EEUU-Rusia: Barajar y dar de nuevo

Zoltán Dujisin
IPS / IAR Noticias
23/04/09

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, parece preferir la cooperación con Rusia para contener las ambiciones nucleares de Irán y frenar la construcción del sistema de defensa antimisiles en Europa oriental.

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El polémico proyecto recibió un fuerte impulso del gobierno de George W. Bush (2001-2009), pero perdió fuerza tras la asunción de Obama.

La iniciativa, que incluye la construcción de un radar en República Checa y de un escudo antimisiles en Polonia, apunta a proteger a Occidente de posibles ataques de Irán y de los llamados “estados díscolos", según el argumento de Washington.

Moscú considera que el sistema de defensa pone en peligro su territorio y que podría dar pie a una nueva carrera armamentística.

Obama propuso “recomponer” las relaciones con Rusia y disminuir en 80 por ciento el arsenal nuclear de ambos países a cambio de revisar su proyecto de defensa.

En lo inmediato, la propuesta incluye un nuevo tratado sobre armas estratégicas, que interesa más a Estados Unidos que a Rusia, con vistas a tener una política conjunta ante Irán. Obama podría mantener el proyecto de defensa en los papeles para usarlo como herramienta de negociación con Moscú en cuestiones relativas a la república islámica, según analistas.

Tras una reunión con políticos de la Unión Europea (UE) en Praga a principios de este mes, Obama declaró que “de eliminarse la amenaza iraní tendremos una plataforma de defensa más sólida y desaparece el argumento para construir el sistema antimisiles".

“En tanto Irán siga siendo una amenaza, seguiremos adelante", aseguró.

No está clara la influencia que Rusia pueda ejercer sobre Irán, que por ahora no supone una amenaza nuclear ni balística para Occidente.

“Rusia no tiene una gran influencia, pero puede ser importante por dos cosas: al estar del lado de Occidente puede contribuir a aislar políticamente a Irán y podría dejar de venderle tecnología avanzada", dijo a IPS Zoltan Biro, especialista del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias Húngara.

Los llamados de Obama a adoptar un enfoque multilateral respecto de Irán y a iniciar un desarme gradual fueron aplaudidos por los ciudadanos que escucharon su discurso en Praga, pero fueron recibidos con escepticismo por los políticos de derecha locales e incluso con enojo por la prensa afín.

El proyecto tenía el apoyo de los gobiernos de República Checa y de Polonia, que ahora están decepcionados por el poco entusiasmo de Obama.

La declaración de Obama respecto de Irán y del radar fue interpretada por el gobierno checo como un “no” diplomático, tras perder el voto de confianza del parlamento en tanto su país encabezaba la presidencia rotativa de la UE.

“El escudo antimisiles todavía no sería efectivo y la recesión le permite al gobierno de Obama abandonar de forma elegante de un proyecto dudoso y costoso", indicó Biro.

“El proyecto es políticamente inaceptable para Rusia. Su molestia se origina en que ni siquiera durante la Guerra Fría se instaló un sistema balístico de largo alcance en Europa", explicó el analista.

Los especialistas prevén que los actores implicados no quieran quedar mal parados ni parecer que hacen concesiones, por lo que la mayor parte de las negociaciones en materia de cooperación podrán realizarse a puertas cerradas.

El gobierno de Bush había tratado de cooperar con el Kremlin para evitar que Irán se dotara de armas nucleares y colaborara con los efectivos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán, pero sin ofrecerle gran cosa a cambio.

Eso deterioró las relaciones por la construcción del sistema antimisiles en Europa oriental y por atraer a las republicas de la hoy disuelta Unión Soviética a la alianza militar.

Las intenciones de Georgia y Ucrania se vieron frustradas por el caos político interno en ambos países, lo que reveló a los ojos de Occidente la falta de preparación de sus políticos para asumir las responsabilidades que conlleva la integración a la OTAN.

El último episodio de esa historia fue cuando tras el ataque de Georgia contra la separatista y pro rusa provincia de Osetia del Sur, que desencadenó una desmedida reacción militar de Rusia y la invasión del territorio georgiano, Moscú reconoció la independencia de la región autónoma.

Occidente condenó formalmente a Rusia, la instó a respetar la soberanía de Georgia y rompió la cooperación entre la OTAN y Moscú, pero también se cansó de los políticos ucranianos pro occidentales y de los georgianos.

El ministro de Defensa francés Hervé Morin llegó a sugerir en marzo que Rusia debía ser consultada respecto de toda ampliación de la OTAN, lo que para los políticos de derecha de Europa oriental significa capitular ante las “ambiciones imperiales” de ese país.

La OTAN y Estados Unidos parecen dispuestos a comenzar un diálogo franco con Rusia, pero la actitud de ese país sigue siendo una incógnita.

“Hay un deseo tangible de comenzar a hacer algo con los estadounidenses, pero es igual de fuerte el miedo de que nos vayan a volver “tender una trampa” y las suspicacias que eso genera", escribió el ex diplomático Vladimir Frolov en la versión rusa de la revista estadounidense Newsweek.

La desconfianza aumenta. Mientras, Rusia expresa su malestar por los ejercicios militares que realizará la OTAN en Georgia en las próximas semanas, considerados una provocación por Moscú, que amenaza con no participar en un panel conjunto con la OTAN previsto para el 29 de ese mes.

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