Israel trató a Gaza como su propio laboratorio privado de la muerte

Conn Hallinan
Alternet
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
16/02/09

Erik Fosse, cardiólogo noruego, trabajó en hospitales de Gaza durante la reciente guerra. “Fue como si hubieran pisado una mina,” dice de ciertos pacientes palestinos que atendió. “Pero no había metralla en la herida. Algunos habían perdido sus piernas. Parecían como si hubieran sido cortadas. He estado en zonas de guerra durante 30 años, pero nunca he visto heridas semejantes.”

El doctor Fosse estaba describiendo los efectos de un arma de “letalidad enfocada” estadounidense que minimiza el daño explosivo a estructuras, mientras inflige heridas catastróficas a sus víctimas. ¿Pero de dónde sacaron esa arma los israelíes? ¿Y fue su uso generalizado en el ataque contra Gaza un ensayo sobre el terreno para una nueva generación de explosivos?

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DIME a muerte

El arma específica se llama explosivo de metal inerte de alta densidad [DIME, por sus siglas en inglés]. En 2000, la Fuerza Aérea de EE.UU. trabajó en cooperación con el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore de la Universidad de California. El arma envuelve altos explosivos con una aleación de tungsteno y otros metales como cobalto, níquel o hierro en un contenedor de fibra de carbono y epoxi. Cuando la bomba estalla el contenedor se evapora y el tungsteno se convierte en micro-metralla que es extremadamente letal dentro de un radio de 4 metros. El tungsteno es inerte, de modo que no reacciona químicamente con el explosivo. Aunque un metal no inerte como el aluminio aumentaría la explosión, el tungsteno limita realmente la explosión a un área limitada.

Dentro del alcance del arma, sin embargo, es desmesuradamente letal. Según el doctor noruego Mad Gilbert, la explosión resulta en múltiples amputaciones y “fracturas muy graves. Los músculos son en cierto modo separados de los huesos, se quedan colgando y también hay quemaduras bastante graves.” Muchos de los que sobreviven a la explosión inicial sucumben rápidamente por septicemia y colapso de los órganos. “Inicialmente, todo parece estar bien, pero al operar resulta que docenas de minipartículas pueden encontrarse en todos sus órganos”, dice el doctor alemán Jam Brommundt, que trabaja en Kham Younis, una ciudad en el sur de Gaza. “Parece ser una especie de explosivo o proyectil que dispersa pequeñísimas partículas que penetran en todos los órganos, no es posible tratar quirúrgicamente esas heridas miniatura.” Según Brommundt, las partículas causan múltiples fallos orgánicos.

Si por milagro las víctimas resisten esas condiciones, es casi seguro que desarrollarán un rabdomiosarcoma (RMS), un cáncer particularmente mortífero que se encastra profundamente en el tejido y es casi imposible de tratar. Un estudio en 2005 del Departamento de Salud de EE.UU. estableció que el tungsteno estimula cánceres RMS incluso en dosis muy pequeñas. Todas las 92 ratas probadas desarrollaron el cáncer.

Mientras los DIME fueron originalmente diseñados para evitar daño “colateral” generado por bombas de explosivos de alta potencia normales, la letalidad del arma y su profunda toxicidad a largo plazo no parecen representar una mejora.

Parece que armas DIME pueden haber sido utilizadas en la invasión israelí de 2006 del Líbano, pero no en suficientes cantidades como para alarmar a los trabajadores médicos. Pero en Gaza, la munición fue ampliamente utilizada. Sólo en [el hospital] Al Shifta se han visto entre 100 y 150 víctimas de esos ataques.

Gaza como prueba

El doctor Gilbert dijo a Gardermoen de Oslo: “Existen fuertes sospechas de que Gaza está siendo utilizada ahora como laboratorio de pruebas para nuevas armas”.

DIME es una invención de EE.UU. ¿Consiguieron de EE.UU. los israelíes las armas, o diseñaron armas similares ellos mismos? En vista de las estrechas relaciones entre los militares de ambos países, no deja de ser probable que la Fuerza Aérea de EE.UU. haya suministrado las armas o, por lo menos, las especificaciones para construirlas. Y ya que EE.UU. todavía no ha utilizado esos dispositivos en una guerra, ciertamente se beneficiaría de ver cómo esas nuevas armas de “letalidad enfocada” funcionan bajo condiciones de campo de batalla.

Marc Garlasco, asesor militar sénior de Human Rights Watch, dice que “queda por ver cómo Israel ha adquirido la tecnología, si compró armas de EE.UU. bajo algún acuerdo, o si en los hechos ha adquirido una licencia o desarrollado su propio tipo de munición.”

Las armas DIME no están prohibidas bajo las Convenciones de Ginebra porque nunca han sido probadas oficialmente. Sin embargo, de manera normal se prohíbe el uso de cualquier arma capaz de infligir un daño tan horrendo, en particular si se trata de una de las regiones más densamente pobladas del mundo.

En primer lugar, nadie sabe cuánto tiempo permanece en el entorno el tungsteno o cómo podría afectar a gente que vuelve a casas atacadas con DIME. El cancerólogo de la Universidad de Arizona, doctor Mark Witten, quien investiga vínculos entre el tungsteno y la leucemia, dice que a su juicio “tiene que haber mucha más investigación sobre los efectos para la salud del tungsteno antes de que los militares aumenten su uso.”

