La debilidad de Cheney por el Lado Oscuro

Sherwood Ross
Consortiumnews.com / SOTT.net
30/07/2009
Traducción: El Averiguador

© Mr. Fish

Algunas personas del Congreso de EEUU están impactadas por las acusaciones de que el ex vicepresidente, Dick Cheney, condujo una operación de asesinatos internacionales desde la Casa Blanca sin informarles. Señalan que le dijo a la CIA que ocultara los hechos al Congreso.

Esto plantea la pregunta sobre qué tanto poder tenía Cheney realmente --- y la respuesta es que aparentemente tenía demasiado.

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En la versión de los eventos de John Yoo (el abogado de Bush), según escribe Jane Mayer en su libro El Lado Oscuro, es que “el ímpetu de violar las leyes de Ginebra…provino de la CIA. Sin embargo, varios en la agencia, vieron esto de forma diferente, sugiriendo que fue Cheney y su abogado, (David) Addington, quienes presionaron a la Agencia para que adoptara el camino hacia la tortura”.

Pocos días después del 11 de septiembre, Cheney observó que la CIA se había pasado al “lado oscuro”, pero si actuó o no en su rol de Darth Vader necesita ser establecido o negado.

Los registros parecen definir el caso en su contra. Cheney posee una extensa historia como vasallo al servicio del Lado Oscuro. Para comenzar, es un defensor del uso de la fuerza, indicando que la misma “hace que tu diplomacia avance más efectivamente cuando tratas con otros problemas”.

Cuando el primer presidente Bush falló en inducir a los votantes de Panamá a que votaran en contra del General Manuel Noriega, con $10 millones de soborno, le pidió a Cheney, en aquel entonces su secretario de defensa, que aplastase a Panamá. Cheney cumplió.

Durante la semana de Navidad de 1989, el escritor Tim Weiner señaló en Legado de Cenizas, que “bombas inteligentes redujeron la ciudad de Panamá a escombros, mientras que los soldados de las Fuerzas Especiales se abrieron camino hacia la capital. Veintitrés americanos y cientos de civiles
panameños inocentes, murieron en las dos semanas que llevaron al arresto de Noriega y después llevado a Miami”.

Ese fue un ejemplo del trabajo de Cheney.

Luego, como vicepresidente, Cheney condujo la acusación para la guerra contra la Irak de Saddam Hussein al afirmar que ‘no existían dudas’ de que poseía armas de destrucción masiva. “Muchos de nosotros estábamos convencidos de que iba a adquirir armas nucleares muy pronto”, Cheney indicó a VFW en Nashville en agosto de 2002.

Cheney también bajó una Cortina de Hierro de secretismo alrededor del régimen de Bush.

Según escribe John Dean en Peor que el Watergate, el secretismo de Bush-Cheney “es extremo --- no solo injustificado y excesivo, sino obsesivo”. Dean aclara, “Nos ha dado una presidencia que opera con agendas ocultas. Para proteger sus secretos, Bush y Cheney se evaden como forma de hacer política”.

Según informó U.S. News en diciembre de 2003, las acciones de Bush-Cheney fueron “un retroceso de décadas de apertura en el gobierno”.

De acuerdo a Weiner, seis días después del 11 de septiembre, el presidente Bush emitió una directiva secreta a la CIA ordenándole que secuestrara e interroguara a sospechosos en todo el mundo. “No estableció ningún límite sobre lo que la agencia podía hacer”, escribió Weiner. “Fue la base para un sistema de prisiones secretas, donde las autoridades y contratistas de la CIA utilizaron técnicas que incluían la tortura”.

Y en caso de que la CIA cuestionara quien capitaneaba el barco, Cheney llamaba al Inspector General a su despacho, una violación a ese cargo que no tiene precedentes, supuestamente independiente.

En cuanto a convertirse en vicepresidente, su poder llevó a muchos observadores a ver a Cheney como un “co-presidente”.

El autor Dean escribió, “Dick Cheney, efectivamente un co-presidente incógnito, trabaja a puertas cerradas y no responde ni al Congreso ni al pueblo”.

Noam Chomsky escribió en el 2006 en su libro Estados Fallidos, “El equipo Cheney-Rumsfeld, del cual Bush es la cara visible, ha demostrado repetidamente que está obsesionado con la autoridad y la disciplina”.

Se sugiere que Cheney manejaba el espectáculo: “con la aparente excepción de Rice, era Cheney quien hacía los nombramientos (de personal jerárquico), y no Bush”, aclaró James Carroll en su libro Casa de Guerra.

Después del 11 de septiembre, el régimen de Bush hizo trizas los derechos de tutela judicial efectiva para detenidos bajo sospecha. Cheney dijo que su nuevo enfoque legal "garantiza que le daremos el trato que creemos que se merecen estos individuos" --- un increíble prejuicio, ya que solo un puñado de sospechosos ingresaron alguna vez a una corte.

El autor Carroll asegura que Cheney no tiene otra cosa en mente que el ambicioso esquema de “dominio mundial mediante una abrumadora superioridad militar, con un énfasis especial en el libre acceso al petróleo...”

Carroll dice que “Bush, Cheney, Rumsfeld y el resto, tienen en sus manos la sangre de cada joven americano muerto y la sangre de varios miles de iraquíes – todos aquellos que han muerto y que morirán en esa desastrosa guerra”.

Los prisioneros eran simples peones para Cheney, no seres humanos.

Dado el patrón de criminalidad, una investigación sobre la supuesta directiva de Cheney a la CIA para ocultar información al Congreso, podría parecer comparativamente trivial. Pero al igual que Al Capone fue culpado y encarcelado por evasión de impuestos en lugar de sus asesinatos; examinar a Cheney por engañar al Congreso podría abrir la puerta del calabozo hacia otros secretos
oscuros.

Por ejemplo, fue Cheney quien después del 11 de septiembre apoyó una alianza con Uzbekistán, incluso si relacionaba a EEUU al infame régimen de tortura del presidente islámico Karimov. ¿Qué sucedió allí?

Y si de hecho le dio a la CIA este deshonesto consejo, “él violó la ley y violó el juramento de su cargo”, señala la revista The Nation sobre Cheney en su entrega del 3 de agosto. “Informes de noticias detallaron de que manera Cheney había ordenado a la agencia a mantener a los comités de la Cámara y del Senado en la oscuridad”, dijo el semanario, agregando que el Fiscal General Eric Holder había “dado pie a una nueva apertura para investigar las prácticas de interrogación del régimen de Bush”.

“Semejante pedido se concentraría en otros abusos por fuera del programa oculto de la CIA, pero la constante parece ser Cheney, cuya oficina repetidamente ha sido relacionada con el fetiche de tortura de la previa administración”, señaló The Nation, agregando, “Está claro que estos pedidos deberían proceder desde todos los frentes, no por el deseo de ‘atrapar a Cheney’ sino por el reconocimiento de que necesitamos responsables si queremos restaurar el sistema de equilibrio de poder”.

Y la única manera de prevenir cualquier repetición “es sostener firmemente que se haga responsable. Cualquier otra cosa le otorgaría una peligrosa legitimación al proyecto imperial de Cheney”, indicó The Nation. Los americanos necesitan saber la verdad acerca de Cheney – y actuar en consecuencia.

Sherwood Ross trabajó para el The Chicago Daily News y otros grandes periódicos y como columnista de servicios de cable. Actualmente dirige una empresa de relaciones públicas para “causas importantes”. Contacta con él en sherwoodr1(arroba)yahoo.com.

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