El sin sentido de la vacuna para el virus del papiloma humano

Dsalud
23/07/09

El Gobierno español pretende que todas las niñas de entre 11 y 14 años reciban en nuestro país la llamada Vacuna del Virus del Papiloma Humano dos de cuyas variantes son consideradas la causa del 70% de los tumores malignos de cuello uterino y del 90% de las verrugas genitales. Una decisión adoptada ¡en Consejo de Ministros! lo que demuestra que se trata de una cuestión política y no sanitaria. Y no sólo porque la vacuna jamás se ha probado en niñas de esas edades sino porque no hay nada que justifique su eficacia y, por tanto, no se justifica ni la vacunación masiva ni las prisas por hacerlo.

...Siga leyendo, haciendo click en el título...

Las autoridades sanitarias españolas esperan que en los próximos años más del 90% de las niñas de entre 11 y 14 años hayan recibido una vacuna tetravalente recombinante que se supone protege de algunas variantes del Virus del Papiloma Humano (VPH) y que ha sido presentada en los medios de comunicación -de forma gratuita- como "la vacuna contra el cáncer de útero". Llamada Gardasil está comercializada en España por Sanofi-Pasteur-Merck Sharp & Dohme.

La decisión fue adoptada en Consejo de Ministros el pasado 24 de agosto a propuesta del recién nombrado Ministro de Sanidad y Consumo Bernat Soria a pesar de que su antecesora en el cargo y actual ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, no era partidaria de ello, no lo consideraba asunto urgente o prioritario y admitió además públicamente que "la efectividad real" de la misma "sólo se conocerá dentro de 35 años". En otras palabras, se pretende poner a centenares de miles de niñas una vacuna cuya eficacia no se ha probado jamás en ellas y no podrá conocerse hasta dentro de varias décadas. Ignorándose además si puede o no tener efectos secundarios graves. Panorama que, a pesar de todo, no ha impedido su aprobación. Es más, el pasado 20 de septiembre la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos fijó en ¡104 euros! el precio de cada dosis y como cada niña deberá recibir al menos tres el coste por persona será de ¡312 euros! Seis días después la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud acordó incluirla en el calendario vacunal dando como plazo límite a las comunidades para incorporarla el año 2010. Eso sí, de forma voluntaria y no obligatoria. La decisión, afortunadamente, será pues de los padres -o tutores- de las niñas.
Y claro, el lector se preguntará si existe algún estudio o ensayo que haya demostrado que la vacuna es eficaz en el grupo de edad para el que se ha aprobado gubernamentalmente. Y debemos decirle que la respuesta es NO. No existe NINGUNO. No hablamos de estudios de seguridad sino de estudios de eficacia que justifiquen la vacunación. Luego, ¿qué razones hay para la propuesta gubernamental de vacunación masiva? Los escasos ensayos efectuados para probar su eficacia se han hecho sólo con jóvenes de más de 15 años. En niñas de entre 9 y 15 sólo se ha testado la "seguridad" y la respuesta del sistema inmune.

Bueno, pues a pesar de ello las multinacionales que han decidido hacer negocio con ella -gracias a la complacencia de las agencias reguladoras y de algunos gobiernos- han asumido que si es "eficaz" en muchachas mayores -lo que también es discutible- debe serlo igualmente en las más jóvenes. Y han decidido proponer a los gobiernos su vacunación. Lo que no se le dice a la población -y gran parte de los periodistas y médicos ignoran- es que en el seno de la comunidad médica y científica no hay precisamente consenso sobre este tema. Entremos a valorarlo.

En la actualidad se conocen más de cien tipos de Virus del Papiloma Humano y la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer entiende que al menos quince de ellos son cancerígenos. Considerándose además que dos tipos -los numerados como 16 y 18- son responsables del 70% de los tumores malignos de cuello uterino- y los números 6 y 11 del 90% de las verrugas genitales o condilomas y de un elevado porcentaje de las displasias cervicales leves. Bien, pues la vacuna de la que hablamos se supone que protege del contagio de esos cuatro tipos de virus del papiloma humano (y no del otro centenar de tipos del mismo virus). Sin embargo, se obvia decir que generalmente las infecciones por los virus del papiloma humano ceden de forma espontánea -casi siempre antes de dos años- especialmente en el caso de las adolescentes. Y que sólo cuando no es así podrían provocar lesiones genitales externas -vulvares y vaginales- además de verrugas genitales y, a veces, lesiones precancerosas de cuello uterino que en el caso de que no se tratasen podrían dar lugar veinte o treinta años después a un cáncer.

