Puentes rotos entre Venezuela y Colombia

Katalina Vásquez Guzmán
Página 12
21/11/09

Venezuela destruyó con explosivos dos puentes en la frontera con Colombia, diciendo que los usaban los narcos. Bogotá lo denunció ante la Organización de Estados Americanos, mientras Caracas llevó el tema de las bases a la Unión Europea.

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El jueves, Venezuela destruyó con explosivos dos puentes en la frontera con Colombia, lo que aumentó la tensión en la relación bilateral que se deteriora cada vez más desde que el gobierno de Alvaro Uribe anunció que permitirá la presencia de militares norteamericanos en siete bases locales.

Para el gobierno colombiano, la destrucción de los puentes Las Navez y Chicoral es una agresión más de Chávez contra su país, y a pesar de que Uribe anunció que no “producirá gestos de guerra”, ayer mismo intensificó el pie de fuerza a lo largo de la frontera, al tiempo que la Cancillería presentó un informe ante la Organización de Estados Americanos (OEA). En cambio, Venezuela llegó hasta la Unión Europea, donde pidió que “exhorte” a Estados Unidos y a Colombia a desistir de “convertir a Suramérica en una zona de inestabilidad” por el acuerdo que firmaron.

Ayer mismo, los colombianos convocaron a un encuentro para estudiar “la agresión” y tomar medidas. En una base militar del departamento fronterizo de Arauca se reunieron el ministro de Defensa, Gabriel Silva Luján, y los altos mandos militares y de Policía. Al terminar, el ministro anunció que Colombia pondrá en marcha un esquema especial de seguridad “para vigilar la frontera y garantizar el respeto de la población civil”.

Venezuela justificó el hecho explicando que con las voladuras “está eliminando las trochas por donde pasa volumen ilegal”, como lo afirmó el contraalmirante Orlando Maniglia, ex ministro de la Defensa, quien también aseguró que sus fuerzas armadas nacionales “jamás han salido de la frontera”, que este tipo de operaciones son frecuentes para el ejército venezolano, y por lo tanto no lo asume como una acción de preguerra. Al confirmar que fue la Guardia Venezolana la responsable de derribar los puentes, el vicepresidente de ese país, Ramón Carrizalez, los calificó de ilegales y de “pasarelas improvisadas” que sirven “para los narcotraficantes”.

Además, los venezolanos expusieron que la acción militar se realizó para defender su soberanía y que esto “a su vez ayuda a que el puente binacional que está en el Táchira sea el sitio de control único entre ambas partes”, según dijo Maniglia. Esas trochas o caminos verdes del narcotráfico, como lo describen al otro lado de Colombia, eran sencillas estructuras de madera y escaso concreto que comunicaban dos comunidades rurales ribereñas del río Táchira: del lado venezolano, la población de Las Delicias; acá, Ragonvalia, departamento Norte de Santander.

Todas ésas son, según el gobierno de Uribe, “excusas fantasiosas” de Venezuela. “La gente se une para tener un puente comunal y si van a destruir estos que son de la sociedad civil, la comunidad internacional debe sancionarlo”, sostuvo el ministro Silva Luján en entrevista radial, donde también afirmó que “si el socialismo del siglo XXI significa agredir a la población, pues esto es bastante preocupante”. El mismo consideró que la voladura de los puentes es una “violación a la ley internacional”. De ahí que se llevara la denuncia ante la OEA, como se hizo recientemente tras las declaraciones de Hugo Chávez, en las que llamó a militares y civiles a prepararse para la guerra con Colombia, pues considera que la presencia autorizada de militares gringos en territorio colombiano es una amenaza contra su gobierno y su país. En medio del enfrentamiento, Chávez señaló a Uribe como “lacayo del imperio” de Estados Unidos, “traidor” y “mafioso”.

Ayer, el embajador permanente de Colombia ante la OEA, Luis Alfonso Hoyos Aristizábal, entregó un informe al secretario general José Miguel Insulza, donde expresó “la preocupación” del gobierno por la destrucción de los puentes hace tres días en la frontera binacional, pero sin pedir alguna acción concreta del organismo.

Silva afirmó que en este país “no caemos en guerra verbal o insultos, nos resbala lo que puedan decir, lo que sí no podemos aceptar es una agresión contra la población civil ni contra el territorio patrio. Para eso estamos preparados”. Y eso sí, advirtió que, aunque hay que evitar toda provocación, naturalmente Colombia tiene un límite.

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