Rusia e Irán se dan la mano

Kaveh L Afrasiabi
Asia Times Online
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
30/07/09

Puede que EE.UU. piense en Rusia como socio estratégico cuando se trata de Irán. En realidad, las tensiones geoestratégicas entre Washington y Moscú siguen siendo suficientemente poderosas como para justificar un enfoque común de Rusia y su vecino oriental Irán respecto a una estrategia disuasiva hacia la intrusiva superpotencia occidental.

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Maniobra militar conjunta en el Mar Caspio

Esta semana, una pista pequeña pero significativa se ve claramente en los ejercicios militares conjuntos de Rusia e Irán en el Mar Caspio en los que participan unas 30 embarcaciones. Son parcialmente disimulados a través de una benigna causa medioambiental.

La maniobra, bautizada “Colaboración regional por un Caspio seguro y limpio”, combina objetivos de seguridad y marítimos en el Mar Caspio, el mayor lago del mundo que también es un centro energético crucial, escena de la competencia de alternativas para la transferencia de energía. Indica una nueva tendencia en la cooperación militar entre Irán y Rusia, que con gran probabilidad aumentará en el futuro cercano e intermedio debido al estatus de observador de Irán en la Organización de Cooperación de Shanghái. El continuo conflicto por el programa nuclear de Irán debería afectar esta mejora de las relaciones.

La disposición de Irán de unirse a este ejercicio representa un cambio total frente a su actitud de hace siete años. En mayo de 2002, Teherán reaccionó enérgicamente a un ejercicio militar ruso en el Caspio – realizado después del fracaso de una cumbre sobre el tema –negándose incluso a enviar un observador militar a la maniobra.

A pesar de todos los altibajos en las relaciones entre Irán y Rusia desde entonces, el peso de las consideraciones geopolíticas y geo-económicas en ambos países ha cambiado crecientemente hacia más cooperación, para gran disgusto de Washington, que tiene interés en aislar a “Irán nuclear.”

En circunstancias en las que Rusia se siente afectada por proyectos de oleo y gasoductos respaldados por EE.UU. en la región, así como consternada por la ausencia de todo compromiso del gobierno de Barack Obama en cuanto a la instalación de un escudo antimisiles en Europa Oriental, la intención de Moscú de actualizar sus conexiones militares con Teherán es calculada. La señal a Washington es que Rusia no tolera ningún guión de “cambio de régimen” directo o indirecto respecto a Irán, un importante pilar del sentimiento anti-estadounidense en la región.

Los ejercicios militares de dos días de duración están siendo observados de cerca por los otros Estados del litoral de la región Azerbaiyán, Turkmenistán y Kazajstán – así como por Estados vecinos en el Cáucaso y Asia Central, algunos de los cuales están alineados con Occidente y están preocupados por un nuevo nivel en los vínculos militares entre Rusia e Irán.

Si Rusia cumple con su promesa de poner en operación la tan retrasada central de energía Bushehr que está construyendo en Irán, desaparecerá una gran parte de las dudas iraníes sobre Rusia. Después de todo, Rusia es el único socio nuclear de Irán y el presidente ruso Dmitry Medvedev rechazó abiertamente el intento de Obama, en su reciente visita a Moscú, de vincular un nuevo tratado de limitación de armas al tema de nuevas sanciones contra Irán.

Como era de esperar, en vísperas del ejercicio militar ruso-iraní, la secretaria de estado de EE.UU., Hillary Clinton, expresó la endurecida actitud de EE.UU. hacia Irán, declarando categóricamente que EE.UU. se opone a la posesión por Irán de un programa “de enriquecimiento pleno”, a pesar de que está permitido bajo los artículos del Tratado de No Proliferación nuclear del cual Irán es signatario. La declaración de Clinton del domingo está en agudo contraste con la declaración de Obama durante su viaje a Praga, en la que sugirió que EE.UU. estaría dispuesto a aceptar el programa de enriquecimiento de Irán mientras fuera totalmente monitoreado por el organismo de control atómico de Naciones Unidos, la Agencia Internacional de Energía Atómica.