En suma, la posibilidad de contraer cáncer a causa del virus del papiloma humano es escasísima. Y de ahí que a fin de justificar la vacuna se utilice la táctica de generar miedo entre la población recurriendo a estimaciones mundiales. Por ejemplo, diciendo que cada año hay más de 500.000 casos nuevos y 280.000 muertes. Lo que se silencia es que la gran mayoría de esos casos aparecen en países subdesarrollados donde las condiciones higiénicas son pésimas y las defensas de quienes se contagian están bajo mínimos.

En pocas palabras, no hay NADA que justifique la vacunación masiva de nuestras hijas. A pesar de lo cual la aprobación de Gardasil en la Unión Europea tuvo lugar en un plazo inusualmente corto: apenas nueve meses. Y en Estados Unidos en sólo seis.

Cabe añadir que según el Instituto Nacional de Estadística en España murieron 594 personas en el 2005 a causa de cáncer de cuello de útero -provocado por todos los tipos de virus- lo que supone una tasa -ajustada por edad- de 2 muertes por cada 100.000 mujeres... siendo la edad media de las fallecidas de ¡63 años! (tasa de mortalidad que, por cierto, está entre las más bajas de Europa). Y además, de esas muertes el 30% se debió a cánceres provocados por tipos del virus no incluidos en la vacuna.

Así que, ¿alguien puede explicar de forma razonada por qué el Gobierno ha decidido proponer una vacunación masiva de nuestras hijas, máxime teniendo en cuenta que Gardasil es una las vacunas más caras del mundo?

Verdades Incómodas

En todo esto hay demasiadas medias verdades. Para empezar no es cierto que la vacuna cuente con apoyo generalizado. En Estados Unidos -donde se autorizó hace poco más de un año- existe hoy una enorme controversia porque en algunos estados quieren incluso hacerla obligatoria. Y claro, varias organizaciones cívicas -algunas opuestas claramente a lo que consideran una injustificada hipervacunación infantil- han dejado ya sentir su peso. En Texas, por ejemplo, se decidió obligar a los padres a que todas sus hijas se vacunasen pero la decisión fue posteriormente revocada. Desafortunadamente en estos momentos hay otros 20 estados donde se discute si la vacunación debe ser voluntaria o hay que exigirla para permitir la escolarización de los niños.

Y, sin embargo, las razones para dudar de su necesidad fueron expuestas por ejemplo en el Editorial del número de mayo pasado de la revista JAMA -el diario de la Asociación de Médicos Americanos- bajo el título Obligatoriedad de la VPH - Salud pública frente a salud privada-, texto firmado por Lawrence Gostin -del Georgetown Law Center de Washington- y la doctora Catherine DeAngelis -Editora Jefe de JAMA-. Y éstos son, resumidos, los argumentos esgrimidos que, sin embargo, han tenido escaso eco -por no decir nulo- en la mayoría de los medios de comunicación españoles que, antes bien, han recibido encantados y acríticamente la aparición de "la nueva y prometedora vacuna" con el infantilismo que ya caracteriza a la mayoría de ellos.

1) Los datos sobre la eficacia y seguridad de la vacuna son muy escasos. Según remarcan ambos autores "los ensayos clínicos han implicado hasta el momento a una población relativamente pequeña (menos de 12 000 personas) durante un período limitado de seguimiento (5 años). Y nunca se ha evaluado la eficacia de la vacuna entre muchachas más jóvenes (9 a 15 años)".

