Denuncian la complicidad de médicos y torturadores en cerca de 100 países

La Vanguardia
23/01/09

La complicidad muy extendida entre profesionales de la medicina y las prácticas de tortura en los cerca de cien países donde continúan esos abusos obliga a revisar la Declaración de Tokyo firmada en 1975.

Así lo asegura en un artículo de opinión publicado en la revista The Lancet el doctor Steven Miles, miembro del Centro para la Bioética de la Universidad de Minnesota (EEUU), quien subraya que "la complicidad médica con el abuso de los prisioneros es habitual" en esos países.

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Según Miles, en estos países es frecuente utilizar a médicos para que oculten en la medida de lo posible las cicatrices, otorguen certificados médicos a prisioneros que han sido víctimas de abusos, controlen las señales vitales de la víctima mientras se produce el maltrato o que incluso aprueben un recrudecimiento de los malos tratos.

"Muchos de los médicos que son cómplices de los abusos de prisioneros trabajan en programas para tratar a los supervivientes de las torturas", ha lamentado.

Según sus datos, entre un tercio y la mitad de quienes sobreviven a las torturas informan de que algún médico había supervisado los abusos.

Ese porcentaje no incluye, sin embargo, los casos de personas que no fueron testigos directos de la presencia de los médicos durante las torturas ni, por supuesto, a quienes no vivieron para contarlo.

El doctor Steven Miles apuesta por revisar la Declaración de Tokyo, un documento del año 1975 que ha sido ya revisado en varias ocasiones -la última en 2006- y que condena "la participación médica en la tortura y en el trato cruel, inhumano o degradante, así como en cualquier acto que disminuya la capacidad de la víctima a resistirse a ese trato".

En su opinión, este nuevo texto debería incorporar unas definiciones más concretas de qué es exactamente la tortura o el trato inhumano para "armonizar este código ético médico con la ley internacional".

Miles propone asimismo incluir en este documento la obligatoriedad de publicar el certificado de la muerte del preso si ésta se ha producido cuando se encontraba bajo custodia policial.

También aboga por medidas que eviten que un médico que haya sido cómplice de torturas pueda huir del país y practicar su profesión en otro lugar.

"Los gobiernos que practican la tortura necesitan la complicidad del personal médico de las prisiones", insiste Miles en su artículo.

La propia revista The Lancet publica un editorial en el que destaca que la comunidad internacional tiene mucho por hacer en el campo de los derechos humanos.

En él también se recuerdan situaciones como la ocurrida en Zimbabue, donde la organización de Médicos por los Derechos Humanos solicitó que se considerara la crisis sanitaria en la que está sumergida el país como un crimen contra la humanidad.

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