Lo que hay detrás del boicot del gobierno estadounidense a la Conferencia Internacional contra el Racismo

Monica Moorehead y Sara Flounders
Workers World
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
23/04/09

La decisión de la administración Obama de boicotear la Conferencia contra el Racismo para la Revisión del Durban ha provocado un aluvión de peticiones, protestas y críticas. Un boicot real de la reunión que se celebra entre el 20 y el 24 de abril es la primera vez que Estados Unidos rehúsa participar en una conferencia de Naciones Unidas. Esto ha supuesto un conmoción para muchas personas que esperaban de la administración Obama una actitud fundamentalmente diferente respecto a una conferencia sobre el racismo.

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En septiembre de 2001 las delegaciones estadounidense e israelí abandonaron la histórica Conferencia contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y la Intolerancia relacionada con ellos organizada por Naciones Unidas en Durban, Sudáfrica.

Tanto Estados Unidos como Israel calificaron de anti-semita todo esfuerzo por expresar solidaridad con los palestinos como víctimas del racismo y del colonialismo. La delegación estadounidense se opuso también a una petición a nivel internacional de reparaciones y de medidas concretas de acción para el crimen contra la humanidad del comercio de esclavos trasatlántico y su herencia de siglos de discriminación racial.

¿Qué es lo que está en juego? ¿Por qué la participación estadounidense en dos conferencias internacionales contra el racismo han generado estas intensas maniobras políticas por parte de dos administraciones muy diferentes, las de George W. Bush y de Barack Obama?

En un país construido sobre la esclavitud de personas africanas y el genocidio de los pueblos originarios la respuesta a estas dos conferencias internacionales dice mucho de la naturaleza de las instituciones que gobiernan Estados Unidos, independientemente de quién sea su presidente. No existe una política ni interna ni externa para hacer frente a las necesidades de los pueblos o naciones oprimidos.

Logros de la Conferencia de Durban

Más de 10.000 personas procedentes de todos los rincones del mundo asistieron en 2001 a la Conferencia Mundial contra el Racismo en Durban. Consistió en tres reuniones paralelas: una reunión diplomática oficial de las naciones, un foro de la juventud y un enorme y vibrante foro de ONG. En este último foro la mayor parte de los delegados y participantes procedían de África o eran de ascendencia africana, además de muchas otras personas de color. Más de 1.500 comunidades, organizaciones populares y ONG representaron a las “voces de las víctimas”.

Muchos miles de sudafricanos, recientemente liberados de décadas de gobierno racista de apartheid, participaron con entusiasmo en las reuniones y concentraciones del Foro de ONG.

Este Foro fue un importante catalizador de muchos grupos de todo el mundo para que se reunieran, construyeran una red y crearan apoyos para trabajar contra el racismo y la discriminación. También fue una forma de radical presión de masas sobre los diplomáticos de cada país implicado en la pequeña conferencia oficial.

La conferencia internacional adoptó por consenso la Declaración y Programa de Acción de Durban. Para muchas personas este documento, especialmente el Programa de Acción, es un importante marco para la lucha contra el racismo y la discriminación racial. Se trataba de un producto colectivo producto de intensas negociaciones de cientos de organizaciones de personas de color procedentes de todas partes del mundo.

El primer reconocimiento internacional de la esclavitud y del comercio de esclavos como un crimen contra la humanidad desencadenó en Estados Unidos un movimiento a favor de las reparaciones que incluía acciones legales colectivas contra varias corporaciones que fueron beneficiarias directas del comercio de esclavos y en 2002 desencadenó también la Marcha por la Reparaciones sobre Washington, D.C.

La conferencia internacional dio un importante empuje al movimiento para boicotear, desinvertir y sancionar (BDS) a Israel en solidaridad con Palestina. La inclusión, junto con las personas africanas, de pueblos originarios, trabajadores emigrantes, gitanos y otras minorías nacionales, étnicas, religiosas y lingüísticas además aquellos afectados por la discriminación de género fue un paso concreto para construir la solidaridad internacional entre los oprimidos.

