Las armas de destrucción masiva utilizadas por Israel en Gaza

Comunicado de prensa del Newweapons Working Group
Tribunal de Bruselas
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
18/12/09

Hemos analizado el contenido de 35 elementos presentes en cuatro de los cráteres provocados por dos bombardeos llevados a cabo en Gaza en 2006, uno en Beit Hanoun y otro en el campo de refugiados de Yabalia, y otros dos bombardeos perpetrados en 2009, ambos en Tufah, un suburbio de Ciudad de Gaza.

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Hemos analizado también el polvo que quedaba en el interior de un proyectil de una bomba de fósforo blanco que explotó y se recogió en Al-Wafa en enero de 2009, la THS89D112-003 155MM M825E1.

La ubicación de los cráteres aparece indicada grosso modo en el mapa inferior.



En 2006, las muestras se recogieron dos semanas después del final de los ataques.

En 2009, las muestras que se recogieron el 28 de enero en los cráteres 1 y 2, situados en Tufah, procedían de los bombardeos perpetrados el 14 de enero.

En el portal del Newweapons Working Group aparecen publicados los resultados detallados del análisis de la cuantificación de los metales efectuada por ICP/MS (1).

1. Los datos muestran que se encontraron importantes cantidades de tungsteno (170-350 ppm, entre 20 y 42 veces superior al nivel normal -8,5 ppm [ppm: millonésima parte de una sustancia en un todo]- que contiene el suelo) y superiores al nivel normal de mercurio (0,082-1,634 ppm, entre 8 y 16 veces superior al nivel máximo encontrado en una investigación realizada en 2003 en 170 lugares del suelo de Gaza -0,01 ppm-) en un gran cráter producido por una bomba que explotó en 2006 en Beit Hanoun.

Los otros tres cráteres examinados contenían el nivel esperado de dichos metales en suelo normal.

Tanto el tungsteno como el mercurio son metales que, en concentraciones medianamente altas, tienen graves efectos tóxicos y carcinógenos en humanos. El mercurio está clasificado como un agente carcinógeno que se traslada desde la piel al feto y causa fetotoxicidad en los animales.

El tungsteno y las aleaciones con tungsteno son genotóxicos y se sospecha que también son fetotóxicos y, en concentraciones bajas, causan patologías respiratorias y neuroconductuales.

Ambos elementos son raros en la naturaleza y su hallazgo en uno de los cráteres induce a asumir que fueron depositados allí por la deflagración de la bomba, que extendió los metales por un radio de dimensiones desconocidas y podría haber contaminado el agua, el suelo y las cosechas de los alrededores y, finalmente, a los humanos.

2. El molibdeno, un elemento que raramente se encuentra en el suelo, se halló en altas concentraciones en todos los cráteres examinados. Las cantidades encontradas son entre 0,1 a 12 ppm y entre 25 y 3.000 veces por encima de los niveles medios (0,004 ppm) que se encuentran en el suelo. El molibdeno es un conocido componente de las aleaciones con varios metales (metales sencillos y múltiples), algunos de los cuales se usan como componentes de determinado armamento.

El molibdeno es tóxico para los espermatozoides y a niveles altos produce efectos malignos en la reproducción y los fetos.

3. El cadmio es un elemento que está presente en bajas concentraciones en el suelo de Gaza (0,093 ppm), y es un conocido carcinógeno. Encontramos altas cantidades de cadmio (en cantidades superiores a más de 7,3 veces) en uno de los cráteres de una de las bombas de 2009 en Tufah.
4. Se encontró cobalto en cantidades de hasta 26,2 ppm (comparado con la media de 5,1 ppm del suelo normal) y se multiplicaba entre 5,1 y 2 veces más en los cráteres de las dos bombas que explotaron en Tufah en 2009. El cobalto puede inhibir la regeneración del ADN y causar rupturas en su cadena (mutagénico).
5. Se encontraron níquel, manganeso, cobre y cinc en uno de los cráteres causados por los bombardeos de 2009 en un nivel dos veces superior al normal del suelo. Algunos de los componentes del níquel y del manganeso son carcinógenos.
6. Se encontró también estroncio en cantidades superiores a la media normal de la corteza terrestre en todos los cráteres, pero su concentración varía dependiendo del lugar y no se dispone de datos acerca del contenido del suelo de Gaza en relación a este elemento.

El THS89D112-003 155MM M825E1 es un proyectil de fósforo blanco que produce la empresa Thiokol Aerospace en Louisiana (Estados Unidos)

Estos proyectiles están construidos con secciones alternas de fósforo blanco y aluminio, un metal potencialmente nocivo y se sospecha que contienen también otros metales. Asumiendo que los efectos del duro bombardeo de Gaza con proyectiles de fósforo blanco pudieron no sólo desprender y depositar fósforo, hemos recogido y examinado el depósito de polvo adherido al interior de un proyectil, el de la foto superior, que explotó el 6 de enero cerca del Hospital de Al Wafa y que se recogió el 28 de enero en el lugar donde hizo explosión.

Se pudo desprender el polvo de los lados y del fondo del proyectil con ayuda de una cuchara de plástico y un trozo de cristal.