2) La eficacia y seguridad a largo plazo de la vacuna necesita evaluarse con una población más numerosa, particularmente entre las más jóvenes. "Un médico -explican los autores del Editorial de JAMA- sólo puede proporcionar honestamente la siguiente información a una muchacha de 12 años para obtener su consentimiento: 'Las tres inyecciones probablemente te protejan de una posible infección que sólo puedes contraer por contacto sexual pero la investigación no ha demostrado cuánto tiempo durará la protección ni si puede tener efectos negativos sobre tu salud'".

3) No se justifica la urgencia por vacunar. El Virus del Papiloma Humano no es una enfermedad aerotransportada altamente infecciosa que justifique una vacunación obligatoria. No hay riesgo inmediato de transmisión rápida del VPH en nuestras escuelas al igual que pudiera llegar a ocurrir en un momento dado con un brote de meningitis o sarampión.

4) Los tipos de alto riesgo del Virus del Papiloma Humano (VPH) -el 16 y el 18- apenas se dan en España al igual que en Estados Unidos (representan el 3,4% de todas las infecciones del virus). Es más, en nuestro país la prevalencia de infección por VPH es una de las más bajas de Europa como en su momento reconoció la ministra Elena Salgado.

5) La inmensa mayoría de las mujeres que resultan infectadas por los virus de alto riesgo del VPH no desarrollan cáncer de cérvix. Es más, el 90% de las personas infectadas por los distintos tipos del virus del papiloma humano se ven libres de él antes de 2 años.

6) Nada justifica la vacunación obligatoria entre niñas en edad escolar por lo que ello provoca inquietud en muchos padres. "Hacer obligatoria la vacuna -afirman Gostin y DeAngelis- contribuye a aumentar la preocupación que muchos padres han sentido siempre sobre la seguridad de las vacunas. Y la obligatoriedad puede tener la consecuencia involuntaria de aumentar las aprensiones públicas de los padres sobre las vacunaciones en la niñez".

7) Otra consideración importante que se plantean los autores es quién se hará cargo de las posibles compensaciones a las niñas vacunadas o a sus familias en el caso de que en el futuro se produjeran efectos nocivos serios... si es el propio Estado el que obliga a la vacunación. "Haciendo obligatoria la vacunación -señalan- el Estado complicaría probablemente las demandas en caso de daños, con algunos tribunales sosteniendo que el fabricante no tendría ninguna -o reducida- responsabilidad por los posibles daños causados al consumidor. Éticamente, si el Estado obliga a una vacunación por mandato debe también proporcionar un sistema de remuneración".

8) El comportamiento de los laboratorios ha sido completamente inadecuado. Así lo afirman ambos autores al considerar que por ser los directamente beneficiados por las vacunaciones obligatorias deberían haberse abstenido de financiar medidas para "persuadir" a los estados y a los funcionarios de convertir la vacuna en obligatoria.

9) Al tratarse de un Editorial que aúna cuestiones científicas y cuestiones de política sanitaria los autores se plantean algo que en España ni siquiera se ha planteado: ¿A qué otros servicios médicos públicos tendrá que renunciar o dejar de atender la sociedad debido al alto coste de la vacuna y teniendo en cuenta su relación coste-beneficio? Según los datos provisionales del Padrón del 2006 el grupo de niñas entre 11 y 14 años en España es de 787.031. Luego si todas se vacunasen los laboratorios se embolsarían más de 245.000.000 de euros (más de 40.000.000.000 de pesetas). Gigantesco negocio -sólo en España- que evidentemente da mucho "juego".

10) En suma, la conclusión final de los autores no puede ser más explícita y crítica: "El beneficio privado nunca debe imponerse a la salud pública". El Editorial termina por ello haciendo una llamada directa a la prudencia que hubieran debido tener en cuenta los responsables de Sanidad en nuestro país: "Dentro de unos años, cuando más datos y experiencias mejoren los informes disponibles para médicos y legisladores sobre los riesgos y las ventajas, los estados podrían considerar requerir la vacunación contra el VPH como condición para la entrada en la escuela.

