El golpe de estado en Honduras: otra operación de desestabilización de EEUU

Barry Grey y Rafael Azul
World Socialist Web Site / Sott.net
30/06/2009
Traducción: El Averiguador

© Desconocido
Zelaya (izquierda) Morales (centro) y Chávez (derecha), legítimos líderes de Honduras, Bolivia y Venezuela. Los tres están bajo constante amenaza de asesinato o golpes de estado por parte de EEUU.

Mientras que públicamente se opone al golpe de estado que destituyó al presidente hondureño Manuel Zelaya el día domingo, la administración de Obama señaló el día lunes que no eliminará la ayuda al país centroamericano, ni solicitará la restitución de Zelaya.

Luego de un encuentro en la Casa Blanca con el aliado latinoamericano más cercano a Washington, el presidente colombiano, Álvaro Uribe, el presidente Obama ratificó su posición de que el derrocamiento de Zelaya fue ilegal. Sin embargo, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, indicó a los periodistas en una junta del Departamento de Estado, que el gobierno norteamericano se abstenía de definir formalmente el derrocamiento de Zelaya, como un "golpe de estado".

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Bajo el Acta de Asistencia al Extrangero, EEUU no puede brindar ningún tipo de ayuda a un país cuyo gobierno electo sea removido por un golpe militar. EEUU entregó a Honduras $43 millones en ayuda este año y mantiene una gran presencia militar en el país, incluyendo unos 600 soldados permanentes ubicados a 70 Km. de la capital Tegucigalpa. EEUU también se abstuvo de retirar a su embajador en Honduras.

El lunes por la mañana, se le pidió a Clinton que definiera si el objetivo de EEUU era “restaurar el orden democrático en Honduras”, incluyendo el regreso de Zelaya a la presidencia. “No hemos presentado ninguna demanda desde la cual estemos insitiendo”, contestó Clinton.

La postura oficial de EEUU es que intentó converncer, sin éxito, a la armada de Honduras para que no procediera con el golpe. Sin embargo, esto deja en claro tácitamente que Washington estaba al tanto de los planes.

Dadas las íntimas y largas relaciones entre EEUU y la armada hondureña, el registro de varias décadas de golpes y dictaduras militares apoyadas por EEUU en el país y en la región, y los constantes esfuerzos para desestabilizar el régimen del presidente venezolano Hugo Chávez, no resulta creíble que EEUU no haya jugado ningún papel en el derrocaiento de uno de los aliados de Chávez en Latinoamérica.

El golpe del domingo fue la culminación de una incrementada crisis política en este empobrecido país. Zelaya, un adinerado ranchero, fue elegido en el año 2005 como candidato del burgués Partido Liberal. Se postuló con un programa de derecha, pero lo modificó en los años subsiguientes, adoptando un carácter populista y nacionalista con el objetivo de apaciguar el descontento popular, y alineándose con Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, los cuales son considerados como
regímenes hostiles a los intereses norteamericanos en Latinoamérica, según Washington.

A comienzos de junio, Zelaya presidió la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) que temporalmente eliminó el bloqueo a Cuba. Él estaba entre los partidarios más estridentes para que se le permitiera a Cuba unirse a la organización, frustrando los esfuerzos de EEUU por mantener la cuarentena política en el régimen de Castro.

Zelaya se fue ganando cada vez más la enemistad de los sectores dominantes de la élite ejecutiva de Honduras, la rama militar y la iglesia – las fuerzas aliadas más cercanas al imperialismo norteamericano. El 12 de junio, una caravana que transportaba a Zelaya fue atacada en Tegucigalpa. Al menos una bala impactó en la limusina del presidente, quebrando el parabrisas.

El esfuerzo de Zelaya por llevar adelante el referéndum sobre la modificación de la constitución fue el pretexto del golpe. Sus oponentes señalaron al referéndum como un intento de anular un límite constitucional sobre la permanencia presidencial de un solo período de cuatro años. El referéndum proponía que se realice una votación el 20 de noviembre, el mismo día que las elecciones nacionales, para establecer una convención constitucional.

A comienzos de este mes, la Corte Suprema hondureña declaró
al referéndum como inconstitucional , y el jefe de la armada, General Romeo Vásquez, rechazó su realización. Cuando Zelaya despidió a Vásquez, la Corte Suprema se opuso a su decisión y reincorporó al general. El pasado jueves, Zelaya encabezó una manifestación para incautar votos del referéndum que estaban siendo retenidos por los militares.