Según Barbara Rome, de la revista Defense News, en los ataques de 2009 se lanzaron sobre Gaza alrededor de 3.500 proyectiles de fósforo.

También se encontró aluminio en altas cantidades (218.000-524.000 ppb [ppb: billonésima parte de una sustancia en un todo]). El exceso de aluminio provoca enfermedades degenerativas del sistema nervioso. El aluminio traspasa la placenta si la contaminación se produce por exposición de la piel de la madre embarazada y provoca fetotoxicidad.

El polvo contenía también cantidades importantes de molibdeno (multiplicando por 125-200 veces el contenido normal del suelo), tungsteno (multiplicando por 41 el contenido del suelo) y de mercurio (multiplicándolo hasta 160 veces), mostrando que también estos proyectiles tienen un impacto medioambiental debido al hecho de que contienen metales tóxicos, lo que sugiere que su extendido uso en explosiones al aire libre debe haber rociado todo el territorio de esos metales, además del fósforo blanco.

Conclusiones

El uso de artefactos que contienen y extienden hasta distancias desconocidas altas cantidades de metales tóxicos plantea serias preocupaciones alrededor de la actual contaminación en el territorio de la Franja de Gaza. Un informe publicado en 2005 sobre la presencia de metales en el suelo de Gaza, a partir de muestras recogidas en 170 lugares, podría servir de referencia para hacer comparaciones si se emprendiera, como debería hacerse, una más sistemática recogida de muestras.

La potencialmente extendida contaminación del suelo, junto con las condiciones de vida de una población desplazada que habita en ese medio ambiente muy cerca del suelo y que está expuesta a los posibles contaminantes que puede estar recibiendo a través de la piel, al respirar y al consumir los alimentos, exige que se emprendan nuevos y más completos estudios.

Según vayan pasando los años, sería necesario investigar la contaminación en humanos, cosechas y en los alimentos para animales.

Además, existen varias potenciales estrategias que podrían reducir los daños que pueda sufrir la población a causa de la contaminación de metales. Deben ponerse en marcha diversos estudios que sirvan para difundir buenas prácticas tan pronto como se confirme que las personas están contaminadas. Esto es especialmente importante para los jóvenes en edad reproductiva y para los niños, debido al hecho de que los efectos crónicos de la contaminación por metales puede afectar a las funciones reproductivas (fertilidad y malformaciones son sus efectos potenciales) y al desarrollo neurológico de los niños.

Hay que recoger datos con toda urgencia para poder establecer la contaminación que sufre la población de Gaza. Esta es ante todo la primera necesidad, pero no sólo la única que tiene que abordar la comunidad científica y que debería hacer que las organizaciones internacionales, que tienen la tarea de promover y preservar la sanidad mundial, se impliquen en ello con total seriedad, asumiendo el papel de promover, activar y apoyar las labores de investigación de científicos y profesionales médicos.

Otras investigaciones que hay que abordar para conocer la gravedad de la contaminación deben referirse a: análisis isotópicos de algunos de los componentes (estroncio), estudios para definir si esos elementos están presentes de forma básica o agregada (por tamaño y composición química), si la absorción de metales múltiples a altas concentraciones tiene efectos complementarios patogénicos/genotóxicos, una posibilidad sugerida por los estudios experimentales en animales.

Notas:

1. Pueden encontrarse todos los datos relativos a los análisis de ICP/MS de suelo de los cuatro cráteres abiertos por los bombardeos israelíes contra la Franja de Gaza de 2006 y 2009, y del polvo hallado en una bomba de fósforo blanco que explotó en 2009, en: www.newweapons.org, bajo los títulos CRATERS GAZA 2006/09, y WP BOMB GAZA 2009, respectivamente.

B. H. Shomar, G. Müller, A. Yahya: “Geochemical features of topsoils ini the Gaza Strip: Natural occurrence and anthropogenic inputs”, Environmental Research 98 (2005) pág. 372-382.

Resumen de los efectos producidos por la contaminación de metales:

Molibdeno: tóxico respecto a los espermatozoides.

Cobre: posible carcinógeno, clasificado como clase 2 por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (AIIC).

Tungsteno: Posible genotóxico y fetotóxico (a través de la sangre y la leche materna), carcinógeno in vitro, actúa como un gránulo sólido (Agencia para el Estudio de las Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades), y también en aleaciones con U, patogénico (respiratorio y conductual, datos de los laboratorios militares estadounidenses).

Níquel: posible carcinógeno en algunas formas, clase 2 (AIIC).

Zinc: complementa la carcinogenicidad y es fetotóxico.

Cadmio: clasificado como carcinógeno por la AIIC.

Mercurio: clasificado como carcinógeno por la AIIC.

Manganeso: fetotóxico, posible carcinógeno, clasifica como clase 2 por la AIIC.

Aluminio: fetotóxico, patógeno para el sistema nervioso y el riñon.

Este estudio ha sido elaborado por el Profesor Mario Barbieri, CNR, Roma; por el Profesor Mauricio Barbieri, de la Universidad de Roma, y por la Profesora Paola Manduca, de la Universidad de Génova y miembro de Newweapons. Encargado de prensa: Fabio de Ponte (móvil: +39 347 9422957, email: fabio.deponte@gmail.com).

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