Pero por ahora es preferible tomar una postura de acercamiento y ver la vacunación voluntaria contra el VPH como parte de un paquete para prevenir infecciones de transmisión sexual y cáncer de cérvix. Un acercamiento sistemático a la prevención incluiría promover una actividad sexual reducida y formas más seguras de sexo, la investigación del cáncer de cérvix (los test Papanicolau y las pruebas de VPH) y educación sobre el VPH y el cáncer de cérvix entre alumnos, profesionales de los cuidados médicos y público en general".

Clamar en el desierto

Debemos agregar que los argumentos de Gostin y DeAngelis vienen a respaldar en el seno de la comunidad científica la rotunda oposición que desde hace meses mantiene Diane M. Harper sobre la posible obligatoriedad de vacunar a las niñas de entre 9 y 15 años. "Vacunar a una niña de once años es como permitir efectuar un gran experimento público de salud". Añadiendo: "Dado que no sabemos cuánto tiempo pasará hasta que la vacuna Gardasil necesite un refuerzo no tiene ningún sentido declararla obligatoria". Y aclaramos que Harper no es precisamente una activista antivacunas. De hecho ha dedicado los últimos 20 años de su vida ¡a desarrollar la vacuna contra el VPH! Es investigadora, médica, profesora y directora del Grupo de Investigación Ginecológico de Prevención del Cáncer del Norris Cotton Cancer Center en la Dartmouth Medical School de New Hampshire (EEUU). Cualquiera puede consultar en Internet su nombre junto a las siglas VPH (Human Papilloman Virus) en Medline si quiere conocer sus trabajos o, incluso, acudir a escucharla el próximo 17 de noviembre a Oviedo donde ha sido invitada a hablar en el XIX Congreso Anual de la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia. Intervendrá a las 9,45 h para hablar de las evidencias de la vacuna bivalente -tipos 16 y 18- contra el VPH. Algo de esto sabrá por tanto.

Pues bien, con la autoridad que le da su experiencia Harper afirma lo siguiente: "Es absurdo obligar a la vacunación obligatoria de muchachas de 11 o 12 años ya que no hay suficiente evidencia recogida sobre los efectos secundarios como para saber que la seguridad no es un problema". Y es que según desvela la investigadora norteamericana no se han probado nunca sus efectos tras ser aplicada con alguna de las otras vacunas que una niña de once años puede llegar a recibir; por ejemplo, las de la rubéola o la meningitis.

Curiosamente, como directora de un ensayo clínico internacional para probar la eficacia de la vacuna -en muchachas entre 15 y 26 años- y como autora de importantes artículos acerca de la eficacia de las vacunas Harper ha sido ampliamente citada al afirmar que la vacuna podría tener un potencial enorme para suprimir la gran mayoría de los cánceres de cérvix pero también silenciada cuando comenzó a plantear la falta de pruebas sobre la seguridad y la eficacia de la vacuna en las niñas de menor edad.

Para Harper, pues, la idea -no importa las buenas intenciones que haya tras ella- no es buena. E insiste mucho en que no se trata de una vacuna contra el cáncer ni para su cura. Es sólo una vacuna preventiva para evitar la infección de algunos tipos del VPH y sólo de ellos, no para la totalidad de los que pueden acabar derivando en cáncer. Es más, agrega rotunda: "Merck ha constatado que su eficacia para curar el cáncer es del 0%. Pero es una vacuna muy, muy buena para prevenir los tipos de VPH responsables de la mitad de las lesiones de cérvix de alto grado que causan cerca del 70% de los cánceres cervicales. En Estados Unidos eso significa que la vacuna prevendrá la mitad de precursores de alto riesgo de cáncer pero a pesar de ello centenares de miles de mujeres que se vacunen con Gardasil y se hagan la prueba anual con el test Papanicolau comprobarán que aún así han contraído una displasia de alto grado".

Harper apunta además un dato que ha pasado desapercibido en el escaso debate público generado en torno a la vacuna en nuestro país: el VPH no se trasmite sólo a través del acto sexual. "El VPH -ha explicado Harper- es una infección de piel-a-piel. Y aunque la única manera de conseguir displasia cervical es con una infección de VPH y éste está normalmente asociado con la actividad sexual no se extiende sólo mediante el sexo. Tenemos múltiples informes donde queda documentado. Sabemos que niñas de 3, 5 o 10 años y mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales han dado positivo para los tipos de VPH que causan el cáncer".

