Explosión social en Teherán - Irán en guerra interna: Que busca la operación "caballo de troya" contra Ahmadineyad

IAR Noticias
16/06/09

No se trata de una ataque militar (como el que tienen agendado Washington y Tel Aviv contra las usinas iraníes), sino de una operación de guerra psicológica en el frente social que utiliza a la oposición "reformista" iraní como un caballo de troya para desgastar el poder de los ayatolas y deslegitimar el triunfo de Ahmadineyad en las urnas.

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Los patrones operativos son los mismos de siempre:

Sin que existan elementos de prueba ni comprobación objetiva, en el momento de ser confirmada la contundente victoria electoral de Ahmadineyad por el 63% de los votos, la prensa escrita, radial y televisiva de Europa y EEUU tituló: Fraude en Irán.

El candidato reformista, Mir Husein Musaví, segundo con el 32% de los votos, azuzó el frente interno llamando a "resistir el fraude" en las calles, mientras en las universidades, bastiones militantes de la clase media y alta reformista, se lanzaba la consigna "abajo el dictador" en relación al presidente constitucional de Irán reelegido en las urnas.

Los presidentes y funcionarios de las principales potencias sionistas de la Unión Europa comenzaron sus prédicas y acusaciones encubiertas mostrándose "preocupados" por las denuncias de fraude mientras (en el caso de Merkel y Sarkozy) pedían que las autoridades iraníes exhibieran mayor "transparencia" en los resultados del comicio.

En Washington, siguiendo la pulida estrategia del "yo no fui", Obama se mostró "dolorido" (por el "fraude") pero dijo que era una cuestión que deberían "resolver los propios iraníes".

No obstante, y tratándose de Irán, un gigante islámico que controla la llave de paso del 40% del petróleo mundial, permanentemente agendado para un ataque militar por EEUU e Israel, la Casa Blanca y sus socios europeos (todavía) siguen guardando cierto recato y dejan que los derrotados "reformistas" y los gurcas sionistas de la prensa internacional actúen por ellos.

La maquinaria (desestabilizadora) y el clima de "protesta popular" contra el "fraude" se terminó de redondear el lunes con los grupos de militantes opositores creando caos y actos de vandalismo que dejaron siete muertos en Teherán.

De esta manera se cerró el círculo de la operación golpista con sus cuatro actores principales: El "fraude", la "protesta popular", los muertos y la presión internacional para obligar al gobierno de Irán suspender las elecciones.

El plato está servido para que los servicios de inteligencia estadounidenses y europeos (principalmente británicos), infiltrados en las usinas "reformistas" de la universidad y de los medios de comunicación iraníes, completen el escenario para hacerle perder el control de la situación al régimen de los ayatolas.

La misma táctica operativa ya la utilizaron (y la siguen utilizando) en los golpes y revoluciones "naranja" en los ex países soviéticos, la aplicaron en Birmania, lo siguen instrumentado en el Tibet, y la repiten cíclicamente cada vez que hay que desestabilizar (utilizando los procesos electorales) a algún país del eje Rusia-China-Irán que se plantan contra la hegemonia imperial USA-UE, y se constituyen como el otro frente de la guerra energética en Eurasia y Medio Oriente.

No se trata de una ataque militar (como el que tienen agendado Washington y Tel Aviv contra las usinas iraníes), sino de una operación de guerra psicológica en el frente social que utiliza a la oposición "reformista" iraní como un caballo de troya para desgastar el poder de los ayatolas y deslegitimar el triunfo de Ahmadineyad en las urnas.

Concretamente de eso se trata la nueva operación en Teherán: Utilizar el caos y las protestas violentas en las calles para quebrarles la gobernabilidad, la estabilidad económica y la paz social al gobierno de Ahmadineyad y al régimen de los ayatolas.

El eje sionista USA-UE ya tiene causa y bandera para su maniobra interna contra la reelección de Ahmadineyad, y no va a dejar pasar la oportunidad para desestabilizarlo "desde adentro".

Bien analizado, Irán es una pieza central del tablero de la "guerra fría" donde en forma progresiva las potencias centrales van delineando una tercera guerra mundial intercapitalista por la supervivencia y los recursos estratégicos que se acaban en el planeta.

Con el petróleo y los recursos de supervivencia en el centro, Irán (al igual que Ucrania, Georgia, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético) son piezas de un tablero estratégico de disputa intercapitalista (guerra fría) que tiene como protagonistas centrales al eje Rusia-China-Irán, de un lado, y al eje Washington-Unión Europea, del otro.

Y como ya es histórico en sus modus operandi, del lado de las "protestas contra el fraude" en Irán se encuentran Washington, la Unión Europea, la ONU y toda la parafernalia de organizaciones de "derechos humanos" controladas por la CIA, a través de las cuales el eje sionista estadounidense-europeo "legitima" denuncias internacionales y realiza operaciones diplomáticas para voltear gobiernos que no responden a su estrategia en Asia y Europa del Este.

