La elección se convierte en un drama de intriga para Karzai

M. K. Bhadrakumar
Asia Times Online
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
18/08/09

Las actividades de los talibanes acaparan los titulares, al extenderse a las provincias norteñas y occidentales de Afganistán. El asesinato del jefe de policía del distrito Dasht-e-Archi en la provincia norteña Kunduz el miércoles después de que los talibanes invadieron el distrito y asaltaron su cuartel en el centro de la ciudad llega como una revelación. Cantidades considerables de “combatientes extranjeros” se han movido hacia el norte con la intención de llegar al Valle Ferghana en Uzbekistán.

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La alienación de los asentamientos pastunes en el norte, la división entre uzbekos y tayikos en la región Amu Darya y la continua fragmentación del Jumbish [Movimiento Islámico de Afganistán] de Rashid Dostum son factores que ayudan a los talibanes. En general, por lo tanto, la elección presidencial en Afganistán el 20 de agosto ha asumido una inmensa importancia para la geopolítica de la región.

Karzai podría enfrentar una segunda vuelta…

Pero la elección, cuyo resultado era considerado inevitable, se ha convertido en un drama de intriga. El presidente Hamid Karzai enfrenta una amenaza existencial de ningún otro que sus mentores de otrora en Washington, mientras su campaña por la reelección entra a su semana final.

EE.UU. realiza una última tentativa de desgaste para asegurar que de alguna manera Karzai no logre asegurar una victoria directa, lo que requeriría una segunda vuelta. La última andanada contra Karzai es el sensacional informe de la revista alemana Stern de que fuerzas especiales británicas requisaron “toneladas” de opio en el complejo habitacional de su hermanastro. Hubo furiosos desmentidos, pero el daño había sido hecho. Una abolladura más en la reputación de Karzai.

Un “cambio de régimen” indoloro depende de un desempeño deslucido de Karzai en la primera vuelta de la elección. La “degradación” sistemática del historial político de Karzai ha erosionado su reputación. Un sondeo de opinión financiado por EE.UU. estableció que Karzai sólo obtendría un 36% de los votos, mucho menos que los 50% que necesita para una victoria directa. El embajador británico en Afganistán, Mark Sedwill, especuló en alta voz en Londres la semana pasada que la elección podría ir a una segunda vuelta. Un funcionario de la Unión Europea en Kabul admitió en privado que la Comisión Electoral Independiente ha comenzado a preparar las boletas para la segunda vuelta.

Simultáneamente, el cruento ataque mediático contra Karzai continúa. Elizabeth Rubin de la revista de The New York Times citó a un funcionario de la inteligencia occidental diciendo: “La familia Karzai tiene opio y sangre sobre sus manos… Cuando la historia analice este período y considere a esa familia, descubrirá una letanía de amplia corrupción que fue tolerada porque Occidente toleró a esa familia.”

Anthony Cordesman, alto analista de política exterior en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, quien acaba de visitar Afganistán para ayudar al comandante estadounidense, general Stanley McChrystal, en la preparación para el estudio del Pentágono de la situación actual, escribió en el periódico Times que el gobierno de Karzai es “corrupto, groseramente sobre-centralizado, carente de capacidad y virtualmente ausente en grandes partes de Afganistán.” En un artículo de la semana pasada en Washington Post, el embajador de EE.UU. en Afganistán, Karl Eikenberry, distanció ostentosamente a EE.UU. de Karzai.

David Kilcullen, antes asesor de contrainsurgencia en Iraq del jefe del Comando Central, David Petraeus, dijo en un discurso la semana pasada en el Instituto de Paz de EE.UU., el influyente think-tank de Washington, después de una visita a Afganistán, que Karzai le recuerda el presidente sudvietnamita Ngo Dinh Diem quien fue asesinado y sacado del poder en Saigón en 1963 en un golpe militar respaldado por EE.UU. durante el gobierno de John F. Kennedy.

Subrayando al potencial para un golpe posterior a la elección, Kilcullen, de quien se dice que posiblemente se una al equipo de McChrystal dijo: “Él [Karzai] es visto como inefectivo; su familia es corrupta; ha alienado a una parte muy sustancial de la población. Parece paranoico e ilusorio y fuera de contacto con la realidad. Algo semejante se decía sobre el presidente Diem en 1963.”

Ahora, eso es verdadera dinamita. Kilcullen está conectado al establishment militar de EE.UU. Por cierto,

McChrystal, quien se esperaba presentaría esta semana al presidente de EE.UU. su informe de progreso sobre la estrategia AfPak, fue convocado la semana pasada a una reunión “secreta” en Bélgica con el secretario de defensa Robert Gates y el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen, y se le dijo que se tomara más tiempo e hiciera su informe sólo después de la votación del 20 de agosto.