Además reveló que la vacuna funciona sólo si la muchacha o mujer que la recibe no está ya infectada por alguno de los virus incluidos en ella en el momento de la inoculación. ¿Se harán pues pruebas previas a la vacunación para conocer ese dato? Porque si se diera el caso de que en el momento de la vacunación dieran positivo a alguno de esos tipos la vacuna no sólo no les serviría de nada sino que además se expondrían a posibles efectos secundarios.

Para los políticos Harper tiene otro mensaje: la vacunación de las muchachas más jóvenes hoy no garantiza su protección en el futuro. Porque nadie sabe aún la duración de los efectos de la vacuna. Se calcula que puede ser efectiva durante cinco años como máximo pero no se sabe con seguridad. Y ello significa por tanto que todas tendrán que volverse a vacunar... cada cierto tiempo. ¡Vaya negocio! Una vacuna supercara que hay que ponerse como mínimo cada cinco años y que ni siquiera garantiza el éxito. Pero claro, esto se silencia.

Finalmente Harper considera que inocular a muchachas muy jóvenes puede crear a la larga un falso sentido de protección porque la información al público es tan deficiente que el propósito de la vacuna ha sido mayoritariamente malinterpretado. Y muchas de las adolescentes y mujeres que sean vacunadas desarrollarán un falso sentido de seguridad al creer que han quedado inmunizadas contra el cáncer de cérvix cuando no es así descuidando los controles anuales que sí se consideran cruciales para diagnosticar displasias antes de que puedan convertirse en cáncer.

Ésa es la razón por la que la protección a largo plazo para la prevención del cáncer es el camino más eficaz a la hora de prevenir. "La vacuna es buena y ahorrará un número enorme de vidas en todo el mundo -afirma Harper- pero si las mujeres se vacunan y como consecuencia no se realizan sus tests o deciden repetirlos irregularmente en Estados Unidos tendremos un aumento del cáncer de cérvix porque con los test Papanilcolau se obtienen resultados muy buenos. Mi principal discrepancia radica pues en que no necesitamos vacunas obligatorias para las muchachas más jóvenes".

No nos cabe la menor duda de que la valiente posición de Harper puede llegar a comprometer sus próximas investigaciones. Porque aunque ella no tiene personalmente acceso al dinero de Merck y GlaxoSmithKline ambos laboratorios han estado invirtiendo en Dartmouth para su investigación. Y los ensayos en los que está trabajando son costosos -entre 4.000 y 5.000 dólares por paciente y 100 pacientes por estudio- por lo que sus denuncias podrían traerle problemas si cualquiera de esas dos multinacionales decide cortar el grifo del dinero ante sus comentarios. Afortunadamente en ella prima la ética: "Deseo poder dormir tranquila cuando me acuesto por las noches -diría como colofón Harper-. Mi preocupación es conseguir lo mejor para la salud de las mujeres. Sigue siendo una buena vacuna, pero seamos honestos: no hay que exagerar sobre su eficacia".

¿Seguro que es segura?

Por otra parte, ¿qué se sabe en realidad de su seguridad? Los potenciales efectos secundarios -reconocidos y publicados por Merck Sharp & Dohme- son dolor, fiebre, náuseas, vértigos y picores, todos ellos habituales en otras vacunas. Sin embargo, además de que no se ha investigado qué puede pasar si se da a la vez que otras vacunas empieza ya a haber indicios de más situaciones de riesgo.

Según Judicial Watch -una organización independiente que investiga en Estados Unidos los posibles problemas de corrupción en la Administración- a 15 de mayo de este año había ya 1.637 informes de reacciones adversas a la vacuna. Un dato que les fue proporcionado por la propia FDA cuando la organización, al amparo de la ley de Libertad de Información -la conocida Freedom of Information Act-, pidió esos datos. Y según éstos la muerte de al menos tres personas parecieron estar relacionadas con la vacuna. Así, una paciente falleció de un coágulo de sangre tres horas después de ser vacunada con Gardasil. Y dos jóvenes, una de 12 y otra de 19, murieron por un problema en el corazón y por coagulación de la sangre.