Las protestas y los movimientos de caos planificado y desestabilización callejeros tras comicios electorales (Georgia, Ucrania y Bielorrusia) fueron organizados por ONGs financiadas y dirigidas por Washington utilizando las redes económicas de la CIA canalizadas a través de la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), según informes de la inteligencia rusa expuestos en el parlamento moscovita.

La maniobra fue ensayada en Georgia (2003) y Ucrania (2004) con las denominadas "revoluciones naranja" o "revoluciones de terciopelo", y otros tantos intentos se probaron con Kazajstán, Azerbaiyán, Uzbekistán y Bielorrusia, donde no pudieron obtener los resultados esperados.

Como ya se ha revelado a través de la historia, la maquinaria internacional EEUU-UE, durante todos esos procesos, intentó sustituir a líderes nacionalistas ex soviéticos por otros "más democráticos" aliados de "occidente", como fue el caso de Yushenko en Ucrania, cuya campaña fue alevosamente financiada y dirigida desde el Departamento de Estado norteamericano, por su propia esposa, que trabajó como asesora de Bush.

En esa línea, se inscribió la "rebelión de los monjes" de septiembre de 2008 en Birmania (ferozmente abortada y reprimida por la junta militar birmana), en el sudeste asiático, para desestabilizar y derrocar a la junta militar aliada de Rusia y de China, utilizando, como ya se hizo en Asia y Europa del Este, "revueltas populares" que piden "democracia" y "derechos humanos" a tono con reclamos de EEUU y la Unión Europea en la ONU.

Y esa misma táctica, con patrones operativos casi calcados, es la que hoy están utilizando en Irán para desestabilizarle el país a los ayatolas, debilitarlo a Ahmadineyad y descalificar su triunfo electoral, y solidificar el "frente reformista" pro-occidental enemigo del régimen teocrático.

La operación "caballo de troya"

Como ya lo han revelado diversos informes de medios y analistas de EEUU y Europa, el plan militar contra Irán contiene una fase de "plan de desestabilización social" mediante el cual la CIA y las agencias estadounidenses y británicas vienen operando un "frente interno" de oposición que abreva en los sectores "reformistas", tan enemigos o más enemigos de los ayatolas que las propias potencias sionistas.

Reportes árabes, europeos y norteamericanos, han señalado una infiltración creciente de la CIA entre los sectores iraníes "reformistas" con la finalidad de abrir una cuña de consenso social para una intervención armada norteamericana "liberadora" contra el gobierno y el régimen de los ayatolas, calificado por EEUU e Israel como exportador de "violencia y terrorismo".

En Irán, por ejemplo, la idea de combatir al "régimen violento" de los ayatolas prende en los sectores "reformistas" conducidos por el ahora ex presidente Jatami, que cuenta con respaldo mayoritario entre las clases medias, la universidad y los medios de comunicación iraníes, no así entre los sectores de la clase baja mas pobre y desprotegida (la mayoría de la sociedad iraní) que votaron masivamente por Ahmadineyad.

Para tener en claro como se desarrollan los hechos en Irán hay que partir de un principio: No hay un solo Irán sino que existen "dos Irán".

El primer Irán, islámico confesional, marcadamente antisionista, anti-Israel y anti-EEUU, se representa en el Estado y en el gobierno de los ayatolas que controlan con mano de hierro los dos enclaves estratégicos del poder iraní: la economía y las fuerzas armadas y de seguridad.

El segundo Irán se representa en el sector de los "reformistas" (un segmento de la sociedad formado en la ideología "liberal" y en las pautas de la sociedad de consumo capitalista occidental) cuyo emergente social y su ideología "occidentalizada" son incompatibles con el fundamentalismo religioso del régimen teocrático de los ayatolas.

El primer Irán está en guerra contra Israel y EEUU, y el segundo quiere fusionarse con a la "civilización occidental" y negociar pautas de convivencia con Israel y EEUU.

Como concepto central hay que precisar que el "Irán reformista" es tan o más enemigo del "Irán fundamentalista" como lo son Israel y EEUU.

Esta es la razón central que explica porqué las clases medias y altas "reformistas" iraníes son el natural elemento de infiltración de las potencias sionistas para derrocar a los ayatolas y a su gobierno hoy conducido por Ahmadineyad.

En ese escenario, y como complemento del plan militar, el proyecto estratégico de EEUU, Israel y las potencias sionistas aliadas, no gira alrededor de la destrucción de Irán, sino alrededor del fin de régimen de los ayatolas.

Y no hay que confundirse: La guerra de los ayatolas y de los halcones conservadores contra los "reformistas" no es solamente politico-electoral.

En esencia, los "reformistas" plantean la creación de un "nuevo Irán" exactamente en las antípodas de los valores ideológicos y religiosos del régimen teocrático que controla la administración de la republica de Irán.

Eso los convierte en columna vertebral del proyecto de desestabilización montado en las protestas contra el "fraude".

Y cuyo desenlace todavía no está claro.

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