El engaño ha sido siempre el nombre del juego del sionismo

Alan Hart
alanhart.net
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
30/11/09

La oferta de Netanyahu en torno a los asentamientos

El primer ministro israelí Netanyahu describió su oferta de restringir temporalmente la construcción de asentamientos judíos totalmente nuevos en Cisjordania, excluyendo el Jerusalén Este árabe, como un “paso trascendental y doloroso” que forma parte de una política que supuestamente dará un nuevo empuje a las conversaciones de paz.

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Netanyahu no es estúpido. Sabe que algunos de nosotros sabemos que no está ni remotamente interesado en una paz en condiciones aceptables para los palestinos. ¿Cuál es entonces su verdadero plan de juego actual? Es simple. Trata de hacer la paz con el gobierno de Obama. Y su reacción sugiere que con ayuda del lobby sionista y sus títeres en el Congreso tiene ese asunto bajo firme control.

El 18 de noviembre el propio presidente Obama expresó su consternación ante la decisión israelí de aprobar 900 unidades habitacionales más en Jerusalén Este. Dijo que podría llevar a una “situación peligrosa” porque dificultaría a Israel el logro de la paz en la región e “irrita a los palestinos”.

Ocho días después, el gobierno de Obama dijo que la nueva oferta de Netanyahu, que subraya que no habrá restricciones, ni siquiera temporales, en el desarrollo de nuevos asentamientos en Jerusalén Este, ayudará a “hacer que avancen” los esfuerzos de paz.

¡Qué absurdo! Me parece que el gobierno de Obama no sabe si va o viene cuando se trata de encarar a Netanyahu.

La reacción del importante legislador palestino Mustafa Barghouti estuvo mucho más cerca de la realidad: “Lo que Netanyahu anunció hoy es uno de los mayores intentos de engaño en su historia”.

Es, claro está, un engaño, pero no debería sorprender a nadie. No sólo el engaño ha sido el nombre del juego sionista, no conoce otro.

Su primera declaración de misión en 1897 fue un engaño. El año anterior el padre fundador del sionismo, Teodoro Herzl, escribió y publicó “Der Judenstaat,” el Estado judío. Comenzaba con estas palabras: “Los judíos que lo deseen tendrán su propio Estado.” Pero cuando todos los padres fundadores del sionismo se reunieron en su primer congreso en Basilea, Suiza, Herzl fue uno de los primeros que apreció la necesidad de abandonar la palabra Estado en todos los pronunciamientos políticos públicos.

Por eso el primer congreso de la Organización Sionista Mundial terminó con una declaración pública que declaró que la misión del sionismo era el esfuerzo “para crear para el pueblo judío un hogar en Palestina garantizado por la ley pública”.

La diferencia entre “hogar” y “Estado” era grande.

Estado habría significado que lo que el sionismo quería (y estaba implacablemente determinado a obtener) era una entidad soberana, por definición con plenos poderes estatales respaldados por sus propias fuerzas armadas. En otras palabras, un Estado judío soberano, totalmente independiente, sería algo que plantearía una amenaza a los derechos y posiblemente incluso a la existencia de los árabes de Palestina. En esos días el sionismo no quería que el mundo, incluidos la mayoría de los judíos del mundo, lo supiera.

Hogar era un término mucho más suave, menos inquietante. Implicaba, y para propósitos propagandísticos se podía afirmar que significaba, que el sionismo estaría dispuesto a aceptar una entidad sin poderes soberanos y que por lo tanto no plantearía ni podría plantear algún tipo de amenaza para los árabes.

La prueba de que el padre fundador del sionismo sabía que la sustitución de “hogar” por “Estado” en la primera declaración de misión constituía un engaño se encuentra en su diario que no fue publicado (se mantuvo secreto) durante 63 años. La anotación de Herzl del 3 de septiembre de 1897, tal como fue publicada en 1960, incluía lo siguiente:

Si tuviera que resumir el congreso de Basilea en una palabra –y tendré cuidado de no pronunciarla en público– sería la siguiente: En Basilea fundé el Estado judío… Tal vez en cinco años, y ciertamente en 50, todos lo sabrán… En Basilea entonces, creé esa abstracción que, como tal, es invisible para la vasta mayoría de la gente.

El sionismo no sólo no quería asustar a los árabes y a las principales potencias mediante el uso del término Estado. Todos sus padres fundadores tenían plena consciencia de que los judíos más informados y juiciosos por doquier estaban opuestos a la idea de crear un Estado judío soberano en el corazón del territorio árabe. Creían que era moralmente erróneo. Temían que condujera a un conflicto interminable. Y sobre todo temían que si las grandes potencias permitían que el sionismo se saliera con la suya, llevaría un día a provocar antisemitismo.

Esa preocupación judía y esos temores judíos fueron eliminados por la obscenidad del holocausto nazi, sin el cual es casi seguro que el sionismo no hubiera triunfado.

Después de su declaración unilateral de independencia la política del Estado sionista (no judío) fue avanzar mediante la creación de hechos en el terreno. En efecto, su mensaje al mundo fue, y sigue siendo: “Sabemos que no deberíamos haberlo hecho, pero lo hemos hecho. Y no hay nada que podáis hacer al respecto”.

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Alan Hart es ex corresponsal extranjero de ITN y de Panorama de la BBC. Ha cubierto guerras y conflictos dondequiera que ocurrían en el mundo y se especializó en Oriente Próximo. Autor de: “Zionism: The Real Enemy of the Jews: The False Messiah.” Tiene su blog en www.alanhart.net

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