves daños en la salud. Cuando los controles a posteriori ya han demostrado ser absolutamente ineficaces. Lo demuestra que en Estados Unidos la FDA -la agencia que regula los medicamentos- está a día de hoy totalmente desbordada por las alertas y las denuncias.

Es más, la realidad es que hoy muchos laboratorios hacen campañas de publicidad con afirmaciones claramente engañosas -cuando no abiertamente falsas- durante meses, ganan cantidades inmensas y no dejan de hacerlo hasta que se adopta una resolución para prohibirlas, lo que normalmente sucede cuando la campaña ya ha concluido. En suma, los fabricantes evitan cualquier control previo.

Cabe recordar que la industria ya “autorregula” hoy la promoción de medicamentos entre los médicos y no por ello se ha acabado el “alquiler” de voluntades -a base de “regalos” o, incluso, de dinero en efectivo. Una práctica vergonzosa y quizás rentable aún desde el punto de vista económico pero que ha empezado a pasar factura a la industria farmacéutica desde el punto de vista social porque cada día más personas están entendiendo cual es su nivel de ética. De hecho, sabiendo que su imagen se deteriora por momentos en la propuesta de nueva directiva prácticamente no hay referencia a los profesionales sanitarios como proveedores de información sobre temas de salud más que diciendo que estas medidas no pretenden sustituirlos. Es decir, los laboratorios no contarían con ellos como hasta ahora, prueba de su clara intención publicitaria.

En unos días ofreceré otro post con más datos del borrador que puede que apruebe la Comisión Europea.

Segunda Parte

Es ya la tercera vez que este sector económico presenta este proyecto encaminado a aumentar sus beneficios. En las dos primeras ocasiones se rechazó por abrumadora mayoría pero esta vez parece que tienen bastantes votos a favor, en su mayoría eurodiputados de los países del este europeo cuyas agencias reguladoras tienen mucha menos experiencia y donde la financiación de los medicamentos por el estado es muy escasa. La excusa alegada en la nueva directiva para aceptar que la propia industria informe sobre sus fármacos es que se hace “con miras a mejorar el uso racional de estos medicamentos”. Y asegura que la información será eso, información y no promoción. La Comisión Europea mantiene que además es necesario “unificar criterios” porque si bien la publicidad de medicamentos está prohibida en todos los países de la Unión, cada uno aplica las normas con diferentes matices –unos son muy restrictivos y aplican la ley de manera coherente y otros son menos “reguladores” y permiten cierta promoción de medicamentos a los médicos o a las asociaciones de pacientes-.

Cabe pues preguntarse si lo que en realidad se pretende no es sino legalizar las actuales prácticas de publicidad encubierta. La excusa, según el borrador que maneja la Comsión -al que hemos tenido acceso-, es que hay que modificar las dos directivas anteriores porque los pacientes de los distintos países sufren una “desigualdad en el acceso a la información sobre medicamentos”. Pero la justificación es peregrina porque hay información completa sobre todos los fármacos que se comercializan hoy al alcance de cualquiera –y en varios idiomas- en Internet.

Como puede comprobarse la decisión de la Comisión Europea de favorecer a los laboratorios farmacéuticos para que hagan publicidad encubierta de sus productos es clara. Pero no así los datos concretos de la propuesta, inespecífica. Con el borrador en la mano debemos leer pues entre líneas para imaginar cómo puede cambiar en un futuro próximo la práctica de la medicina y cómo se extenderá eso que ha dado en llamarse la ”medicalización” de la vida cotidiana. Uno de los apartados más inquietantes estima que hay que establecer “normas de control específico para la información difundida a través de sitios web, tener en cuenta el carácter transfronterizo de la información proporcionada a través de Internet y permitir la cooperación de los estados miembros”.

La verdad es que no queda claro qué pretende la Comisión con este texto pero por el contenido general de la propuesta se supone que a estas alturas no querrá limitar la publicidad encubierta de medicamentos que ya realizan numerosos laboratorios a través de páginas web específicas sobre alguna enfermedad. Quizás lo que las autoridades europeas pretenden, en nombre de la calidad de la información sobre medicamentos, es poner coto a los numerosos portales que hay en Internet con información crítica e independiente sobre los efectos de los fármacos. Y es que el verdadero caballo de batalla de la publicidad en los años venideros va a ser Internet. Ésa es la auténtica razón porque ya existen sitios oficiales de las agencias del medicamento de cada país o de sociedades científicas independientes donde se da cuenta de la información sobre medicamentos. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AGEMED), por ejemplo, dispone de las fichas técnicas y prospectos de todos los medicamentos accesibles al público.

Internet se ha convertido hoy, es verdad, en la gran fuente de información sobre temas de salud. Cualquier persona interesada en saber algo sobre su salud o la de sus seres queridos dispone de decenas de miles de páginas que con mayor o menor calidad o rigor ofrecen información. Y eso -lo reconoce la propia Comisión en su documento- produce ciudadanos más activos en el cuidado de su salud. También se ha producido un fenómeno de descentralización de las fuentes de información sobre temas sanitarios que hasta hace poco recaían casi en exclusiva en autoridades sanitarias y médicos. Por eso en la propuesta de nueva directiva se dice: “Las autoridades nacionales competentes y los profesionales de la salud debe seguir siendo importante fuentes de información sobre medicamentos para los ciudadanos. Sin embargo, los titulares de las autorizaciones (los laboratorios) pueden ser una valiosa fuente de información no promocional sobre sus medicamentos”. El planteamiento es sencillo: como los ciudadanos están cada vez mejor informados sobre los temas que atañen a su salud y, en particular, sobre los efectos adversos de los fármacos, los laboratorios también tienen derecho a “informar” al público para intentar equilibrar la balanza a su favor.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) junto con la Organización Europea de Consumidores (BEUC) y las principales asociaciones de consumidores europeas y ONG´s del campo de la salud -como Acción Internacional para la Salud (HAI Europa)- ya han manifestado públicamente: No se trata de una estrategia de información a los consumidores sino simplemente de permitir a las empresas farmacéuticas una mayor flexibilidad para proporcionar información directamente al público sobre medicamentos con receta. Favorece únicamente a la industria cuyos intereses comerciales están claramente en conflicto con el derecho de los consumidores a recibir información objetiva, contrastada y no promocional. Conllevaría consecuencias nefastas, incluyendo una preferencia por las medicinas con altos márgenes de beneficio, el incremento del gasto sanitario, una tendencia contra las terapias no farmacológicas y una mayor presión en las relaciones médico-paciente”. En cuanto al sistema de vigilancia previsto la OCU considera que es “débil, caro e ineficiente”.

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