Londres celebra cumbre del G-20 y espera las "plagas de Egipto"

Andrei Fediashin
RIA Novosti
31/03/09

Si se mira hacia Londres a contados días de la cumbre del G-20, probablemente el evento más crucial de la época, parece que la capital británica se alista no sólo para recibir a los jefes de estado y de gobierno de los países con las economías más fuertes del mundo, sino también para soportar desgracias de orden público similar a las "plagas de Egipto".

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Para los jefes de policía, ejército y otras instituciones de seguridad, ya comenzaron los dolores de cabeza y también para los londinenses, que ya han sido advertidos que el 1 y el 2 de abril es preferible evitar visitas al centro de la ciudad, porque será muy complicado llegar en coche, caminar por las calles, e incluso acudir al trabajo.

Para nadie es novedad que el Centro de Conferencias ExCel (Exibition & Conference Centre London) estará rodeado de varios cinturones de seguridad y que también se reforzarán las medidas de seguridad en zonas claves de la urbe londinense.

Al mismo tiempo, en algunos sectores Londres domina el temor de que reforzando la seguridad en el centro, se perderá el control en el resto de la urbe que será arrasada por la ola de manifestantes.

Organizaciones anarquistas, antiglobalistas y demas "istas" de izquierda, extrema izquierda y centristas, han prometido que, antes, durante y después de la cumbre el G-20, la situación de orden público en las calles y plazas de Londres será más que compleja.

Las precauciones llegaron a tal punto, que la Cámara de Comercio en una declaración difundida el pasado 23 de marzo, recomendó a todos ejecutivos que trabajan en la City de Londres (banqueros y financistas) no usar el traje a rayas y corbata característico en la City.

La institución también aconsejó a todas las compañías con sede en ese centro financiero mundial comenzar el trabajo más tarde, abandonar las oficinas antes del horario habitual y aplazar las reuniones fijadas para primeros días de abril a fechas posteriores.

La opinión general es que los manifestantes, antes que todo quieren expresar su repudio al anfitrión del encuentro, el primer ministro británico Gordon Brown.

Según la prensa, en Inglaterra ya están cansados de su irrelevancia y recuerdan que en calidad de ministro de finanzas, apoyó la "auto-regulación y auto-depuración del mercado", lo que precisamente desató la actual crisis económica y financiera global.

Muchos países socios del Reino Unido en la Unión Europea (UE) tampoco están contentos con el anfitrión.

En Europa muchos recuerdan que durante los años de bonanza financiera, Brown desde su despacho como titular de Finanzas, explicaba con satisfacción a la Europa continental sobre las ventajas de regulación libre de los mercados y la intervención flexible del mercado de mano de obra.

Como resultado de esas recetas, ahora Inglaterra se encuentra en la situación económica mucho más deplorable que otros países de la UE.

Como destacó el rotativo The Guardian, "en Europa hay muchos decididos a impedir que en la cumbre del G-20 Brown salga como el salvador del mundo", si eso es así, será muy arriesgado pronosticar éxitos a esa cumbre.

Las expectativas en torno a la cumbre ya se expresan en la terminología de los marinos, "dar marchar hacia atrás".

Nadie espera que se produzca otro milagro como el de Roosevelt en tiempos de la Gran Depresión, y son muy escasas las probabilidades de que en Londres se formalice un nuevo Bretton Woods.

Recordamos que el encuentro de Bretton Woods cerca a Washington en 1944, creó el actual orden financiero mundial, estableció la cotización fija de las divisas y fijó las bases para la fundación del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Lo que pasa es que hay que reconocer que entre los líderes del G-20 no se ha producido la "química apropiada" para lograr una reestructuración radical de los fundamentos de sistema financiero mundial.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quiere que la cumbre centre su atención en el restablecimiento y el aumento de los puestos de trabajo mediante la intervención del estado en la economía.

En tanto, los europeos, como el presidente francés, Nicolas Sarkozy y la cancillera de Alemania, Ángela Merkel consideran que sus gobiernos ya han intervenido en sus economías lo suficiente, y que llegó el momento de cambiar las normas de funcionamiento de los mercados financieros en general.

Con más firmeza que otros, Berlín insiste en el cierre de los denominados "casinos y burbujas financieras", implantar cambios radicales en el funcionamiento de la Bolsa, someter a estricto control a los fondos, créditos tóxicos, derivados y al resto de instrumentos financieros de transparencia dudosa.

Es decir, todos los mecanismos que permitan ganar dinero "fácil y rápido", en resumen, la implantación de una regulación estatal rigurosa en los mercados financieros.

La mayoría de los expertos, opinan que la cumbre como la que ha sido convocada en Londres no está en capacidad de solucionar problemas tan complejos como los que afronta la economía mundial actualmente.

Si el grupo del G-8 siempre tuvo divergencias importantes, ¿qué se puede esperar del G-20?.

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