Los acuerdos del laborismo y la extrema derecha - Las alianzas de Netanyahu y un futuro pleno de incertidumbre

Oscar Raúl Cardoso
Clarín / IAR Noticias
25/03/09

Es imposible no observar los detalles del proceso político en Israel que, en toda apariencia, tendrá un gobierno con Benjamín Netanyahu como primer ministro y con el antiguo general Ehud Barak como la segunda figura en importancia continuando en su actual puesto de ministro de Defensa sin preguntarse ¿cuál es la fórmula de este gobierno?.

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El laborismo, la oposición de centro izquierda de la cual es líder Barak, aceptó en una votación no demasiado amplia -680 a favor, 570 en contra- autorizarlo a permanecer en el gobierno, ahora con Netanyahu, como ministro de Defensa. Para ambos hombres esta situación debe ser intensamente gratificante, aunque entre ellos no haya otro cordón umbilical que el de la ambición.

Netanyahu fue ya primer ministro entre junio de 1996 y julio de 1999, hasta que nada menos que Barak le ganó una elección y obligó al hombre del Likud, el partido de la derecha por excelencia, a practicar un breve retiro de la política.

Barak mordió el polvo al caer desde la misma posición de Netanyahu -la jefatura del gobierno- en 2001 tras ejercer el cargo desde 1999.

Ambos habían soñado un regreso pleno en esta oportunidad y aunque la rueda de la fortuna electoral solo benefició realmente a Netanyahu, a Barak el ministerio de Defensa parece quedarle de maravillas.

En algún momento de los pasados meses, mientras se desarrollaba la ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza, Barak se sintió -dicen sus propios colaboradores- el candidato imposible de derrotar en las elecciones.

No fue así. Los asientos en el Parlamento del Partido Laborista son ahora apenas 19 sobre un total de 120 y aunque no le alcanza para resolver el problema de Netanyahu (tiene 27 asientos y necesita 61 para formar gobierno), Barak conserva la facultad de empujar la corona en dirección a la cabeza del nuevo rey.

¿Y qué pasa si para concretar el gobierno, Netanyahu decide seguir adelante designando hombres de extrema derecha como Avigdor Lieberman, al que se ha mencionado como futuro canciller?

Este político, originalmente venido de Moldova en la ex Unión Soviética, tiene un discurso claramente racista en relación con los palestinos y los árabes.

Los críticos del laborismo creen que Barak está cometiendo los mismos errores que antes de las elecciones y otros de mayor alcance: Defensa no lo ayudó a ganar la elección nacional, la operación en Gaza no fue el éxito que Israel necesitaba (Hamas sigue operando desde la Franja contra Israel) y el costo en la opinión pública de las calamidades militares israelíes está siendo sujeto a escrutinio internacional.

El relator de Naciones Unidas de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, Richard Frank, presentó el lunes pasado su informe sobre el conflicto en Gaza. El texto censuró la acción militar israelí como ilegal porque, dijo, había otras opciones no violentas para resolver el problema.

El capitulo israelí de la organización Médicos por los Derechos Humanos presentó una acusación contra el Ejército de Israel que, asegura, violó su propio código ético al disparar contra civiles indefensos, no combatientes, alojados en hospitales como pacientes.

La sensación que se tiene frente a estos desarrollos es que el liderazgo israelí quiere seguir viviendo y operando como si la era de George W. Bush todavía no hubiese concluido.

Esto hace pensar si lo que el premier Netanyahu está formando ahora es un equipo de breve futuro político.

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