Sin duda, el caleidoscopio afgano está cambiando a una velocidad embriagadora. Desde su retorno a Kabul.

McChrystal dio una entrevista a los medios exagerando la situación afgana en términos casi apocalípticos. Como es un animal político de primera – como tal vez deberían ser todos los buenos soldados – parecía estar preparando a la opinión estadounidense del interior para algunas decisiones duras.

... mientras EE.UU. patrocina a sus oponentes

Lo que ya es bastante aparente es que los candidatos preferidos de EE.UU. en la arena electoral afgana son el ex funcionario del Banco Mundial y ministro de finanzas Ashraf Ghani y el ex ministro de exteriores Abdullah Abdullah.

Ghani es un aristócrata con una larga línea de antepasados provenientes de la tribu Ahmadzai, una de las tribus pastunas más grandes y poderosas. El abuelo de Ghani llevó al poder al rey Mohammad Nadir Shah (padre del rey Zahir Shah) a inicios del Siglo XX. El hermano de Ghani, Hashmat Ghani, es el actual jefe del gran consejo de loa kuchis y sirve como representante tribal de aproximadamente un cuarto de toda la población afgana.

Por lo tanto, es seguro que Ghani dividirá los votos pastunes que podrían haber sido de Karzai como en la elección de 2004. Los pastunes representan cerca de un 45% de la población afgana.

Del mismo modo, Abdullah que es medio-tayiko y fue asistente del asesinado comandante de la Alianza del Norte, Ahmad Shah Massud, está bien colocado para dividir los votos de la Alianza del Norte que Karzai esperaba obtener gracias a su elección de sus candidatos a vicepresidentes Mohammed Fahim y Karim Khalili. Abdullah es una especie de carta desconocida ya que fue esencialmente un hombre de relaciones públicas en el círculo íntimo de Massud y carecía de apoyo en la base entre los panjshiris. Pero fue favorito de Massud, medio tayiko y carismático. Su capacidad para enfrentar a Fahim es discutible, pero los panjshiris están divididos en la actualidad.

De nuevo, Rashid Dostum, líder uzbeko afgano, quien prometió su apoyo a Karzai, ha sido presionado por los estadounidenses para que vuelva a Mazar-i-Sharif desde Turquía, para movilizar a sus partidarios. En su ausencia Jumbish va a la deriva y Abdullah espera beneficiarse de este hecho. En breve, Abdullah anda alegremente a la pesca entre los grupos de la Alianza del Norte y los antiguos muyahidín que de otra manera se hubieran unido tras la candidatura de Karzai-Fahim-Khalili.

El cálculo estadounidense es que si Karzai es obligado a una segunda vuelta, los votos en su contra se unirían, especialmente en una segunda vuelta contra Abdullah. Las organizaciones mediáticas financiadas por el gobierno de EE.UU. ya han comenzado a dar publicidad a Abdullah.

Un comentario lo elogió:

Mientras numerosos afganos expresan desilusión por la ineficiencia y corrupción que ha plagado el gobierno de Karzai, Abdullah se presenta bajo una bandera de “esperanza y cambio” y se muestra tenaz en que puede cambiar las cosas… Abdullah proyecta la imagen de un afgano moderno que no tiene problemas con su pasado “yihadista” ni con la integración al mundo moderno. La gente que trabajó cerca de él elogia su liderazgo y su pericia diplomática… Respaldado por una formidable maquinaria política, Abdullah es considerado el hombre con la mejor probabilidad… de imponer una segunda vuelta contra Karzai.

Puede sobrevenir una situación ‘parecida a Irán’

No es sorprendente que Abdullah haya ofrecido incluir a Ghani en el nuevo gobierno como primer ministro de facto en línea con una transformación política buscada por Washington. (Karzai hizo una oferta similar pero Ghani la ridiculizó públicamente.

Igualmente, Washington cuenta con la habilidad diplomática de Abdullah para hacer progresar la reconciliación con los talibanes. Dirigió la delegación afgana a la jirga (consejo) regional de paz Afganistán-Pakistán en 2007 y es aceptable para Islamabad. Abdullah, que es medio pastún, fue suficientemente perspicaz como para comprender bastante temprano que su futuro político después de 2001 dependería del patrocinio de EE.UU. y de la aceptación paquistaní y, por ello, jugó hábilmente sus cartas mientras fue ministro de exteriores entre 2002 y 2006.