Más allá de los DIME

Los DIMEs no fueron las únicas armas controvertidas utilizadas en Gaza. El ejército israelí también hizo uso generoso de fósforo blanco, un producto químico que quema con calor intenso e inflige terribles quemaduras a las víctimas. En forma de vapor también daña los conductos respiratorios. El derecho internacional prohíbe el uso del arma cerca de áreas pobladas y requiere que se tomen “todas las precauciones razonables” para evitar a los civiles.

Israel desmintió inicialmente el uso del producto químico. “El ejército israelí sólo actúa de acuerdo con lo que es permitido por el derecho internacional y no usa fósforo blanco,” dijo el 13 de enero el Jefe del Estado Mayor de Israel, Gabi Ashkenazi. Pero informes de testigos presenciales en Gaza e Israel pronto obligaron al ejército israelí a admitir que ciertamente estaba utilizando la sustancia. El 20 de enero, el ejército israelí confesó que estaba utilizando proyectiles de artillería de fósforo para cortinas de humo, así como 200 obuses de mortero de fósforo M825A1 hechos en EE.UU. contra “combatientes de Hamás y personal de lanzamiento de cohetes en el norte de Gaza.”

Tres de esos proyectiles dieron en el complejo de la Agencia de la ONU de Trabajo y Ayuda el 15 de enero, provocando un incendio que destruyó cientos de toneladas de suministros humanitarios. Un proyectil de fósforo también alcanzó el hospital Al-Quds en la Ciudad de Gaza. Los israelíes dicen que había combatientes de Hamás cerca de los dos objetivos, acusación que los testigos niegan firmemente.

Donatella Rovera de Amnistía Internacional dijo: “Un semejante uso extensivo de esta arma en vecindarios residenciales densamente poblados de Gaza y las bajas entre civiles constituyen un crimen de guerra.”

Israel también es acusado de utilizar munición de uranio empobrecido (DUA), que una subcomisión de la ONU estableció viola la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Carta de la ONU, las Convenciones de Ginebra, la Convención Internacional contra la Tortura, la Convención de Armas Convencionales, y las Convenciones de La Haya contra el uso de armas tóxicas.

La DUA no es altamente radioactiva, pero después de estallar, se convierte en parte en un gas que puede ser fácilmente inhalado. La densa metralla que subsiste también tiende a enterrarse profundamente, filtrando radioactividad de bajo grado a los niveles freáticos.

¿Crímenes de guerra?

Otros grupos de derechos humanos, incluidos B'Tselem, Gisha, y Médicos por los Derechos Humanos, acusan que el ejército israelí apuntó intencionalmente a personal médico, matando a más de una docena, incluidos paramédicos y conductores de ambulancias.

La Federación Internacional por los Derechos Humanos llamó al Consejo de Seguridad a que envíe a Israel ante el Tribunal Penal Internacional por posibles crímenes de guerra.

Aunque los israelíes rechazan las acusaciones de crímenes de guerra, el hecho de que el gabinete israelí haya realizado una reunión especial el 25 de enero para discutir el tema sugiere que están preocupados de ser acusados de un uso “desproporcionado” de la fuerza. Las Convenciones de Ginebra requieren que los beligerantes distingan “en todo momento” entre combatientes y civiles y eviten utilizar “fuerza desproporcionada” para lograr ventajas militares.

El uso por Hamás de misiles no guiados disparados contra Israel también constituiría un crimen de guerra según las Convenciones.

“La tendencia de la cantidad de víctimas es una medida de desproporción,” dice Richard Falk, enviado de derechos humanos de la ONU para los territorios ocupados. Un total de 14 israelíes han muerto en los combates, tres de ellos civiles matados por cohetes, 11 de ellos soldados, cuatro de estos últimos por “fuego amigo”. Unos 50 soldados israelíes también fueron heridos.

En contraste, 1.330 palestinos han muerto y 5.450 fueron heridos, civiles en su abrumadora mayoría.

“Este tipo de combate constituye una flagrante violación de las leyes de la guerra, que pedimos sea investigada por la Comisión de Crímenes de Guerra,” dijeron una coalición de derechos humanos israelí y Amnistía Internacional en una declaración conjunta. “La responsabilidad del Estado de Israel está fuera de duda.”

¿Actúa La Haya?

El primer ministro israelí Ehud Olmert dijo que el ministro de justicia, Daniel Friedmann, coordinará la defensa de todo soldado o comandante acusado de un crimen de guerra. En todo caso, EE.UU. vetará cualquier esfuerzo del Consejo de Seguridad de la ONU por llevar a israelíes ante el Tribunal Penal Internacional en La Haya.

Pero, tal como señala el Financial Times, “todos los países tienen la obligación de investigar a los acusados de ‘graves’ violaciones de las reglas de la guerra y juzgarlos o extraditarlos a un país que lo haga.”

Fue la base bajo la cual la policía británica arrestó al dictador chileno Augusto Pinochet en 1998.

“Estamos ante un giro sísmico del derecho internacional,” declaró el asesor legal de Amnistía Internacional,

Christopher Hall, al Financial Times, que dice que el ministerio de exteriores de Israel ya está examinando el riesgo para israelíes que viajen al extranjero.

“Es como caminar a través de una calle a pesar de una luz roja,” dice. “El riesgo podrá ser bajo, pero hay que pensarlo dos veces antes de cometer un crimen o viajar si se ha cometido uno.”

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Conn Hallinan es columnista de Foreign Policy In Focus.

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