Y no es más que la punta del iceberg: "Los informes adversos que provoca la vacuna de VPH proporcionados por la FDA se leen como un catálogo de horrores -llegaría a afirmar el presidente de Judicial Watch, Tom Fitton-. Cualquier estado o gobierno local sitiado por las campañas de Merck para hacer obligatoria la vacuna contra el VPH para las muchachas jóvenes debería echar una ojeada a esos informes. Es como si una vacuna no probada, con efectos secundarios peligrosos, se esté vendiendo como una droga milagro". Recomendación que debieran haber tenido en cuenta Bernat Soria y su equipo.

Y no han sido los únicos en recoger datos sobre posibles efectos secundarios. El National Vaccine Information Center (NVIC) -organización para la prevención de lesiones y muertes como consecuencia de las vacunas- informó a comienzos de agosto que según los datos sobre reacciones adversas al Gardasil proporcionados al sistema de seguimiento nacional -el Vaccine Adverse Event Reporting System (VAERS)- existe lo que ellos consideran una evidencia significativa estadística de asociación entre el Gardasil y el síndrome de Guillain-Barre (GBS), con un riesgo creciente estadísticamente significativo de GBS y otros informes adversos serios cuando Gardasil se coadministra con otras vacunas, especialmente con la vacuna meningococal Menactra de Sanofi Pasteur sobre cuyos efectos secundarios también hay numerosas denuncias (el GBS es una dolencia que se caracteriza porque el sistema inmune del cuerpo ataca al sistema nervioso periférico y puede llegar a causar parálisis total).

"Nuestro análisis de los informes al VAERS sobre el Gardasil -explicó Vicky Debold, Directora de Seguridad del Paciente del National Vaccine Information Center (NVIC)- indican que había más probabilidades de que acontecimientos adversos serios, tales como el GBS, fueran reportados cuando Gardasil se había aplicado conjuntamente con Menactra que cuando se aplica sola. Estándares científicos comúnmente admitidos indican que estos resultados son estadísticamente significativos y no se pueden desechar como coincidencias. Particularmente, los datos disponibles del VAERS muestran que hay más de un 1.000% de incremento del riesgo después de la administración de Gardasil, cuando Menactra es aplicada al mismo tiempo".

El NVIC encontró que, a 31 de mayo, habían sido 2.227 los acontecimientos adversos tras la vacuna Gardasil informados al VAERS incluyendo 13 casos sospechosos o confirmados de GBS a los que hay que añadir otros dos informes de GBS conocidos en junio. En total pues 15 casos de GBS y 239 casos de síncope (pérdida temporal de sentido), muchos de los cuales dieron lugar a lesiones en la cabeza y otras fracturas. "El principio preventivo -afirma Barbara Loe Fisher, cofundadora de y presidenta del NVIC- dicta que la buena ciencia debe preceder a las recomendaciones sobre vacunas de los CDC. Los padres tienen derecho a contar con pruebas sobre la seguridad de las nuevas vacunas como Gardasil y no a asumir simplemente que son seguras antes de que se den simultáneamente junto con otras vacunas a sus niño/as".
Un ejemplo de reacción adversa recogido por el NVIC fue el de Shannon Nelson. Atleta del área de Chicago, músico y artista de 18 años de edad informó al NVIC que recibió simultáneamente la vacuna del VPH (Gardasil), la vacuna meningococcal (Menactra) y la vacuna de la varicela (Varivax) el 21 de junio. Una semana después tenía zumbidos, entumecimiento y debilidad muscular. Fue empeorando progresivamente. A las dos semanas -el 3 de julio- apenas podía caminar ya ni mover los brazos. La hospitalizaron el 5 de julio paralizada con GBS y pasó 22 días en el hospital. "Antes de las vacunas corría seis millas al día -cuenta Nelson-. Los médicos me dijeron que probablemente hubiera terminado conectada a un respirador si no hubiera estado en tan buena forma. Ahora estoy fuera del hospital y hago mucha terapia física. Apenas deseo ir a la universidad y hacer las cosas que hacía antes, como tocar la guitarra. Apenas puedo sonreír. Mi madre y yo hubiéramos deseado saber los riesgos de la VPH, especialmente lo que puede ocurrirle a uno si se aplica junto a otras vacunas al mismo tiempo".