Cuando Zelaya intentó, el día domingo, llevar adelante el referéndum, remodelado como una encuesta de opinión no-obligatoria, los militares ingresaron a su casa, lo arrestaron y fue deportado a Costa Rica. El Congreso hondureño, con el visto bueno de la Suprema Corte, eligió al orador parlamentario, Roberto Micheletti, miembro del Partido Liberal de Zelaya, como “presidente interino”.

Los militares impusieron el toque de queda en Tegucigalpa, cortando la electricidad, cerrando medios pro-Zelaya y arrestando al ministro de relaciones exteriores y otras autoridades del gobierno. Cuba denunció que su embajador en Honduras y los embajadores de Nicaragua y Venezuela fueron golpeados por soldados que dirigían el golpe de estado.

Desde el domingo persiste una calma tensa entre la armada y los manifestantes pro-Zelaya en las afueras del palacio presidencial. El lunes hubo informes de ataques con gas lacrimógeno contra los manifestantes.

Zelaya ha jurado regresar al poder, y el golpe ha sido condenado por EEUU, la Unión Europea, la OEA, Naciones Unidas y los líderes de Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Colombia y otros países aliados al régimen de Zelaya, que se encontraron el domingo por la noche en Managua.

Justificadamente Chávez ha tildado al golpe como una amenaza abierta a su régimen. Acusó a EEUU de complicidad, alegando la participación de Otto Reich, un operador anti-Castro y personaje predilecto de los exiliados anti-Castro en Miami desde hace años. Reich jugó un importante papel como funcionario en el Departamento de Estado de la administración de Reagan en la conspiración Irán-Contra, en la cual Reagan autorizó el financiamiento secreto de los Contras anti-Sandinistas, en violación del tratado de Boland, que había sido aprobado por el Congreso prohibiendo la ayuda norteamericana a los escuadrones de la muerte de los Contra.

Reich fue uno de los veteranos de Irán-Contra que fueron nombrados en puestos del gobierno de la administración de George W. Bush, trabajando como secretario asistente de estado para asuntos del hemisferio occidental.

EEUU utilizó el sur de Honduras como base de operaciones para su guerra de poder en los 80s contra el régimen nacionalista de izquierda aliado a Cuba, la vecina Nicaragua.

Existen paralelos entre los eventos de Honduras y el fallido golpe contra la Venezuela de Chávez en el 2002. El actual embajador norteamericano en Honduras, Hugo Llorens, sin dudas jugó un importante papel en ese fallido intento por expulsar al electo presidente latinoamericano.

En 2002 y 2003, Llorens trabajó como director de asuntos andinos en el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de la administración de Bush. En ese puesto, fue el principal asesor del presidente y de la NSC en asuntos relacionados a Colombia, Venezuela, Bolivia, Perú y Ecuador.

Otto Reich también estuvo implicado en la tentativa de golpe de estado del 2002, reuniéndose con figuras de la oposición venezolana en los preparativos del intento de expulsar a Chávez.

Reich es actualmente miembro del consejo del Instituto del Hemisferio Occidental de Cooperación en Seguridad, mejor conocido como la Escuela de las Américas, ubicada en Fort Benning, Georgia. Entre los cientos de miles de oficiales militares latinoamericanos – y líderes de escuadrones de la muerte – que fueron entrenados en la Escuela de las Américas, se incluyen dos de los líderes del golpe del domingo en Honduras, el General Romeo Vásquez y el General de la Fuerza Aérea, Luis Javier Prince Suazo.

Otro graduado de la Escuela de las Américas fue Policarpo Paz Garcia, que gobernó Honduras en 1980-82. Paz Garcia creó el Batallón 3-16, uno de los escuadrones de la muerte más temidos en toda Latinoamérica.

Comentando los cálculos de la administración de Obama detrás de la desaprobación oficial del golpe en Honduras y de la retórica pro-democrática, el sitio Web de inteligencia Statfor señaló el lunes que EEUU podía ejercer una presión irresistible sobre Honduras para restaurar el poder a Zelaya, ya que EEUU provee el mercado para el 70 por ciento de las exportaciones del país. “Sin embargo”, escribió Stratfor, “el objetivo de la presión económica sería para que el presidente interino Micheletti mueva los hilos a favor de la democracia, y de elecciones abiertas – como las ya establecidas para el 29 de noviembre – lo cual apaciguaría fácilmente a EEUU”.