La clase dirigente estadounidense y sus medios de comunicación entendieron la enorme amenaza para su poder, imagen y dominio a escala global que intrínsecamente representaba esta reunión unitaria.

A pesar de que Estados Unidos e Israel abandonaran la conferencia de 2001, se crearon muchas expectativas de que el Programa de Acción proporcionara pasos concretos que pudieran dar los Estados miembro y las organizaciones internacionales para acabar con siglos de racismo y de discriminación racial. Sin embargo, tres días después de que acabara esta militante reunión internacional se produjo el ataque del 11 de septiembre al World Trade Center y un profundo cambio en el clima internacional.

Problemas de la reunión de Ginebra

De 20 al 24 de abril Naciones Unidas albergaró la Conferencia para la Revisión de Durban en Ginebra, Suiza, como una continuación de la Conferencia Mundial contra el Racismo de 2001. El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas fue el responsable de organizar y convocar el evento “hacia la implementación eficaz y total” de las conclusiones y recomendaciones de la Conferencia Mundial contra el Racismo y de continuar la “campaña global para la eliminación total del racismo”.

Sobre el papel suena perfecto. Pero, ¿por qué no se celebra en Durban o en cualquier lugar de África esta Conferencia contra el Racismo para la Revisión de Durban? ¿Por qué se celebra en Ginebra, Suiza, una de las ciudades más caras del mundo?

Viajar a Ginebra es fácil y relativamente poco caro, especialmente para los delegados procedentes de Europa y Estados Unidos. Y los delegados estadounidenses y europeos no se enfrentan en absoluto con necesidad alguna de visado. Sin embargo, no sólo es prohibitivamente caro para los delegados de países de África, Asia, el Caribe y América Latina, sino que además las restricciones de visado de Suiza les hacen mucho más difícil asistir.

Muchas organizaciones anti-racistas han solicitado y hecho campaña para expresar su preocupación porque el Secretariado de la Conferencia de NNUU no haya proporcionado más información e invitaciones a las ONG para participar en las reuniones de Comité Preparatorio y en la propia Conferencia.

Muchos grupos a nivel internacional han preguntado por qué no hay un Foro de ONG que acompañe a esta Conferencia, como hubo en Durban y como ha habido durante décadas en cada Conferencia de NNUU, por qué no se han habilitado espacios para reuniones masivas ni hay facilidades de alojamiento, por qué sólo hay un espacio y tiempo limitados para unas pocas reuniones paralelas, por qué no se han distribuido los fondos asignados entre los muchos delegados, especialmente de África y de la diáspora africana, que estaban deseando asistir. Las ONG africanas solicitaron hace meses información, fondos y accesibilidad.

Importantes fundaciones que proporcionaron fondos para que los activistas comunitarios asistieran a la Conferencia de 2001, como la Fundación Ford y muchas Fundaciones de la Unión europea, han recortado los fondos para la Conferencia para la Revisión de Durban.

Sólo han podido participar en Ginebra las ONG acreditadas por el ECOSOC (el Departamento de NNUU para Asuntos Económicos y Sociales), las ONG previamente acreditadas y aquellas que sabían cómo solicitar acreditaciones específicas.

En los ocho años transcurridos desde la Conferencia de Durban ha habido una implacable campaña para calumniar, desacreditar y distorsionar la Conferencia Mundial contra el Racismo, para vaciar de contenido toda provisión que requiriera una acción concreta, para echar abajo el documento colectivo aprobado con tanto entusiasmo y, especialmente, para limitar la participación de aquellos que podían asistir a la Conferencia de seguimiento. Todo esto se ha hecho entre bambalinas, basándose en una intensa presión de Estados Unidos en connivencia con aquellas potencias europeas que durante siglos se han beneficiado del racismo y del colonialismo.

Casi cada página del Programa de Acción aprobado por una mayoría abrumadora en Durban es una amenaza y un reto para la política estadounidense y de sus instituciones. El Programa de Acción no es un documento revolucionario, pero Estados Unidos viola casi cada provisión y encontraría totalmente inaceptables los remedios propuestos contra el racismo, desde el alivio de la deuda hasta la transferencia de tecnología, los derechos de los emigrantes y el poner fin al tráfico humano.