Depende de como de lean

Tras el Editorial del JAMA fue el New England Journal of Medicine el que hizo sonar de nuevo las campanas de la prudencia con motivo del comentario de los resultados de dos estudios Fase III -Future I y Future II- sobre la eficacia de la vacuna contra el VPH. Tampoco en esa ocasión se incluyó a niñas de 11 a 14 años. Los ensayos se realizaron en jóvenes de 15 a 26 años y fueron presentados públicamente como la "prueba inequívoca" de la efectividad de la vacuna. Solo que eso depende de cómo y quién interpreta los resultados. Así, los doctores George F. Sawaya y Karen Smith-McCune -médicos de la Universidad de California de San Francisco (EEUU)- tras analizar los mismos publicaron un texto en el que afirman que la eficacia de la vacuna para reducir lesiones cervicales precancerosas de cualquier tipo de VPH era más bien modesta pues a los 3 años el 3'6% de las mujeres vacunadas sufrieron a pesar de ello esos problemas en comparación con el 4'4% del grupo de mujeres que no se vacunaron. Es decir, los índices de las lesiones más severas no sufrieron una reducción perceptible como consecuencia de la vacunación. "Es comprensible la respuesta positiva que ha suscitado las posibilidades de la vacuna pero debemos ser equilibrados a la hora de valorarla con lo que realmente se sabe -dice Smith-McCune-. La cuestión no es si deseamos proteger a las mujeres contra el cáncer cervical sino saber cuál es la seguridad y eficacia de esta vacuna específica. Como con cualquier medida preventiva necesitamos estar absolutamente seguros de que las ventajas de la vacunación compensan los daños antes de que emprendamos programas de vacunación masivos. Una de las principales cuestiones es valorar si apuntar a sólo dos de los al menos 15 tipos de VPH que causan cáncer cervical es suficiente para afectar el desarrollo de las situaciones precancerosas y de cáncer cervical".

En suma, se ha afirmado que los estudios Future demuestran la eficacia casi del 100% de la vacuna contra los tipos 16 y 18 del VPH pero tras la lectura del artículo de Sawaya y Smith-McCune se entiende que ello no implica -estadísticamente- que realmente disminuya la posibilidad de contraer cáncer cervical. "Con neoplasia intraepitelial cervical grado 2 o 3 o adenocarcinoma in situ como resultado -informan- la diferencia en el riesgo parece ser modesta: 219 de 6.087 mujeres vacunadas (3,6%) recibieron ese diagnóstico sobre un promedio de 3 años con respecto a 266 de 6.080 mujeres sin vacunar (4.4%). La diferencia absoluta de riesgo de 0,8% indica que necesitarían ser vacunadas 129 mujeres para prevenir un caso de neoplasia intraepitelial cervical o de adenocarcinoma in situ de grado 2 o el 3 durante este período".

¿Y si una vacuna se da a la vez que otras?

Y es aquí donde se abre otro interrogante que nadie puede aún despejar. ¿Se aprovechan los otros tipos de virus del hueco dejado por los dos desaparecidos para sembrar su malignidad? "Al menos 15 tipos oncogénicos de VPH han sido identificados -recuerdan los investigadores- así que apuntar solamente a 2 tipos puede ser la causa de que no haya tenido gran incidencia en los índices totales de lesiones preinvasivas. Los resultados del ensayo Future II demostraron que la contribución de los tipos no incluidos en la VPH a la neoplasia intraepitelial cervical total o adenocarcinoma in situ grado 2 o el 3 era importante (…) pero la incidencia total de la enfermedad, sin importar el tipo de VPH, continuó en aumento apuntándose la posibilidad de que otros tipos oncogénicos de VPH llenaran eventualmente el lugar biológico tras la eliminación de los tipos 16 y 18. Un análisis de los datos de ensayo sometidos a la FDA demostró un desproporcionado -pero no estadísticamente significativo del número de casos grado 2 o 3 de neoplasia intraepitelial cervical relacionados con los tipos no incluidos en la vacuna de VPH entre mujeres vacunadas".