El Washington Post informó que John Negroponte, oficial del Departamento de Estado norteamericano, dijo que las declaraciones de Clinton “parecieron reflejar la reticencia de EEUU para imaginar a Zelaya regresando incondicionalmente al poder”. El periódico cito a Negroponte diciendo, “creo que ella quiere preservar cierta influencia para que Zelaya retroceda en su insistencia por el referéndum”.

Negroponte sabe de qué habla. Fue embajador norteamericano en Honduras durante los 80s y virtualmente condujo la guerra norteamericana contra Nicaragua con base en Honduras.

Parece que la administración de Obama está involucrada en una operación dirigida a derrocar permanentemente a Zelaya o a negociar un regreso al poder bajo ciertas condiciones que debiliten su gobierno y para que sus políticas favorezcan a los intereses de EEUU. Esto, en cambio, facilitaría los esfuerzos norteamericanos de desestabilizar a Chávez en Venezuela y modificar el balance de poder en toda Latinoamérica.

Sin embargo, la administración de Obama aprendió de la desastrosa falla de la administración de Bush en el golpe contra Chávez hace siete años. Está buscando ocultar sus verdaderas intenciones detrás de la oposición formal al golpe de estado en Honduras, y adoptar una postura pública de fidelidad con las elecciones democráticas.

Es más, EEUU no se encuentra en posición de apoyar abiertamente un golpe de estado en Honduras ni de mantener una postura pública de neutralidad mientras lleva a cabo una guerra de propaganda y campaña de desestabilización en Irán, basándose en acusaciones de que el régimen del presidente Ahmadinejad cometió fraude en las elecciones del 12 de junio.

Un inconfundible indicador de la verdadera actitud de la administración de Obama respecto a los eventos en Honduras es la respuesta de los medios norteamericanos. Estos, encabezados por el New York Times, inmediatamente adoptaron las acusaciones de la oposición iraní de que las elecciones habían sido arregladas y que había tenido lugar un golpe de estado, sin presentar ningún tipo de evidencia concreta que las apoye. Proveyó una cobertura sin interrupciones de manifestaciones antigobierno, y la facción disidente del régimen clerical proclamó estar conduciendo una “revolución verde” por la democracia.

En contraste, los medios norteamericanos han provisto una mínima cobertura del verdadero golpe en Honduras. Apenas ha informado sobre las medidas del estado-policial, sobre los arrestos y golpizas llevadas a cabo por los militares hondureños, y trataron a los manifestantes que se oponían al golpe con una absoluta indiferencia. El lunes por la noche, los eventos en Honduras quedaron relegados a una mera mención en tres emisiones de noticias, muy por detrás de la muerte de Michael Jackson.

¿Qué hay detrás de este desolador contraste? El simple hecho de que el gobierno norteamericano se oponga al ganador de las elecciones en Irán y apoye a aquellos que expulsaron a Zelaya en Honduras.

Los medios, en particular el New York Times, que apoyaron el intento de golpe de estado del 2002 en contra de Chávez, proveen claras señales de una participación norteamericana en el golpe de Honduras. Un mes atrás, a medida que la crisis política en Honduras aumentaba, el Times publicó un provocativo artículo titulado “Chávez busca ajustarle la cuerda a los militares”. El artículo vendía, sin pruebas, declaraciones de medidas masivas por parte de Chávez contra disidentes dentro de la armada venezolana. Este artículo, sin dudas escrito a pedido de la CIA, fue un cierto indicador de que EEUU estaba preparando una revuelta en la región.

Comentario Sott: Esto parece un trabajo para el Equipo Secreto (The Secret Team):
“Un golpe de estado o asesinato nunca es una certeza desde el punto de vista de los planificadores; pero si EEUU retira su apoyo a un gobierno, y no existe una firme oposición a un posible golpe de estado o asesinato, éste sucederá”.
p.6 El Equipo Secreto, L. Fletcher Prouty


1 comentarios:

ddF dijo...

q bien, una continuacion de la guerrafria a nivel regional.