La exigencia de Durban de respeto y de un mayor papel de las organizaciones internacionales en la protección de los derechos laborales y de la mujer, especialmente de las más oprimidas, es una amenaza para el proceso mismo de la globalización corporativa.

La petición de Durban a todas las naciones de que aprueben tratados y convenciones internacionales progresistas llama la atención sobre los numerosos tratados que los gobiernos estadounidenses se han negado a firmar durante décadas, como las convenciones sobre los derechos laborales, derechos de los emigrantes, derechos de las mujeres, derechos de los niños, sobre el genocidio internacional y muchos otros acuerdos internacionales que las potencias corporativas estadounidenses ignoran y violan a diario.

El único derecho que las instituciones estadounidenses promueven, en nombre de la libertad, es el derecho de las corporaciones privadas a saquear libremente el planeta.

Igual que durante décadas Israel ha sido el principal defensor de la política estadounidense en Oriente Medio, siempre deseoso de hacer el trabajo sucio de los militares, una vez más las fuerzas sionistas han dado un paso más para desempeñar el papel atacante. De hecho, la mayor parte de los ataques políticos de los últimos ocho años contra la Conferencia de Durban los han llevado a cabo organizaciones sionistas.

Desde 2001 Estados Unidos se ha negado a participar en cualquiera de las reuniones preparatorias y ha utilizado sus amenazas de no participar para exigir y obtener cientos de cambios.

Ahora el documento de 47 páginas de Durban ha sido censurado y editado con menos de una tercera parte de sus dimensiones originales. Washington ha exigido como condición para participar que se abandonara totalmente el Programa de Acción de Durban, que se suprimiera toda mención a las reparaciones, además de la mención de Israel y sus prácticas de apartheid.

Tras imponer un documento que ahora está completamente desvirtuado, el gobierno estadounidense sigue dando largas a la cuestión de su participación. Estos actos conscientes de sabotaje han animando a otros países a retirarse también. Canadá ha anunciado diligentemente que no participará, y Gran Bretaña y Francia siguen amenazando con retirarse a menos que la agenda se limite y censure aún más.

Los grupos anti-racistas apoyan los documentos de Durban

Varias organizaciones anti-racistas han seguido luchando para apoyar la Declaración y Programa de Acción de Durban.

En 14 de abril en Ginebra un grupo de ONG emitió un comunicado apoyando y reafirmando las innovadoras posturas a las que se llegó en Durban sobre temas como el comercio de esclavos, la esclavitud, la pobreza y discriminación, las reparaciones, la ocupación extranjera, Palestina, los emigrantes y sobre la islamofobia y la intolerancia religiosa.

Aunque no a la escala del masivo Foro de ONG de Durban, varias ONG progresistas están planificando reuniones y eventos durante las reuniones de diplomáticos de la mayoría de los países del mundo.

La amenazas, el boicot y las presiones para vaciar de contenido todos los logros de la Conferencia de Durban demuestran de la manera más gráfica posible que a pesar del logro de la elección de un hombre negro como presidente de Estados Unidos, las instituciones de poder corporativo del imperialismo estadounidense siguen oponiéndose a cualquier intento de hacer cambios fundamentales en el carácter racista de la sociedad estadounidense.

En la página web del International Action Center, www.IACenter.org se pueden leer la Declaración de las ONG reafirmando Durban, los actos en Ginebra, enlaces con la Declaración y el Programa de Acción de la Conferencia Mundial de Durban.

Monica Moorehead es editora y co-autora de Marxism, Reparations and the Black Freedom Struggle, que se puede pedir en www.leftbooks.com. También es coordinadora del proyecto contra la pena de muerte Millones para Mumia. Sara Flounders es co-directora del IAC y representante de la Universidad de Nueva York en Nord Sud XXI, una ONG basada en Ginebra.

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