Es indiscutible que existe una creciente brecha entre Moscú y Washington respecto a Irán y probablemente tendrá un impacto en los planes del gobierno de Obama de nuevas duras sanciones durante este año. Teherán ya ha sido afectada por varias series de sanciones de la ONU, así como por las que han sido impuestas unilateralmente por EE.UU. en relación con su programa nuclear.

El secretario de defensa de EE.UU. Robert Gates, en visita en Israel durante esta semana, dijo a sus anfitriones que se mantendrá “esperanzado” respecto al acercamiento del gobierno a Irán en los próximos meses, insinuando la aparición de un plazo para el “acercamiento” que ha turbado a Israel y a algunos Estados árabes moderados.

En comparación con el hipotético acercamiento EE.UU.-Irán, las relaciones entre Rusia e Irán progresan hacia una luna de miel nacida de consideraciones geoestratégicas. La maniobra conjunta en el Caspio puede ser un punto de partida para una colaboración militar más completa entre las armadas rusa e iraní, particularmente si Moscú deja de lado su anterior negativa de permitir que más barcos iraníes entren al Caspio a través del canal del Volga.

Puede que a los vecinos caspios de Rusia – sobre todo Azerbaiyán – no les guste, considerando la disputa entre Teherán y Bakú por un campo petrolífero en el Caspio. Sin embargo, el imperativo de una cooperación más estrecha entre Rusia e Irán para eludir la influencia occidental dicta la necesidad de reforzar la presencia naval de Irán en el Caspio.

Un tema importante tiene que ver con las posibles ramificaciones de una cooperación militar entre Rusia e Irán respecto al impasse sobre la propiedad del Mar Caspio. La mayor parte del Caspio ya está repartida por acuerdos bilaterales y trilaterales, que involucran a Rusia, Azerbaiyán y Kazajstán. Irán sigue preocupado por la falta de cooperación de Rusia al respecto. Ha sido compensada de cierto modo por el acuerdo de ambos países sobre el uso común del agua superficial del Caspio, que data del acuerdo de amistad entre Irán y Rusia de 1921. El antiguo pacto es el fundamento legal de la actual cooperación naval entre los dos países.

Mientras tanto, el sentimiento predominante en Irán es que Moscú debe hacer algunas concesiones a Irán en el espinoso tema de la autoridad legal en el Caspio a fin de ganar la plena confianza de Teherán. Incluso funcionarios iraníes a cargo de los asuntos del Caspio no saben exactamente lo que puede hacer Rusia respecto a una situación que es parcialmente controlada por otros Estados del litoral del Caspio.

Echar la culpa a Rusia por el punto muerto sobre los derechos legales en el Caspio es un pasatiempo favorito de algunos reformistas iraníes, que desdeñan el temprano apoyo de Moscú al presidente Mahmud Ahmadineyad después de las elecciones presidenciales del 12 de junio. Tales críticas deben ser atenuadas por un cálculo frío de los límites de la influencia rusa sobre los otros Estados del Caspio que se han repartido el mar interior entre ellos.

Otro problema planteado por las maniobras tiene que ver con el Golde Pérsico, considerado un “lago estadounidense” de facto, en el cual Francia ha entrado en escena a través de un acuerdo con los Emiratos Árabes Unidos para una base militar permanente. La débil reacción de Irán a la llegada de Francia, inexcusable según los estándares de política exterior de Irán, puede ser equilibrada por un ejercicio militar parecido de Irán y Rusia en el Golfo Pérsico.

Como tal, la maniobra conjunta en el Caspio puede resultar en el presagio de una agenda más amplia que incluye el concepto de un cartel del gas.

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Kaveh L Afrasiabi, PhD, es autor de “After Khomeini: New Directions in Iran's Foreign Policy” (Westview Press) . Para su artículo en Wikipedia pulse aquí. Su último libro, “Reading In Iran Foreign Policy After September 11” (BookSurge Publishing) está en venta.

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