Karzai se dio cuenta de las crecientes ambiciones de Abdullah y lo despidió – causando la consternación de los estadounidenses – cuando andaba de visita en Washington en 2006 por invitación de la entonces secretaria de Estado Condoleezza Rice. La vida política de Abdullah parecía haber terminado prematuramente. Pero se mantuvo en las sombras sólo para ser devuelto a la atención pública por los estadounidenses, quienes lo invitaron a volver a EE.UU. en 2008 como un estadista afgano vuelto a nacer y fue tratado como una celebridad por los miembros de los think-tank y los responsables políticos. Era obvio que los estadounidenses, que para entonces estaban desilusionados con Karzai, comenzaban a buscar talentos y a coreografiar cuidadosamente el reingreso de Abdullah a la escena central del teatro político afgano.

Por lo tanto, Abdullah dejó de lado su estrecha asociación con Karzai (cuyo nombre él propuso en primera instancia en la conferencia de Bonn en diciembre de 2001 como presidente interino de Afganistán) y se convirtió en uno de los decididos críticos de Karzai. Lo que es más importante, dejó de lado su legado como protagonista crucial en la resistencia anti-talibán de los años noventa y en su lugar se reinventó como un creyente entusiasta en la reconciliación con los talibanes, lo que se ajusta al pensamiento estadounidense y pakistaní.

En comparación, los candidatos a vicepresidente de Karzai, Fahim y Khalili quienes son cercanos a Rusia e Irán, se mantienen escépticos ante los talibanes “moderados”. En circunstancias en las que EE.UU. sigue adelante con la expansión de la OTAN y cuando su estrategia de contención hacia Rusia (y China) en la región centroasiática gana impulso, Washington simplemente no puede permitir una expansión de la influencia rusa e iraní en Kabul. Ha habido un intento de asesinato bien planificado contra Fahim. Fahim evoca fuertes sentimientos de antipatía en Islamabad, en vista de su obstinada actitud anti-talibán, sus antecedentes militares y de inteligencia y sus contactos en capitales regionales.

Por lo tanto, el futuro nos deparará un período de extrema volatilidad. Sin duda, Karzai se niega a tirar la toalla a pesar de los permanentes ataques en su contra en los medios occidentales. Es donde surge el problema. El campo de Abdullah amenaza abiertamente con crear una “situación parecida a Irán” en Kabul si Karzai tiene éxito en la vuelta del 20 de agosto. Si llega a haber violencia, las fuerzas de seguridad afganas dominadas por tayikos tendrán problemas para controlar la situación y las fuerzas extranjeras podrían tener que intervenir, lo que es inmensamente controvertido.

Y por otra parte, si se hace necesaria una segunda vuelta, habrá que fijar una fecha, que no puede ser antes de fines de octubre. Mientras tanto, la combinación Abdullah-Ghani, con estímulo tácito de EE.UU., probablemente cuestionará la legitimidad de que Karzai dirija un gobierno incluso después de la expiración de su mandato el 20 de agosto. Pero es casi seguro que Karzai resista toda exigencia para que renuncie.

Detrás de todo esto asoma la sombría realidad de que la organización política afgana ha sido perdidamente dividida siguiendo líneas étnicas. La campaña electoral ha agravado la lenta polarización étnica. Cada tema política adopta actualmente insinuaciones étnicas. EE.UU. debiera haberlo anticipado y tomado la delantera en la creación de un campo de juego ecuánime pero en su lugar se ha concentrado limitadamente en la salida de Karzai. Por lo tanto, actualmente no hay un árbitro – ni EE.UU., ni Naciones Unidas o la OTAN – que asegure que los contendientes acepten de buenas ganas los resultados declarados. El bazar afgano parece estar convencido de que EE.UU. está amañando de una u otra manera el resultado de la elección según sus prioridades.

Mientras tanto, el papel de los servicios de inteligencia paquistaníes sigue siendo un profundo misterio. Para Islamabad, hay mucho en juego. Ghani goza de una amplia afinidad con Pakistán, ya que una parte significativa de los ahmadzais viven al lado sudoriental de la Línea Durant en Waziristán. Él y Abdullah también fueron educados en Pakistán. Cada vez que Pakistán presenta un aire de indiferencia estudiada ante los eventos en Afganistán, como sucede actualmente, hay motivos para preocuparse.

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El embajador M K Bhadrakumar fue diplomático de carrera en el Foreign Service (Ministerio de Exteriores) indio. Sus puestos incluyeron la Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.

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