En suma, nos parece muy significativo -según un comunicado de la propia Universidad de California- que la doctora Smith-McCune haya decidido no vacunar a sus hijas adolescentes.

Resumiendo: nuestro gobierno ha decidido instar a los padres a que vacunen a las niñas de entre 11 y 14 años con Gardasil para prevenir que se infecten si mantienen relaciones sexuales cuando en España las jóvenes empiezan a tenerlas -de promedio- hacia los 16 años (más en el caso de relaciones coitales). Sin que jamás se haya probado la vacuna en niñas de esa edad. Que no es útil si la niña no es virgen. Con una vacuna que se supone protege de la infección de cuatro de los más de cien tipos del Virus del Papiloma Humano (VPH) existentes y que, por si fuera poco, apenas se detectan en España. De la que no se sabe por cuánto tiempo protege lo que puede tener que obligar a ponérsela a las niñas una y otra vez cada pocos años. Y todo ello para prevenir una infección que en caso de contraerse suele curarse sola en un plazo máximo de dos años. Que en los poquísimos casos en que no es así puede efectivamente llevar a padecer una displasia pero se trata de un problema que tiene tratamiento eficaz. Y que sólo en un número aún más reducido de casos desemboca en cáncer... ¡20 o 30 años después! Lo que sucede mayoritariamente en personas con las defensas muy bajas y en lugares de escasa higiene. Y encima se trata de una vacuna cuya seguridad está en entredicho, especialmente en los casos en que se combina con otras vacunas porque jamás se han estudiado los riesgos. Tal es la vacuna que nuestros irresponsables gobernantes pretenden que se pongan nuestras hijas pequeñas de forma masiva. Y no vamos a insistir en su coste -tanto para las familias como para el sistema sanitario- pero es escandaloso.

Antonio F. Muro

La opinión del Dr. Juan Gervás

El Dr. Juan Gérvas -miembro del equipo CESCA, colectivo español que agrupa a muchos médicos de Atención Primaria- es uno de los pocos médicos que ha levantado públicamente su voz contra la vacunación masiva en nuestro país. Así lo manifestó el pasado 30 de agosto de 2007 durante el acto que bajo el titulo Vacunar contra el Virus del Papiloma Humano: implicaciones de una decisión tuvo lugar en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander: "Resultan científicamente inentendibles -diría entonces- las decisiones del Ministerio de Sanidad y las prisas de las distintas consejerías autonómicas. También resultan sorprendentes las declaraciones y 'consensos' de las asociaciones científicas médicas. Algunas veces son sorprendentes por su simplificación y banalización (…) Conviene pues que los profesionales de Atención Primaria 'protejamos' a las niñas y adolescentes, hasta ahora sanas y no necesitadas de más cuidados que el verlas crecer". ¿Y cuáles son las razones argüidas por Gervás para hacer esas afirmaciones? Pues básicamente las mismas que exponemos en el cuerpo central de nuestro reportaje:

No hay datos publicados que avalen la efectividad de la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano.

No hay razones científicas que avalen las prisas por vacunar.

No se han definido los objetivos de la vacunación.

Desconocemos mucho -y esencial sobre la historia natural del cáncer de cuello de útero.

No sabemos el impacto sobre la percepción del riesgo de enfermedades de transmisión sexual.

Vamos de extrapolación en extrapolación (de grupos de edad en grupos de edad, de seroconversión a eficacia, de resultados intermedios a resultados finales, de duración probada del efecto a supuestos de por vida) y con ello se pierde en seguridad y en ciencia.

Conviene la prudencia.

En suma, si las autoridades políticas introducen la vacunación conviene que los profesionales y la población conozcan sus beneficios y riesgos. Y, en último término, cabría plantear el consentimiento informado a las adolescentes. Todo ello sin olvidar la necesidad de estudios que permitan valorar el impacto y la seguridad de tal decisión".

0 comentarios: