La ideología del libre mercado, lejos de acabar

Naomi Klein
The New York Times/Terra
24/03/09

Nadie podría creer en los pretenciosos reclamos en las señales de la crisis del mercado, la muerte de la ideología del "libre mercado". La ideología del libre mercado siempre fue un sirviente de los intereses del capital, y su presencia fluía y refluía dependiendo de su utilidad para esos intereses.

Durante los tiempos de bonanza, es provechoso predicar el laissez faire, porque la ausencia de gobierno permite inflar burbujas especulativas. Cuando esas burbujas revientan, la ideología se vuelve un estorbo, y se aletarga cuando un gobierno fuerte cabalga al rescate.

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Pero estén seguros: La ideología volverá estruendosamente cuando se hagan los rescates financieros. Las deudas masivas que el público está acumulando para salvar a los especuladores, entonces se convertirán en parte del presupuesto global de la crisis, que será la racionalización de los cortes profundos de los programas sociales, y para un renovado empujón para privatizar lo que quede del sector público. También se nos habrá dicho que nuestras esperanzas para un futuro verde son, lamentablemente, muy costosas.

Lo que no sabemos es cómo responderá el público. Considerando que en Norteamérica, todos los menores de 40, crecieron siendo informados que el gobierno no puede intervenir en mejorar nuestras vidas, que el gobierno es el problema, que el laissez faire es la única opción. Ahora, nosotros repentinamente estamos viendo un extremo activismo, intenso intervencionismo estatal, aparentemente queriendo hacer lo que fuera para salvar a los inversionistas de ellos mismos.

Este espectáculo levanta necesariamente una pregunta: Si el estado puede intervenir para salvar corporaciones que tomaron imprudentes riesgos en el mercado inmobiliario, ¿por qué no podría intervenir para prevenir la ejecución inminente de las hipotecas de millones de americanos?

En el mismo sentido, si US$ 170 mil millones podrían estar instantáneamente disponibles para comprar al gigante de los seguros AIG, ¿por qué el contribuyente individual de la asistencia médica -que protegería a los americanos de las prácticas depredadoras de las compañías aseguradoras de asistencia médica- aparentemente un sueño inaccesible? Y si alguna vez más corporaciones necesitaran fondos de los contribuyentes para mantenerse a flote, ¿por qué en respuesta, los contribuyentes no podrían hacer demandas; como límites de intereses en pagos ejecutivos o una garantía contra la pérdida de más trabajos?

Ahora que está claro que los gobiernos pueden, en efecto, actuar en tiempos de crisis, será más difícil alegar impotencia en el futuro. Otro cambio potencial tiene que ver con las esperanzas del mercado sobre las futuras privatizaciones.

Por años, los bancos de inversiones globales han estado cabildeando a políticos por dos nuevos mercados: unos que vendría de la privatización de las pensiones públicas y el otro vendría de una nueva ola privatizadora o parcialmente privatizadora de caminos, puentes y del sistema de aguas.

Ambos de estos sueños se han convertido en mucho más difíciles de vender: los americanos no están de humor para confiar en los activos individuales y colectivos de los imprudentes apostadores de Wall Street, especialmente porque parecería más como si los contribuyentes tendrían que pagar para recomprar sus propios activos, cuando la próxima burbuja explote.

Esta crisis también podría ser un catalizador para un acercamiento radicalmente alternativo para regular los mercados mundiales y los sistemas financieros. Ya estamos viendo un movimiento del mundo en vías de desarrollo hacia "la soberanía alimentaria", en vez de dejar el acceso a los alimentos a los caprichos de los comerciantes de materias primas. Finalmente creo que ha llegado la hora de considerar las ideas como la de tributación de negociaciones, que reduciría la velocidad de la inversión especulativa, así como otros controles del capital global.

Y ahora que nacionalización no es más una palabra sucia, las compañías de gas y petróleo deberían cuidarse: Alguien tiene que pagar por el cambio para lograr un futuro verde, y tiene mucho más sentido que la mayor parte de los fondos vengan del altamente rentable sector, que es el más responsable de nuestra crisis del clima. Ciertamente tiene mucho más sentido que crear otra burbuja peligrosa en la comercialización del carbono.

Pero la crisis que estamos viendo llama inclusive por más profundos cambios que esos. La razón para que a estos préstamos basura se les permitiera proliferar no fue sólo porque los reguladores no entendían el riesgo. Sino porque tenemos un sistema económico que mide nuestra salud colectiva basándose exclusivamente en el crecimiento del producto interno bruto. Mientras los préstamos basura estaban abasteciendo de combustible al crecimiento económico, nuestro gobierno activamente los apoyó. Así que lo que realmente está siendo puesto en duda por la crisis, es la incuestionable responsabilidad de crecer a cualquier costo. Adonde esta crisis debería llevar a nuestras sociedades es a un modo radicalmente diferente de medir la salud y el progreso.

Nada de esto, sin embargo, se llevará a cabo sin una enorme presión pública depositada sobre nuestros políticos, en este periodo clave. Y ningún cabildeo educado, sino el retorno a las calles y el tipo de acción directa que se anunció con el New Deal, en la década de los años de 1930. Sin eso, solo habrá cambios superficiales y un retorno, tan rápido como sea posible, a la vieja forma de hacer negocios.

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