Notas sobre judaísmo y «judaísmo» en el marco sionista de Israel. Soldado y talit con merkava al fondo.

Rebelión
Sergio Pérez Pariente
28/11/09

De las tres religiones del Libro, el judaísmo es sin duda la que menos cadáveres ajenos y más propios ha dejado a lo largo de la historia. Es una cuestión numérica, y por tanto irrebatible. Quizá haya diversos factores que lo explican, pero al menos uno de ellos parece arrojar más luz que el resto, y es el casi permanente distanciamiento de la religión judía de los centros de poder temporal, lo que la impidió convertirse en perseguidora, al tiempo que resultaba perseguida. En términos históricos, el judaísmo casi siempre supo articularse en torno a un proyecto exclusivamente religioso, manteniéndose mientras alejado de los núcleos decisorios de la economía y de la política. Una fe sin dictados imperiales ni expolios de ultramar, sin bárbaros adoctrinables, sin montañas que mover, sin turbas con antorchas (o sin ellas), sin campo de batalla. Como quizá diría Marc H. Ellis, el judaísmo no llegó a dar el salto «constantiniano» hacia el trono del poder político, como sí hicieron, y desde fases tempranas en su desarrollo, tanto el cristianismo como el islam para sumirse en respectivas apoteosis de mundanidad, supremas cogorzas aúlicas cuya resaca dura hasta nuestros días y, de hecho, los moldea desde Teherán a California. Quien con reyes se acuesta, mendigo (y meado) se levanta.

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Los motivos que históricamente han alejado al judaísmo del «constantinianismo» no interesan aquí. Poco importa si fue el judaísmo el que se alejó del poder o fue el poder el que se alejó del judaísmo. Dejemos que otros más sabios lo discutan, y eludamos así el bizantinismo al que inevitablemente aboca la disputa argumental del ignorante. Algún autor, empero, ha podido escribir: «El rechazo de la violencia física es un sólido componente de la ética judía (…) El judaísmo tradicional imprime una cultura de no violencia, o más bien de violencia meramente simbólica, que se presenta en formas tan diversas como las anécdotas irónicas y ejemplares, los chistes, las fábulas filosóficas desenmascaradoras o, en caso de graves incumplimientos de la ley religiosa, la excomunión de los culpables». [1]

No obstante, sabemos que en el Talmud y en la Torá, al igual que en la Biblia y el Corán, al igual que en cada corazón humano, menudean las palabras de paz y las de guerra, los cantos amicales y la hinchazón patibularia. Entendemos que de ahí, por tanto, no sacaremos nada en claro.

Ciñámonos entonces a los hechos, que muestran dos cosas de forma meridiana: primero, que el judaísmo jamás llevó la corona de la hegemonía política sobre su cabeza (con la notable excepción del período jázaro, e incluso en este caso parece que fueron los jázaros los que abrazaron el judaísmo, más que el judaísmo a los jázaros); segundo, que el judaísmo no perpetró crímenes en su nombre contra otras comunidades, o al menos no de forma recurrente ni masiva. En contraste con los umbrosos historiales del islam y, en especial, del cristianismo, el judaísmo parece una suerte de jainismo abrahámico con flores en el pelo (obviando a las vaquillas rojas, que no suscribirían el comentario).

Para nosotros, la casi total ausencia de criminalidad en la trayectoria histórica de la religión judía es condición necesaria y suficiente para considerarla una religión de paz. De esto no se infiere que hayamos de considerar al islam y al cristianismo como religiones de guerra, sino que, simplemente, en el caso de estos dos cultos los atributos de la paz no pueden hallarse en su devenir histórico (se pueden buscar, pero no se encontrarán); aunque quizá sí en otras instancias, acaso en el espíritu que anima buena parte de sus textos sagrados o las vivencias personales de sus fieles, muchos de los cuales –y a diferencia, por lo común, de sus jerarcas– interpretan las verdades de su credo en sentido humanista, amoroso e inclusivo.

Al declarar que, según ha sancionado la historia, el judaísmo es una religión de paz, nos gustaría que el término ‘historia’ se subrayara lo suficiente, ya que es un elemento clave en el discurso que tratamos de pergeñar. De este modo, las acusaciones contra los antiguos israelitas que se fundamentan en la crueldad del relato bíblico (conquista, expulsiones y exterminio anticananeos, tal como recoge, entre otros, el historiador marxista G. E. M. de Ste. Croix) carecen de relevancia en el asunto que nos ocupa, ya que estamos ante fragmentos mitológicos, de nula historicidad, escritos mucho después del asentamiento israelita en la tierra de Canaán y al calor de motivos «teopolíticos» concretos. [2]

Si el judaísmo ha sido una religión de paz, tal como evidencian los registros históricos fiables de los que disponemos, ¿cómo es posible que soldados judíos vistiendo el talit reciten sus plegarias frente a sus tanques poco antes de dirigirlos contra la zona más densamente poblada de la Tierra? Uno de estos centauros ilustra la portada del último libro de Bósforo, del profesor Durán Velasco. El hombre y la máquina, el fiel y su merkava a la luz infinita de Dios que simboliza su manto de oración. Los hemos visto otras veces, en prensa y por pantalla. Apariciones fugaces y en extremo perturbadoras. A la luz de la antedicha opinión que nos merece el judaísmo, la visión de un judío rezando ante su carro de combate se antoja una antinomia, un oxímoron desasosegante, algo así como ver a un jaina degollando a un animal.

Hace pocos días, aparecía en el diario Maariv (escrito en hebreo y segundo periódico de mayor difusión en Israel) un artículo referente a la reciente publicación de una guía que explica cuándo es permisible para un judío matar gentiles. El libro, titulado Torat ha-Melekh [La enseñanza del rey], está escrito por los rabinos Yitzhak Shapira, cabeza de la yeshiva Od Yosef Hai, situada en los Territorios Ocupados (en Yitzhar, cerca de Nablus), y Yossi Elitzur, de la misma yeshiva. El texto ha sido elogiado por otros rabinos, como Yitzhak Ginsburg (autor de «Baruch, el hombre», un artículo que ensalza la figura de Baruch Goldstein, fundamentalista «judío» que en 1994, y en un supremo acto de antijudaísmo, mató a 29 fieles musulmanes que rezaban en la Tumba de Abraham), Dov Lior y Yaakov Yosef, cuyos encomios aparecen al comienzo de la obra, según cuenta el periodista de Maariv . Por tan sólo treinta shekels –menos de seis euros– cualquier lector de hebreo puede adquirir un ejemplar a través de internet. En él podrá leer cosas como esta:

«Está justificado matar bebés si resulta claro que nos harán daño cuando crezcan, y en tal circunstancia [los bebés] pueden ser lastimados de forma deliberada, y no sólo durante un combate con adultos». [3]

Según Lior Yavne, un activista israelí por los derechos humanos de la organización Yesh Din, la yeshiva Od Yosef Hai ha recibido en los últimos tres años más de un millón de shekels del Ministerio de Educación y del Ministerio de Asuntos Sociales de Israel.

Durante la pasada Operación Cast Lead en Gaza, y tal como señala el corresponsal de Haaretz Amos Harel y todos pudimos ver por televisión, los soldados y oficiales religiosos del ejército israelí recibieron apoyo espiritual en la misma «línea de frente» (esta la expresión que usa Harel; nosotros hablaríamos de la «línea de tiro al pichón» o de la «línea de pesca en barril») con la visita de un significativo número de rabinos. Sobre el terreno, el rabino jefe del Tsahal (y brigadier general) Avichai Rontzki explicó a los otros rabinos del ejército que no se encontraban allí para «repartir vino y challah [pan hebreo tradicional] a las tropas durante el shabbat », sino «para llenar a los muchachos de yiddishkeit [‘judaidad’, ‘esencia judía’] y espíritu de lucha». [4] Al mismo tiempo, el rabinato del ejército distribuyó entre los soldados una serie de publicaciones que enseñaban las correspondencias entre la literatura sagrada y la conducta en el campo de batalla. El siguiente fragmento, cuyo autor es el rabino Shlomo Aviner, que dirige la yeshiva Ateret Cohanim en la Ciudad Vieja de Jerusalén, pertenece a un folleto distribuido entre las tropas y titulado «Estudios diarios de Torá para soldados y comandantes en la Operación Cast Lead»:

«La Biblia prohíbe rendir un sólo milímetro [de tierra en Israel] a los gentiles, pese a todas esas impuras distorsiones e idioteces de autonomía, enclaves y otras debilidades nacionales. No abandonaremos en manos de otra nación ni un solo dedo, ni una uña [de la tierra de Israel]». [5]

Esto sucedía en enero de este año, y hace pocos días sabíamos de nuevo del rabino Rontzki, que afirmaba esta vez que aquellos soldados que «muestren piedad» hacia el enemigo en tiempos de guerra «serán maldecidos». Refiriéndose a la masacre en Gaza, Rontzki señaló: «Todos recordamos el comienzo de la guerra, con un gran ataque de 80 aviones bombardeando diversos puntos, y después artillería, fuego de tanque y de mortero y demás, igual que en la guerra (…) Todos pusieron en la lucha su alma y su corazón». [6]

El comentario de un ciudadano anónimo en el foro abierto de Haaretz resume nuestra visión:

« Este hombre [Rontzki] junto con el rabino de Cisjordania que disculpaba el asesinato de bebés gentiles [Shapira] son al judaísmo lo que Ben Laden al islam: la personificación de la más retorcida, amoral y egocéntrica podredumbre de una, por otro lado, hermosa religión.»

Los ejemplos anteriores son tan sólo algunos de los que han sucedido este año. Para tener una buena perspectiva de este asunto en años precedentes, es de gran utilidad consultar la obra de referencia de Israel Shahak, Jewish Fundamentalism in Israel [El fundamentalismo judío en Israel] (Pluto Press, 2004), aún sin traducir al castellano. Aunque en sí mismo relevante y digno de estudio, el fundamentalismo «judío» que parecen desnudar extractos como los arriba citados no constituyen el núcleo duro del problema. El caso de las llamadas «yeshivas Hesder» sintetiza la verdadera radix putrefactionis de la cuestión.

Las yeshivas Hesder son escuelas religiosas que combinan el estudio del Talmud y la Torá con la preparación militar y el servicio en el ejército israelí. En consecuencia sus alumnos, que en número muy elevado llegan a servir en unidades de combate, son una suerte de templarios pseudojudaicos cuya existencia está marcada por la casi inviolable unicidad entre Dios y el Estado, que es el que financia sus estudios y su carrera militar. El hecho en verdad aciago para el judaísmo no es que estos guerreros de Dios salgan extremistas o con cierto sentido de la moderación y la justicia; lo funesto es que salgan, simplemente; lo obsceno es que resulte posible conciliar, en términos que no son causa de escándalo para casi nadie en Israel, el entrenamiento y servicio militares con una educación en valores religiosos que se estiman como judíos. Aunque no lo circunscriben, las yeshivas Hesder sirven como triste epítome de todo este enorme disparate.

Rontzki, Shapira, Aviner y las yeshivas forjadoras de neocruzados talmúdicos son tan sólo epifenómenos de la escalada «constantiniana» del «judaísmo» en Israel, de su implicación con el núcleo de poder político más importante de Oriente Próximo, potencia nuclear y armamentística tanto a escala regional como mundial, un Estado que se define a sí mismo como «judío» desde su declaración fundacional, y cuya legislación y práctica políticas sirven exclusivamente al mantenimiento y promoción de una (presunta) judaidad cuya mayoría demográfica ha de preservarse a cualquier precio. Como indican numerosos estudios (el mejor de los cuales, de próxima publicación en Bósforo, pertenece sin duda al profesor Oren Yiftachel, de la Universidad de Beersheva), Israel no es una democracia en sentido convencional, sino una «etnocracia» o «democracia étnica», un aparato administrativo de apariencia institucional democrática que, en la práctica, funciona como una colosal maquinaria que se encarga de privilegiar a un determinado grupo, los judíos, sobre otro, los no-judíos (de hecho, los árabes palestinos que viven en Israel), en base a criterios y disposiciones primera y presuntamente étnicos.

La presunción de etnicidad es, al mismo tiempo, uno de los mayores dogmas y dislates que se encuentran en los fundamentos ideológicos del sionismo. La diagnosis de «etnocracia» que ofrece Yiftachel, y que nosotros suscribimos, es tan sólo la exposición de la falacia difundida por los ideólogos sionistas, que como es notorio aunque no tan público, siempre han considerado a los judíos como una entidad racial más que religiosa, creencia que compartieron primero con el antisemitismo circundante y posteriormente con el movimiento nazi. Desde sus orígenes, el sionismo había abrazado las teorías antisemitas que giraban en torno a los conceptos de Blut y Boden, la ‘sangre’ y la ‘tierra’, una ideología que les llevó a considerar a los judíos galúticos (o diaspóricos) como débiles, parasitarios y nocivos para los intereses de aquellas naciones en las que vivían y habían nacido. La organización de juventudes sionistas Hashomer Hatzair compuso, sin pretenderlo, una buena síntesis de los delirios raciales y racistas que se habían apoderado del establishment sionista de la época. Negro sobre blanco, dejaron lo siguiente a la posteridad:

«El judío es una caricatura de un ser humano normal, natural, tanto física como espiritualmente. Como individuo en sociedad se rebela contra todos los arneses de las obligaciones sociales, no conoce el orden ni la disciplina.» [7]

El judío diaspórico producía en el judío sionista (que también era diaspórico, aunque prefería no recordarlo) una repulsión similar a la que hoy experimenta el judío sionista sabra (no-diaspórico, nacido ya en Israel) por los palestinos que se pudren al otro lado del muro. En palabras de Lenni Brenner:

«El racismo sionista fue una curiosa derivación del antisemitismo racial. Para estos sionistas los judíos eran una raza pura, ciertamente más pura que, por ejemplo, los alemanes, que tenían una gran mezcla de sangre eslava, como concedían incluso los pangermanistas. No obstante, los racistas sionistas pensaban que esa pureza racial no podía superar el gran defecto de la existencia judía, a saber, que carecían de su propia Boden judía. Mientras los racistas teutones se consideraban a sí mismos como Übermenschen ("superhombres"), estos racistas hebreos no veían a los judíos bajo esa luz, sino más bien a la inversa. Pensaban que, al no tener su propia Boden, los judíos eran Untermenschen ("infrahombres") y, en consecuencia y para sus "huéspedes", poco más que sanguijuelas: la peste del mundo.» [8]

La negligencia moral e intelectual, que tanto agradó a los nazis, de considerar que los judíos conforman una raza casi no admite comentario, y de hecho los líderes políticos del movimiento sionista, muchos de los cuales eran indiferentes o incluso hostiles a la religión (como el propio fundador del movimiento, el periodista Theodor Herzl), no tuvieron más remedio que invocar las tradiciones y textos sagrados del judaísmo en su afán por movilizar al mayor número posible de judíos en favor del innegociable objetivo de crear un Estado propio en la Palestina histórica. Los descreídos burgueses «judíos» que dirigían el movimiento –sin renunciar a sus postulados étnicos, que perviven hasta hoy con renovados bríos– soplarían el shofar cuantas veces fueran necesarias para dotarse de un discurso de continuidad histórica que necesitaban como el agua para convencer, a propios y a extraños, y especialmente a los ingleses, de la justicia y oportunidad de sus reivindicaciones como grupo «nacional». Una vez establecido el Estado, la búsqueda de legitimación histórica del sionismo continuó desarrollándose a través de la arqueología y la geografía, lo que en la práctica supuso el «silenciamiento» de la historia palestina –en términos de Keith Whitelam–, un intento en toda regla de memoricidio, en el que la «reescritura» del remoto pasado hebreo de la región significaba el enterramiento de las huellas aún frescas del inmemorial asentamiento palestino. [9]

La apropiación de las tradición religiosa judía por parte del sionismo, que en adelante trataría de utilizar las sagradas escrituras como un acta notarial de derecho sobre la tierra, se sintetiza en las palabras de David Ben Gurion, la gran figura del panteón sionista –junto con Herzl–, padre fundador del Estado y «sionista profundamente secular» (tal como lo define el historiador galileo Nur Masalha):

«La Biblia es nuestro Mandato (…) El mensaje del Pueblo Elegido tiene sentido en términos históricos, seculares y nacionalistas (…) Se puede considerar a los judíos como un pueblo autoelegido (…) Aunque rechazo la teología, el libro más importante de mi vida es la Biblia.» [10]

Como ilumina el trabajo del rabino canadiense Yakov Rabkin, [11] la inmensa mayoría de la comunidad religiosa judía abominó del sionismo desde la hora misma de su concepción, ya que la tradición literaria sagrada prohibía de manera explícita una reunificación masiva de judíos en Tierra Santa antes de la llegada del Mesías. Aún hoy, numerosos ultraortodoxos en Israel y en otras partes esgrimen el mismo argumento para condenar con dureza la fundación de un Estado que no sienten como suyo. Incluso después de 1948 y pese al esfuerzo infatigable del rabino Abraham Kook por conciliar el proyecto colonial sionista con las tradiciones religiosas, el sionismo continuó siendo un movimiento minoritario entre los sectores más piadosos del judaísmo, cuyo verdadero punto de inflexión llegaría más adelante, con el fulgurante triunfo de Israel en la Guerra de los Seis Días.

En efecto, a partir de 1967 muchos judíos que habían desconfiado del sionismo vieron en la victoria militar del Tsahal un signo de sanción divina, un hecho milagroso que acreditaba la conveniencia y las bondades del Estado constituido dos décadas atrás. La expansión israelí más allá de la Línea Verde trajo consigo las coloniales ilegales, de las que surgiría Gush Emunim, el movimiento de fanáticos ultranacionalistas religiosos que, armados de uzis y Deuteronomio, pretendían acelerar la llegada del Mesías a golpe de asentamiento, apoyados por su gobierno y por el auge paralelo de los sionistas cristianos en los Estados Unidos, que alentaban la posesión judía de toda la tierra entre el Éufrates y el Nilo (el Gran Israel), condición necesaria para que el Armagedón, la segunda venida de Cristo y su reino de mil años pudieran ocurrir. Desde 1967 hasta hoy, hemos asistido al fortalecimiento progresivo de ambos fenómenos de ultraderecha.

El poderoso sionismo cristiano estadounidense financia desde hace años las colonias ilegales de Cisjordania, al tiempo que organiza visitas turísticas a los Territorios Ocupados, promueve encuentros al más alto nivel, colabora en la aliyá y articula mecanismos de propaganda de enorme repercusión sobre la opinión pública estadounidense. [12] Por su parte, los «camisas pardas» con kipá a quienes el Estado «judío» subvenciona y ciertos rabinos bendicen, campan a sus anchas por su Judea y Samaria sembrando el terror entre los amalequitas, escupiéndolos, golpeándolos, apedreándolos, ocupando sus casas, cortando sus olivos, quemando sus huertos, corrompiendo y esquilmando sus acuíferos, y ocasionalmente asesinándolos.

En este punto es preciso plantearse lo siguiente: si el judaísmo no ha hecho la guerra a lo largo de su historia, y de repente vemos a un soldado con talit que reza frente a su tanque antes de una masacre, ¿no será posible concluir que el judaísmo del soldado contradice de tal modo el devenir histórico de su religión que su propia condición judía queda bajo sospecha? ¿Será un disparate afirmar que tal soldado no es judío? En nuestra opinión no sólo no es disparatado, sino que es una obligada conclusión. Volviendo al ejemplo del jainismo, otra religión igualmente milenaria cuyo precepto básico, confirmado de continuo en el devenir histórico, impide cualquier forma de violencia sobre todo ser viviente, ¿qué pensaríamos de un jaina que va pisando hormigas mientras engulle un sándwich de ternera? ¿Pensaríamos que es un mal jaina o que no es un jaina en absoluto, dada la magnitud de su traición a los principios y a la historia de su culto?

(Al hilo de esto, una pequeña consideración intempestiva: ¿pudiera seguir pasando George W. Bush por modelo de mal cristiano, a la luz de la historia del cristianismo?)

Nuestro silogismo es claro como el cristal:

El judaísmo es una religión de paz (al menos para los raseros abrahámicos), tal como la historia deja en claro.
Un soldado practica un ritual del judaísmo enfrente de su tanque, a punto de entrar en acción para matar terroristas palestinos de 0 a 99 años.
Tal soldado no es judío, por mucho que lo pretenda; es solamente un sionista. En nuestra humilde opinión, el judío termina donde comienza el sionista.
Los soldados del Tsahal son el brazo armado de Israel o, lo que es lo mismo, el brazo armado del sionismo, puesto que el sionismo es ideología de Estado en el Estado de Israel; lo confirma la propia genealogía del ejército israelí, que surge de las milicias sionistas que operaban en época del Mandato, en especial de la Haganah, la mayor y más organizada.

Si el judaísmo en términos históricos ha sido una religión de paz, el sionismo en términos históricos ha invocado la razón de la fuerza y de la guerra; en consecuencia, el sionismo es una suerte de antijudaísmo, quizá el peor de todos, ya que personas que dicen ser judías actúan como regidores en su pornográfica coreografía. El sionismo es la perversión a gritos del espíritu de no beligerancia que históricamente ha guiado la tradición judía. En nombre del judaísmo, de la «judaidad», de «los judíos», el sionismo ha operado una especie de alquimia inversa, ha transmutado el oro en plomo de munición, la materia noble en la más innoble ganga mineral, arrastrando a sectores del judaísmo hacia un espacio «constantiniano» de poder del que tradicionalmente habían sabido mantenerse alejados. Reiteramos aquí que el debate sobre las esencias no es el nuestro. Ignoramos qué cosa puede ser la «esencia» del judaísmo, del cristianismo o del islam, que algunos presumen de inferir a pesar de las frecuentes y ciertamente estrepitosas contradicciones que se dan en sus textos de referencia. En consecuencia, confiamos nuestro juicio al mero devenir histórico, que ofrece evidencias difíciles de refutar en cuanto a las conductas más comunes adoptadas por unos y por otros a lo largo de los siglos: los cristianos sin duda han perseguido, los judíos han sido sin duda perseguidos. Consideramos que esta evidencia es notablemente superior –en su verdad y en su poder argumental– a cualquier fruto que pudiera obtenerse en un debate esencialista.

El debate esencialista es un gastado recurso de cierto sector del sionismo que aún pretende pasar por virtuoso. Huyendo del debate histórico como el cosaco del agua, el sionista (al menos el sionista «paloma») siempre querrá persuadirnos de que la esencia del sionismo consiste en la búsqueda de un refugio definitivo para los judíos perseguidos y la consumación del «regreso» a la tierra de sus antepasados; observando su historia, en cambio, resaltan las bubas de su alianza con el nazismo y el fascismo, la limpieza étnica de Palestina y la práctica elevada a rango de ley de una discriminación sistemática contra los no-judíos. Cuando se habla de historia, al sionismo se le afloja la tripa y se ausenta unos minutos; a su vuelta, ya con mejor cara, retoma el discurso sobre la bondad de sus esencias y la integridad de sus principios.



Visto lo cual, nos preguntamos, ¿qué habría ocurrido de no existir un Estado que se proclama «judío»?

La respuesta aquí no es menos obvia: no habría soldados ni rabinos trabajando para él, abrazados a un aparente judaísmo que no es sino su cáscara vacía y defecación en su memoria y tradiciones. Los soldados de Israel son célebres por una singular parafilia que consiste en cagarse indiscriminadamente en los escenarios arruinados por la devastación que acostumbrar a dejar a su paso. Aunque tienen predilección por los enseres árabes, por las casas árabes, por los archivos árabes, los soldados coprófilos del Tsahal también se ciscan, sin saberlo, sobre la venerable tradición que pretenden honrar cuando elevan sus plegarias delante de sus tanques.

El centauro hebreo que reza ante su carro de combate sin duda trabaja para el Estado. Lo sabemos por el tanque. Trabajar con tanque es uno de los atributos exclusivos de los funcionarios bélicos que aplican la guerra a lo largo y ancho del planeta. Si en una caminata matutina topamos de repente con un tanque y su tanquista, sabremos que cumplen escrupulosas órdenes de su gobierno. Si buscábamos a la guerrilla habremos de seguir buscando, quizá un poco más abajo, en la quebrada. Los soldados con talit trabajan para el Estado y rezan por él, al igual que los rabinos que les llevan presentes a los boxes de batalla o que les incitan, remedando al arzobispo de Narbona, a que no hagan superfluas distinciones entre culpables e inocentes, entre niños y comandos, que ya sabrá Dios distinguir a los suyos y compensarles por su martirio.

La torsión, la perversión y la traición de los valores del judaísmo histórico –condensados en un pacifismo casi proverbial– son posibles debido a la existencia misma del Estado de Israel, un Estado que, recordémoslo de nuevo, se define a sí mismo como «judío», afirmación que algunos, de hecho la inmensa mayoría de ciudadanos israelíes «judíos», están dispuestos no sólo a creer, sino a defender a sangre y fuego al margen de las circunstancias, de manera incondicional y, en muchos casos, en nombre de una tradición religiosa a la que dicen representar y honrar en primera línea de combate.

El judaísmo y el sionismo son fenómenos tan distintos como contrapuesta es su huella sobre la historia y sobre las gentes que la configuran. Y es precisamente en virtud de esa distinción que debemos denunciar el giro constantiniano que ha dado el judaísmo con la fundación del Estado que dice actuar en su nombre. Israel es un punto de inflexión histórico del judaísmo, cuyas máximas autoridades tendrán que decidir entre seguir siendo una religión o pasar a ser, definitivamente, una «religión de Estado». La segunda alternativa no es mero posibilismo más o menos metafísico, sino una realidad que se plasma día a día en los soldados con talit y en los colonos con kipá y bidón de gasolina.

La progresiva sionización del judaísmo en Israel, es decir, su creciente acercamiento al corazón del poder político, no sólo «desdibuja las fronteras entre religión y Estado», como apuntaba un editorial de Haaretz hace algunos meses. [13] El análisis que hacía el diario mostraba su inquietud denunciando la influencia cada vez mayor en el Tsahal de los oficiales religiosos y rabinos, que «en sus arengas antes del combate animan a los soldados a matar y destruir en nombre de un Dios airado y celoso». [14] Un estudio de la Universidad Bar Ilan estima que, durante la segunda Intifada, el número de sionistas religiosos era el doble entre los soldados de infantería que entre el resto de la población judía masculina de Israel. Otros datos apuntan a que, en la actualidad, un 50% de las tropas de élite del ejército israelí provienen del nacionalismo religioso. [15]

Como vemos, a Haaretz y a otros comentaristas parece preocuparles más la «judaización» del Tsahal (que, en realidad, no es sino una antijudaización en toda regla, por seguir con nuestra línea de razonamiento) que la sionización del judaísmo en Israel; es obvio que ambos fenómenos van de la mano, pero el segundo es con mucho más inquietante que el primero. El Tsahal no tiene apenas historia, es tan sólo una feroz maquinaria represiva que defiende los intereses de una determinada ideología de Estado, como ya hicieran en otros contextos la Wehrmacht o el Ejército Rojo, y al igual que estos caerá por su propio peso cuando la historia así lo decida, seguramente mucho más temprano que tarde. El Tsahal es un mero instrumento del sionismo, que fue el que lo pulió con metralletas checas para que pudiera empezar a labrarse su historial, hoy casi ilegible dada la gran cantidad de sangre que lo empaña. La suerte que el futuro le depare al Tsahal sólo debe acongojar a los sionistas, nunca a los judíos (quizá sí a los «judíos», pero en ningún caso a los judíos).

En contraste y tal como venimos sosteniendo, el judaísmo no sólo tiene una larga y venerable historia, sino que será el asidero moral al que habrán de agarrarse los judíos israelíes tras la derrota del sionismo, si es que este no se lleva todo por delante en su caída. La fuerza moral del judaísmo, insistimos, emana de su trayectoria histórica alejada de los centros de poder temporal, de su desprecio por lo invasivo, lo impositivo y lo mundano. No son malas credenciales para una religión, y deberán ser las que guíen a aquellos que se definan como judíos cuando, una vez dejada atrás la pesadilla del sionismo, la convivencia en pie de igualdad entre todos los grupos étnicos y religiosos tome posesión de Palestina. Por tanto, la sionización del judaísmo, que ha sido el referente genuino del mundo judío a lo largo de su historia, es el punto que mayores cuitas ha de generar en quienes están interesados no sólo en la liberación del pueblo palestino, sino en el despertar de los judíos del mal sueño del superhombre hebreo con que esa castigada región del mundo amanece cada día.

La paulatina y palatina hibridación entre Estado y religión en Israel, es decir, la (des)judaización del sionismo y la sionización del (falso) judaísmo, ha tenido otros dos efectos de elevada toxicidad: por un lado, la confesionalización del conflicto en la región, de tal modo que mucha gente del común y no pocos pseudoespecialistas torticeros vocean que nos hallamos frente a un choque civilizatorio entre musulmanes y judíos, entre las tinieblas y la luz, entre ellos y los nuestros. En esta visión pirética y alucinada, el fundamentalismo islámico, el «islamofascismo», sería la primera y principal razón explicativa de lo que ocurre entre Gaza y el Jordán. El segundo efecto pernicioso consiste en que, paradójicamente, esa confesionalización del conflicto ha traído consigo un altísimo grado de etnización del mismo. Así, menudean los mantras mediáticos que átonamente aseguran asistir a una disputa entre árabes y «judíos» por el mismo territorio, de lo que se desprende que el término ‘judío’ ha adquirido un estatuto peligrosamente étnico que permite contraponerlo al término ‘árabe’ dentro de una misma y casi antropológica categoría. Allá donde debiera ver sionistas, incluso israelíes, la opinión pública tiende progresivamente a ver judíos, y la sionización del «judaísmo» se interpreta más como una judaización de la barbarie, lo cual es terrible además de inexacto. Esta confusión es alimentada a diario tanto por los sionistas, muy interesados en unificar los términos ‘judío’, ‘sionista’ e ‘israelí’, como por los «judíos» constantinianos que se han arrojado en brazos de la triunfante ideología de Estado.

Muchos expertos en religiones hablan del judaísmo como una «religión étnica». En nuestra humilde consideración, tal afirmación solamente es cierta en la realidad de los orígenes del judaísmo y en las fantasías contemporáneas del sionismo, para el que todos los judíos actuales son descendientes directos de los antiguos israelitas de Canaán. Recordemos que este eslabón argumental es imprescindible para el esfuerzo de legitimación histórica del proyecto colonial sionista en Palestina.

Si bien la definición de «religión étnica» tenía sentido en los albores del judaísmo, cuando los judíos eran exclusivamente los miembros de la tribu de Judá y de su progenie, el paso de los siglos y sus circunstancias históricas deslucen cualquier abundamiento en esta obsoleta clasificación. Siglos de diáspora, proselitismo y conversiones de gentiles allende las fronteras de Judea hacen inviable que hoy en día se pueda seguir considerando al judaísmo como una «religión étnica». Por mucho que la Halajá reconozca como judío a quien es hijo de madre judía (o de madre o padre judíos, según el judaísmo reformista), el hecho de que un lapón o un japonés puedan asimismo ser judíos a través de conversión –tal como contempla también la Halajá– dinamita el componente de exclusividad tribalística de esta religión. Que los rabinos custodios y exégetas de la ley judía sigan apoyándose en criterios sanguíneos y de etnicidad no implica que los demás debamos aceptarlo desde una perspectiva histórica y racionalista, igual que no aceptamos que los rabinos que arengan a las tropas puedan seguir llamándose judíos.

Resulta una colosal paradoja (y una colosal chutzpah) que sean además las élites ashkenazis que gobiernan Israel y que llevaron desde un principio las riendas de la aventura sionista en Palestina las que más empeño ponen en el discurso étnico de continuidad histórica, cuando sabemos que los hodiernos ashkenazis provienen directa y mayoritariamente de los jázaros del Volga, convertidos oficialmente al judaísmo en el siglo VIII y carentes de toda conexión con los antiguos israelitas palestinos. Los propios historiadores sionistas no discuten en lo básico este hecho, e incluso David Ben Gurion llegó a escribir un opúsculo en yiddish (junto con Yitzhak Ben Zvi, futuro presidente de Israel) en el que admitía que los verdaderos descendientes de los antiguos judíos que habitaron la región no eran otros que los actuales palestinos, que con el curso de los siglos se habían arabizado y adoptado los cultos cristiano y musulmán.

De la imposibilidad de esta concepción étnica da asimismo buena fe la enorme variedad fenotípica que existe en Israel (cualquiera que viaje a este país podrá comprobarlo por sí mismo). En términos de fenotipo y también de genotipo, un francotirador del Tsahal cuyos padres emigraron a Israel desde Irak en los años cincuenta (como tantos otros que siguieron el mismo camino), es decir, un soldado árabe judío israelí, tiene mucho menos en común con el capitán ashkenazi de ojos claros que le ordena disparar que con el joven terrorista amalequita que, bandera blanca en mano o quizá mochila a la espalda tras la jornada escolar, se encuentra ahora en el centro de la mira telescópica. Ambos son árabes, inminente víctima y próximo verdugo, pero la dominante (y conveniente) etnización del conflicto prefiere entonar la recurrente canturía según la cual los ‘árabes’ están a un lado y los ‘judíos’ a otro.

Concluimos. En pocos años y si Israel no lo remedia con otra limpieza étnica, lo cual no es impensable, el balance demográfico de la región arrojará unas cifras que harán inviable la preservación por la fuerza de un Estado «judío». Como observa Durán Velasco en su reciente y magnífico estudio –y si Israel no mesmeriza masivamente a los palestinos para que sientan bienestar mientras sobrellevan su apartheid–, la sociedad israelí deberá elegir en un futuro inminente entre «des-sionización o barbarie», entre la apertura al humanismo y la razón o el complejo de Masada en el que vive instalada desde el día de su «independencia nacional». La segunda alternativa augura un escenario distópico e irrespirable, en el que un desenlace en forma de hongo nuclear jamás es descartable, si recordamos las recientes declaraciones sobre Gaza del homúnculo y ministro porcófago Lieberman o las advertencias que en su día hiciera Golda Meir en una entrevista para la BBC con Alan Hart. [16]



La primera alternativa, en cambio, debería conducir a israelíes y palestinos a una fase inicial de binacionalismo democrático marcada por una convivencia en pie de igualdad entre todos los ciudadanos del Estado oficialmente laico de ¿Palisrael? (y marcada quizá también por los conatos golpistas de reacción); casi de modo inercial, sería factible que el paso de los años y la consolidación de la justicia y la normalidad desembocaran en un mero nacionalismo ¿palisraelí? –no binacional, sino simplemente nacional–, puede que igual de estúpido y estrecho de miras que cualquier otro nacionalismo, pero sin duda menos vil y criminal que la peste que hoy en día azota la región. Parafraseando a Bialik –el poeta nacional israelí–, un nuevo Bialik antisionista e inclusivo esperaría con alborozo «el día en el que, en un Estado laico, una prostituta cristiana, detenida por un policía judío, sea condenada por un juez musulmán».



En el ínterin, y mientras sea posible que soldados con talit busquen a Dios entre sus carros de combate, la cúpula del rabinato israelí tendrá que optar por seguir legitimando la violencia y la limpieza étnica contra los amalequitas palestinos que se resisten a abandonar sus huertos y olivares, u optar por una condena pública y rotunda de las prácticas inhumanas del Estado que paga sus yeshivas; los rabinos de Israel, los creyentes de Israel por extensión, tendrán que optar, en definitiva, entre volver a ser judíos o sólo vestirse como tales.
[1] Victor Karady, Los judíos en la modernidad europea. Experiencia de la violencia y utopía (Siglo XXI, 2000), p. 120, citado en José F. Durán Velasco, Orígenes de los judíos. Diáspora y proselitismo (sin publicar).

[2] Véase José F. Durán Velasco, El conflicto árabe-israelí. Una visión no estatolátrica (Bósforo, 2009), pp. 117-118.

[3] Citado por Roi Sharon en Maariv, 9 de noviembre de 2009 (en hebreo).

[4] Haaretz, 26 de enero de 2009 (en inglés).

[5] Ibid.

[6] Haaretz, 15 de noviembre de 2009 (en inglés).

[7] Citado en Lenni Brenner, Sionismo y fascismo: el sionismo en la época de los dictadores (de próxima aparición en Bósforo).

[8] En ibid.

[9] Véase al respecto Meron Benvenisti, Sacred Landscape: The Buried History of the Holy Land since 1948 (University of California Press, 2002).

[10] Nur Masalha, The Bible and Zionism: Invented Traditions, Archaeology and Post-Colonialism in Israel-Palestine (Zed Books, 2007), pp. 16-17. [Hay una versión en castellano: Nur Masalha, La Biblia y el sionismo. Invención de una tradición y discurso poscolonial, Bellaterra, 2008.]

[11] La amenaza interior: historia de la oposición judía al sionismo (Hiru, 2006).

[12] Véase Stephen Sizer, Sionismo cristiano: ¿Hoja de Ruta a Armagedón? (Bósforo, 2009)

[13] Haaretz, 29 de marzo de 2009 (en inglés).

[14] Ibid.

[15] Lara Friedman, «The Growing (and Worrying) Influence of Religious-Nationalist Ideology in the IDF»,

[16] Véase Alan Hart, Zionism: The Real Enemy of the Jews. Vol. I: The False Messiah (Clarity Press: 2009), p. 24.

Los amos de la guerra

Michelangelo Cocco
Il Manifesto
Traducido para Rebelión por Juan Alba Martínez
28/11/09

Durante 5000 años combatir ha implicado la posibilidad de morir. Hoy, con los aviones sin piloto los EE.UU pueden afrontar los conflictos como si fueran videojuegos. Pero el uso de los drones está bajo acusación en Pakistán y Washington.

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Un cuarto de hora después de haber lanzado misiles en la zona tribal de Paquistán, el capitán Dan entra en su casa a pocos kilómetros de la base aeronáutica de Creech en Nevada, abraza a su mujer y a sus hijos y se sienta en la mesa para cenar. Esto es posible gracias a uno de los 200 “unmanned aerial vehicle”(UAV) que posee el ejército estadounidense. Aviones sin piloto o simplemente drones guiados con joystick, teclado y pantalla, a miles de kilómetros del objetivo y con las instrucciones dadas paso a paso por la CIA en Langley, Virginia. El modelo más avanzado se llama MQ-9 “reaper”, literalmente “segador”, y tiene una capacidad de destrucción mayor que su predecesor, el “predator”, del cual están en servicio 195 ejemplares. De once metros de longitud y dotado de alas de 20 metros, los 28 “reaper” estadounidenses son verdaderas máquinas de guerra que con el depósito lleno pueden volar noche y día durante 14 horas seguidas trasportando bombas GBU-12 guiadas por láser y misiles aire-tierra AGM-114 Hellfire. Transmitidas por un sistema de satélites y antenas, las órdenes impartidas desde la base de Creech llegan a los drones en 1,2 segundos.

Cuando los que experimentaban eran los italianos

Fue un italiano el que inauguró la era de los bombardeos aéreos el 1 de noviembre 1911: el subteniente marqués Giulio Gavotti. Los pilotos corrían más riesgos que ahora, pero, como en el caso de los UAV, Gavotti podía estar seguro de que no lo derribarían. Sven Lindqvist, en su ”Historia de los bombardeos” (Editorial Turner), nos recuerda ese acontecimiento: “Se asomó fuera del habitáculo de su monoplano, ligero como una libélula, y lanzó la bomba -una granada de mano de fabricación danesa- sobre el oasis norteafricano de Tagiura, cerca de Trípoli. Unos instantes más tarde, atacó el oasis de Ain Zahra. En el primer ataque aéreo se lanzó un total de cuatro bombas, cada una de ellas de dos kilos de peso”. Un año después Gustav Janson, en un libro llamado Lögnern (Las mentiras) contó las sensaciones del aviador italiano: “¡La tierra vacía bajo sus pies, el cielo abierto sobre su cabeza y él, el hombre solitario, navegando entre ellos! Lo embargó una fuerte sensación de poder. Estaba atravesando el espacio aéreo, haciendo valer la indiscutible superioridad de la raza blanca. Tenía la prueba de ello al alcance de la mano: siete bombas altamente explosivas. Ser capaz de lanzarlas desde el mismo cielo, eso era definitivo e irrefutable”.

Han pasado casi cien años y ahora el país más masacrado es Pakistán, donde la administración de Barack Obama ha ordenado más de 40 ataques con drones, que han matado entre 326 y 538 personas, la mayor parte civiles. “Aunque es difícil tener una cifra precisa”, escribe Jane Mayer en el New Yorker el 26 de octubre, “la cosa está clara: la CIA se ha unido a los servicios secretos pakistaníes en una campaña agresiva para arrancar de raíz a los milicianos locales y extranjeros que han encontrado refugio en las zonas más inaccesibles del país”.

El coronel William Brandt explicaba en un reciente documental de Frontline que “estamos a punto de vivir un completo cambio en la cultura de la aviación: dentro de poco tendremos más aviones sin piloto que aviones conducidos por pilotos”. En efecto la californiana General Atomics Aeronautical Systems no consigue satisfacer todos los encargos de predator y reaper.

El pasado 1 de agosto el Pentágono dijo en el Congreso que el gobierno italiano quería comprar “cuatro MQ-9, tres estaciones móviles de tierra y cinco años de mantenimiento” con un gasto total de 330 millones de dólares.

“Hacer la guerra ha tenido el mismo significado durante 5000 años”, explica Peter Warren Singer, investigador para la Brooking Institution y autor de Wired for war: “Ir a un sitio donde hay tantos riesgos que podrías no regresar nunca a casa, no volver a ver a tu familia nunca más. Ahora un piloto de predator se sienta delante de un ordenador, lanza misiles contra un objetivo, mata enemigos y al finalizar el día coge el coche y 20 minutos más tarde está sentado a la mesa hablando de los deberes de sus hijos”.

Basándose en autorizados medios de información, la New America Foundation ha trazado un balance de la actividad de los drones en Pakistán. Desde el año 2006 a la mitad del mes pasado, 82 ataques de drones han matado en el país entre 750 y 1000 personas, de las cuales entre 500 y 700 (entre el 66% al 68%) eran combatientes. Según estas mismas fuentes el número de civiles muertos oscila entre 250 y 300 (33%-35%), se nos dice en el artículo “La revancha de los drones”. Desde que Obama está en el gobierno, aparte de la media docena de dirigentes combatientes, se ha matado a 530 personas: entre 250 y 400 eran combatientes (75%) y el resto, civiles (25%).

Con Obama aumentan los raid

En vez de rectificar el proyecto heredado de George W. Bush, Obama intensifica dramáticamente el número de ataques con drones predator. Este año ha habido 43 ataques en Pakistán (dos con Bush en el poder contra 34 durante el año en curso).

El documento del New American Times acaba subrayando seis problemas, tácticos y estratégicos, “que tendrían que tenerse en cuenta en la discusión sobre su eficacia”:

Los raid tienen una débil justificación jurídica, porque violarían el principio de proporcionalidad, según la cual un objetivo militar no puede ser atacado si se corre el riesgo de que haya víctimas civiles o daños excesivos respecto de la ventaja derivada del ataque.

Son muy impopulares entre la opinión publica pakistaní, los milicianos de al Qaeda y los talibanes, quienes lo utilizan como excusa para atacar objetivos gubernamentales en el interior de Pakistán

Los drones ya no tienen efecto sorpresa: para huir, muchos dirigentes se han refugiado en otras zonas de Pakistán, contribuyendo a desestabilizar el país.

Han matado a dirigentes de rango medio, pero al mismo tiempo las bombas destruyen también ordenadores, teléfonos móviles y pruebas que podrían ser utilizadas por los servicios de inteligencia.

Representan una táctica y no tienen ningún efecto estratégico.

Han dañado a al-Qaeda pero, ¿hasta qué punto no han reforzado la propaganda de los combatientes y desestabilizado Pakistán?

Segun Mayer, "no hay ya dudas de que el asesinato selectivo se ha convertido en política oficial de los EE.UU". Pero sobre todo no se puede ignorar que “el programa predator ha empezado tras una escasísima discusión pública, tanto más si se piensa que estamos ante un uso radicalmente nuevo y sin fronteras de la fuerza letal del Estado”.

Acusaciones a las cuales el jefe de la CIA, Leon Panetta, responde desde hace meses con la misma cantinela: “Nos aseguramos de atacar sólo objetivos reales”.

Un héroe de Chávez llegó a Venezuela

Página 12
28/11/09

El presidente palestino, Mahmud Abbas, fue recibido ayer como un héroe por Hugo Chávez. Después de una larga gira por la región, el mandatario había dejado Caracas para el final. Llegó en la madrugada y su primera aparición fue ante la tumba del prócer Simón Bolívar, donde depositó una ofrenda floral. El encuentro con su par venezolano tardó un poco más. A la tarde se reunieron en el Palacio de Miraflores. Como el mandatario iraní, Chávez no esperó el protocolo y se fundió en un abrazo con su invitado de honor. “Viva Palestina, que viva el Estado palestino”, gritó el líder bolivariano, tras darle la bienvenida. Abbas, sonriente y más relajado que en los últimos días, le agradeció el apoyo. “No vamos a olvidar esos momentos. Sentimos que estamos en nuestra segunda patria”, aseguró.

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Venezuela era uno de los momentos clave de la gira del mandatario palestino. El gobierno de Chávez no sólo es un abierto defensor de su causa, sino que además fue uno de los pocos presidentes que rompió relaciones con Tel Aviv después de la última invasión militar israelí a la Franja de Gaza, a finales del año pasado. La llamada operación Plomo Fundido dejó alrededor de 1400 muertos, la mayoría civiles. Ayer Chávez reafirmó su decisión. “Todos los que luchamos por la justicia en este planeta debemos unir nuestras voces a las del pueblo palestino”, instó el mandatario.

Abbas agradeció cada comentario, pero prefirió dejar las palabras más duras para su discurso en la Asamblea Nacional. Antes de reunirse con Chávez en el Palacio de Miraflores, el mandatario palestino había sido invitado al Congreso a dar un discurso. “Israel simplemente no quiere la paz”, sentenció frente a un auditorio de legisladores chavistas. El presidente palestino sostuvo que la única forma de lograr que el gobierno de Benjamin Netanyahu reanude el proceso de paz es que el mundo entero lo presione.

“Netanyahu paró las negociaciones. Nosotros no podemos reiniciarlas sin el compromiso de las dos partes de respetar las bases de la Hoja de Ruta, en especial la paralización de la expansión de los asentamientos por parte de Israel”, señaló. En ese mismo momento, desde Tel Aviv llegaban dos noticias un tanto contradictorias. Por un lado, el gobierno israelí daba la orden de congelar la construcción de nuevas viviendas en los asentamientos en Cisjordania. Por otro, el diario israelí Haaretz informaba que Netanyahu había dado luz verde a construir nuevos edificios públicos en ese mismo territorio, en otras palabras, escuelas, hospitales y dependencias gubernamentales para los barrios judíos.

Las noticias llegaron a Caracas, pero Abbas las recibió con abierta desconfianza. “La ocupación va a seguir. Netanyahu tenía que decidir entre la paz y la ocupación y lamentablemente eligió la ocupación”, agregó.

Un lobo que viste piel de cordero

Página 12

María Laura Carpineta
28/11/09

Hace casi treinta años que Porfirio Lobo representa los pilares conservadores de la pobre y violenta Honduras y defiende el neoliberalismo impartido desde Washington para toda la región. Pero mantiene sus contactos con el FMLN salvadoreño.

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Si las urnas no dan una sorpresa mañana, Porfirio Lobo será el próximo presidente de Honduras. Dirigirá un gobierno que la mayoría de los países vecinos no reconocerá, enfrentará la incómoda situación de tener a su antecesor preso dentro del país, en una embajada, y tendrá que reunificar una sociedad dividida entre la democracia y el statu quo. No es un contexto fácil, pero su carisma y su pragmatismo ya le permitieron llegar como favorito a las elecciones de la mano de la dictadura, sin romper con sus viejas amistades dentro de la izquierda. “Los compañeros que aún tienen contacto con él dicen que sigue siendo la persona accesible que conocimos”, contó vía telefónica Ramiro Vázquez, comandante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y uno de sus antiguos compañeros de estudio en la Escuela Superior de Cuadros Políticos de la desaparecida Unión Soviética.

A Lobo no le gusta hablar de ese pasado. No lo niega, simplemente hace como que nunca sucedió. Hace casi treinta años representa los pilares conservadores de la pobre y violenta Honduras y defiende el neoliberalismo impartido desde Washington para toda la región. En su página web, su biografía destaca su paso por la universidad de Miami, su vasta experiencia como uno de los principales productores hondureños de maíz y soja y su inquebrantable compromiso con la Iglesia Católica. Lobo tiene la hoja de vida de un digno hijo de la oligarquía hondureña, si no se escarba demasiado en la violenta década de los setenta.

En 1970 había recién vuelto de Miami con un diploma de administrador de empresas bajo el brazo. Tenía todo para empezar a escalar dentro de la empresa de su padre, pero la cruenta represión de las juntas militares de ese momento y los aires revolucionarios que recorrían Centroamérica lo envolvieron y lo arrastraron hacia un mundo diferente. No hay muchos relatos de la época, pero miembros del ya extinto Partido Comunista hondureño sostienen que Lobo era su tesoro mejor escondido.

“En aquellos tiempos llegaban a la URSS dirigentes y militantes que vivían bajo la clandestinidad. El amigo Lobo formó parte de la delegación del PC de Honduras”, recordó Vázquez, un comandante del FMLN, la guerrilla salvadoreña que a principio de este año alcanzó el poder a través de las urnas. El curso se dictó en 1974 y duró seis meses. Vázquez lo recuerda como un tiempo de efervescencia política y de idealismo extremo, en el que el compromiso de personas como Lobo hacían creer que la revolución era posible. “Todos discutíamos qué hacía Porfirio Lobo entre los revolucionarios. Era un hombre dedicado a la lucha; había renunciado a su clase por la brutalidad de la dictadura y se había puesto del lado del pueblo desprotegido”, relató el salvadoreño.

Pero además de su compromiso, Lobo se destacaba entre sus camaradas por su imperturbable buen humor y su amabilidad. El joven hondureño nunca se enojaba durante las discusiones políticas, recordó Ramírez, y siempre tenía ganas de conversar y conocer gente nueva. “Tenía pinta de buena persona y la sigue teniendo”, resumió su ex compañero.

Y ése parece ser el secreto de Lobo. Aun después de pasarse de bando, cambiar por completo su discurso y convertirse en el dirigente favorito del establishment golpista y neoliberal de su país, el candidato del Partido Nacional consigue mantener buenas relaciones con la derecha más reaccionaria que impulsó el golpe de Estado hace cinco meses y, al mismo tiempo, conservar un buen diálogo con los funcionarios zelayistas y las organizaciones de derechos humanos.

“Pepe Lobo es ante todo un hombre pragmático y con un hombre pragmático siempre se puede hablar”, le repitió varias veces a este diario un negociador zelayista durante los meses que duró el fallido diálogo entre el presidente derrocado Manuel Zelaya y el dictador Roberto Micheletti. Según la misma fuente, Pepe, como lo conocen los hondureños, les habría garantizado a los negociadores norteamericanos el voto de sus diputados para restituir al presidente legítimo. Pero Micheletti y sus hombres consiguieron retrasar la votación hasta después de las elecciones y el acuerdo fracasó antes de que pudiera cumplir con su parte.

Una y otra vez, Lobo logró reinventarse y relegitimarse ante los ojos de sus aliados y rivales. La primera vez fue cuando dejó abruptamente la clandestinidad y las filas comunistas. La segunda, apenas cuatro años atrás, cuando se presentó por primera vez como candidato a la Presidencia. Asesorado por un ex escritor de discursos de Ronald Reagan y George Bush padre, el sonriente terrateniente recorrió el empobrecido y violento país centroamericano blandiendo una escultura de un puño de hierro. Sin sutilezas. Su mensaje era mano dura y su propuesta, reinstalar la pena de muerte.

La estrategia falló y un desconocido Manuel Zelaya ganó en un recuento muy cuestionado. “La decisión la tomaron los grupos de poder económico porque para ellos Pepe era comunista o, por lo menos, menos confiable que Zelaya”, recordó recientemente al diario La Jornada de México el único candidato presidencial progresista que participará mañana, Carlos Ham. A Lobo le tomó cuatro años y un giro inesperado de Zelaya hacia el socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez convencer a sus colegas empresarios de su compromiso incondicional con el mercado. Logró reafirmar su pertenencia de clase, como dirían sus viejos camaradas.

Como líder de la oposición, criticó las medidas redistributivas de Zelaya, pero no fue su más férreo rival. Un mes antes del golpe, Pepe había aceptado a regañadientes la consulta popular para convocar una Asamblea Constituyente. “Hay que escuchar al clamor popular”, había señalado. Más tarde apoyó la dictadura, pero siempre jugando con la ambivalencia. “No voy a tomar partido ni por Zelaya ni por Micheletti”, repetía cada vez que la prensa le preguntaba su postura frente al golpe.

Sus detractores no tienen duda de que Pepe tomó posición por Micheletti y su dictadura, pero aun así lo separan del resto. “No me generó ninguna sorpresa que Pepe apoyara el golpe, después de todo milita en un partido conservador. Es una persona de cierta nobleza, pero ligada al statu quo”, lo definió Andrés Pavón, presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras. Pavón conoce bien a Lobo de su juventud, cuando militaba en esa organización. “Mantenemos un vínculo personal, antes del golpe platicábamos. Lo llamé un día antes del golpe para preguntarle qué estaba pasando, pero no me contestó. No volví a intentar”, contó en diálogo telefónico con este diario.

Si gana mañana, Lobo prometió liderar un gobierno de unidad nacional y reconciliar a los hondureños. Uno de sus viejos compañeros no cree que esta vez su sonrisa y su incuestionable carisma lo logren. “Es muy difícil que pueda reunificar a su país. Para hacerlo debería tomar mucho aire y recordar muchísimo sus años de juventud y de contacto con los más pobres y desprotegidos”, sugirió desde la vecina nación salvadoreña, su ex compañero de aula Ramiro Vázquez.

Los antiácidos provocan acidez, reflujo ácido e indigestión

Dsalud
27/11/09

Lo que en las personas sanas pueden causar los antiácidos actuales que con tanta alegría como insensatez recetan muchos médicos y toman despreocupados tantos millones de pacientes es ¡acidez estomacal, reflujo ácido e indigestión! Lo acaba de constatar un trabajo de investigación dirigido por la Dra. Cristina Reimer en la Universidad de Copenhague (Dinamarca) que se publicó en julio pasado en Gastroenterology.

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El estudio se hizo con 120 personas sanas a la mitad de las cuales se les dio durante doce semanas un placebo y a la otra mitad 40 miligramos al día de Nexium (esomeprazol) ocho semanas y luego el placebo otras cuatro. Pues bien, el 44% de quienes ingirieron ese inhibidor de la bomba de protones –hoy los más utilizados aparte del mencionado son el omeprazol, el lansoprazol, el pantoprazol y el rabeprazol- sufrieron al suspender su ingesta -en comparación con el 15% del grupo de placebo- acidez estomacal, reflujo ácido e indigestión.

Este descubrimiento ha hecho que la doctora Reimer afirmara: "Tanto los pacientes como los médicos deben ser conscientes de que cuando se suspende la toma de este fármaco pueden aparecer o agravarse los síntomas”. Agregando que tampoco es aconsejable tomarlos en exceso ni durante tiempo prolongado y que desde luego no deben ingerirse nunca si no se está seguro del problema a tratar. Según la doctora Reimer ingerir estos fármacos a largo plazo sólo se justificaría si se padece reflujo gastroesofágico grave y para evitar a quienes toman antiinflamatorios no esteroides -como la aspirina- que éstos causen estragos en el estómago. La propia revista, en un editorial, denuncia por su parte que al menos a la tercera parte de las personas que toman antiácidos se les renuevan las recetas sin necesidad.

Hasta aquí la noticia. Por nuestra parte debemos recordar que ya en el nº 67 explicamos que esos medicamentos aumentan además el riesgo de padecer neumonía. Lo descubrió un grupo de investigadores holandeses al sospechar que limitar la acción de los jugos gástricos con ellos podría impedir la destrucción de las bacterias patógenas que ingerimos con la comida. Bacterias que pueden colonizar en tal caso el estómago y alcanzar el aparato respiratorio en mayor cantidad produciendo infecciones. Pues bien, su sospecha se confirmó tras analizar el historial médico de casi 370.000 pacientes y constatar que muchas de las personas consumieron esos fármacos antes de sufrir una neumonía. Según sus datos el riesgo se duplica.
Asimismo vieron que el riesgo era mayor cuanto mayor era el consumo de antiácidos.

Cabe añadir que además interfieren en la regeneración de los huesos y aumentan el riesgo de fracturas de cadera pudiendo igualmente provocar dolores de estómago y de cabeza, diarrea, estreñimiento, vómitos, mareos, sarpullido y tos. Y no digamos ya si se toman conjuntamente con otros fármacos con los que interactúan negativamente. Sea pues sensato porque hay métodos naturales para resolver esos problemas más eficaces y menos peligrosos.

Hace 13 mil años cayeron micro organismos marcianos en la Tierra

Prensa Libre
27/11/09

Científicos de la NASA aseguraron en un informe que existen micro organismos marcianos que habrían llegado en un asteroide que se estrelló en la Antártida hace 13 mil años y todavía viven en la Tierra.

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El increíble descubrimiento fue develado por el sitio inglés The Sun, que en enero de este año había informado de la existencia de un archivo extraoficial de la agencia científica estadounidense, donde se establecía el verdadero origen de los fósiles encontrados en un asteoride que cayó en la Antártida hace miles de años.
El asteoride Allen Hills fue objeto de noticia en 1996, cuando se supo que tenía restos fosilizados de animales microscópicos. En su momento se dijo que eran bacterias terrestres que habían contaminado el pedazo de sedimento, que se habría desprendido de Marte hace 16 millones de años, pero en un informe no oficial se estableció que podían provenir del planeta rojo.

Como en una novela de ciencia ficción, de ser cierto el hallazgo "cambiaría las teorías actuales sobre la evolución del sistema solar", señaló la doctora Emily Baldwin, editora de la revista Astronomy Now. La científica agregó que los científicos de la NASA cuentan con tecnología que no existía a mediados de los noventas, cuando se descubrieron los fósiles.

Por eso se pudo analizar el interior del asteroide, formado de cristales de magneto y discos de carbono, que dataría de hace 3.5 millones de años, cuando se supone que había grandes océanos en la superficie del ahora desértico planeta.

Captan impresionante impacto de un meteorito en Sudáfrica

Antena 3
27/11/09

Pudieron verlo los habitantes de Johannesburgo y de Pretoria. El pasado 21 de noviembre, en torno a las 23.00 horas, un metorito cruzó el cielo provocando una enorme llamarada de luz.

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Inmediatamente se recibieron numerosas llamadas de testigos advirtiendo de algo muy brillante que parecía haber caído del cielo.

"Fue un enorme flash de luz", dicen los testigos. "Primero, un resplandor naranja seguido de una explosión muy brillante." "Vimos una enorme bola de fuego verde que venía del cielo".

Los astrónomos y científicos han concluído que podría ser un meteorito con el tamaño de un balón de rugby, y que procedía de la constelación de Leo/Géminis. Ahora, están intentando averiguar dónde tomó tierra.

Un experto coleccionista de meteoritos, Ronnie McKenzie, asegura que un fenómeno como éste es muy extraño y ocasional, algo que puede pasar -dice- como mucho un par de veces al año, en todo el mundo.

Video: http://www.antena3noticias.com/PortalA3N/play?idGaleriaVideos=9116952&idGaleriaFotos=&mostrar=videos&selec=0&id_contpag=110

Ovnis sobre Salta y Perú generan fuertes especulaciones

Urgente 24
27/11/09

Diarios locales de la localidad salteña de Anta informaron que durante la madrugada del jueves, unos testigos manifestaron haber visto un objeto volador con forma de un toscano o habano luminoso. En Perú, una flotilla de ovnis se mostró sobre Lima.

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En la publicación informan que “el departamento de Anta quedó a oscuras en la madrugada de ayer, tras un corte de energía eléctrica producido a la misma hora en que decenas de testigos aseguran haber visto un ovni surcando los cielos de Joaquín V. González”.

Las mismas declaraciones llegaron de los barrios de San Nicolás, San Cayetano, Malvinas Argentinas y del centro, y los testigos concurrieron ayer al mediodía, una vez restablecido el servicio de electricidad, a los medios de comunicación locales para dar su versión de los hechos.

Daniel Barboza, director de Radio Uno, explicó al diario El Tribuno que “a eso de las dos de la mañana cortaron la luz. La noche era calurosa, estaba nublado y los rayos amenazaban con desatar una tormenta que nunca llegó, pues sólo cayó una suave llovizna. Es por ello que en un principio atribuimos el corte a las condiciones climáticas”.

“Pero hoy (por ayer a la mañana), comenzaron a llegar vecinos de todos los barrios a la radio para contar sobre el avistaje de una extraña nave, justo a la hora en que se cortaron la energía eléctrica y los demás servicios”.

Además informó que “de acuerdo a los relatos, la nave era gigante, tenía forma de toscano y estaba completamente iluminada. Los vecinos aseguraron que sobrevoló por algunos segundos la zona de la usina. Nos llamó poderosamente la atención que gente de distintos puntos de la ciudad coincidieran en la descripción del ovni, así que comenzamos a investigar”.

Barboza continuó declarando que “para empezar, indagamos sobre los motivos del corte de luz, lo que no es usual que ocurra en esta localidad. Y si alguna vez se da, la empresa prestataria lo anuncia con tiempo para que los vecinos tomen recaudos. Hasta hoy al mediodía (por ayer), la sucursal local de la compañía no tenía explicación alguna. A eso hay que sumarle el corte de los demás servicios: agua, teléfono, etcétera”.

También señaló que “según los vecinos, el corte pudo deberse a la injerencia de un campo magnético proveniente de la nave y que afectó a la usina. Pero son sólo conjeturas”.

Antonio Galvangno, piloto comercial y miembro de la Fundación Argentina de Ovnilogía, explicó a los medios locales que “por el tenor de los testimonios se trató de una nave madre, tipo toscano, alargada, completamente iluminada por luces tipo flash que iban del blanco al rojo, algo extraño en este tipo de nave. El ovni se divisó en la zona norte de la localidad, para el lado de El Tunal. Lo más curioso del caso es que justamente ése es el sitio donde la compañía de electricidad detectó una turbina quemada, de acuerdo a la información que se difundió en los medios de comunicación locales”.

Ovnis sobre Lima

Ocho supuestos de Objetos Voladores no Identificados (OVNIS) aparecieron en el cielo de Lima y causaron asombro a las decenas de personas que transitaban por el Centro de Lima.

Según Perú.21, al inicio eran tres de objetos luminosos que estaban en el cielo en una formación triangular perfecta.

Luego esos puntos comenzaron a moverse y a multiplicarse, descartando de esa manera que se tratase de estrellas o globos.

Al final fueron ocho objetos luminosos que formaron un octágono en el cielo. Las personas que caminaban por las calles se paraban, alzaban la cabeza y observaban boquiabiertos este extraño espectáculo.



Brasil reitera que no aceptará resultados de elecciones hondureñas

Aporrea.org
27/11/09

El canciller brasileño, Celso Amorin, reiteró este jueves que su gobierno no reconocerá a ningún presidente que surja de los comicios que realizará este domingo el régimen de facto que gobierna Honduras.

"Tal vez porque nosotros, los latinoamericanos, hemos sufrido tanto en nuestra piel los golpes militares, y sabemos que aunque muchas veces ellos son seguidos de elecciones, seguidos de algún acto civil, eso no puede legitimar los golpes. un golpe de Estado no puede ser legitimado como forma de cambio político (...) esa es nuestra visión", dijo.

Vuelos Caracas-Damasco-Teherán no llevan pasajeros sino toneladas de uranio

Aporrea.org
27/11/09

Maye Primera, la muy confiable corresponsal en Caracas del todavía más confiable diario español El País, escribió un desgarrador artículo en el que, basándose en una rigurosísima investigación, desvela el terrible secreto de los vuelos Caracas-Damasco-Teherán.

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Cientos de altos cargos, directivos, pilotos, aeromozas y mecánicos de Conviasa, que en su totalidad prefirieron permanecer en el anonimato, certifican que algo muy misterioso “además de verde y fosforecente” rodea a esos abyectos vuelos.

“Cuando apagamos las luces, la gente puede seguir leyendo gracias al resplandor radioactivo que surge por doquier dentro del avión” manifestó una aeromoza anónima, aferrada a un contador Geiger y a una botella de vodka.

Un piloto anónimo complementa esas declaraciones aseverando que “ni siquiera necesitamos recargar combustible: es como si esos aparatos volaran bajo el influjo de una inagotable fuerza atómica”.

Por último, la brillante profesional del periodismo cita una prueba irrefutable de lo afirmado en el artículo: un foro de internet para pilotos alcohólicos en rehabilitación, donde el usuario Bacardi_238 asegura que “tofdo lo que se divce sobre atrmamento nuclsear radiawctivo carfgado en ersos vbuelos es lapuyra vedrdad”.

Presidente Correa: "Unasur no reconocerá las elecciones en Honduras"

Aporrea.org
27/11/09

La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) no reconocerá las elecciones que se celebrarán el domingo en Honduras, organizadas por el régimen interino, afirmó el viernes en Bruselas el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien exhortó a la Unión Europea (UE) a tomar la misma decisión.

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"La decisión de Unasur está tomada: no vamos a reconocer las elecciones bajo el gobierno de facto" de Roberto Micheletti, que en cambio serán reconocidas por Estados Unidos, declaró Correa tras dar una conferencia sobre las relaciones entre América Latina y la UE en Bruselas.

"Espero que la Unión Europea" adopte la misma postura que Unasur, subrayó el dirigente ecuatoriano y presidente pro témpore de la alianza suramericana, que se encuentra de visita oficial en Bélgica.

"Ahora vamos a ver quién es quién, quién cree en la democracia y quién no", enfatizó el presidente.

Perú, miembro de Unasur, anunció sin embargo que sí reconocerá las elecciones previstas en Honduras para el 29 de noviembre.

La Unión Europea todavía no ha anunciado si reconocerá las elecciones del domingo, pese a no mantener contactos directos con el gobierno de facto.

"¿Cómo vamos a hablar de algo que todavía no ha ocurrido? No puedo especular sobre cuál será la reacción de la UE tras los comicios", declaró a la AFP Christiane Hohmann, portavoz de la comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner.

“No queremos una guerra que nos mate ni una paz que nos someta”

Sergio Ferrari
Rebelión
27/11/09

Mujeres colombianas de la Ruta Pacífica en jornada internacional

"La guerra es una vergüenza para Colombia. ¡Negociación política del conflicto, ya!”

La última semana de noviembre se realiza la Jornada Internacional por la eliminación de la violencia contra las mujeres. “La guerra es una vergüenza para Colombia... Las mujeres somos doblemente víctimas de la violencia generalizada”, enfatiza Alejandra Miller Restrepo iniciando esta entrevista. Dirigente de la Ruta Pacífica en la región del Cauca –suroccidente del país- Miller Restrepo es economista y politicóloga. Participa en Suiza junto con su colega campesina Melania Gurrute Sánchez de una campaña de información que se prolonga hasta el próximo 4 de diciembre. La misma es organizada por SUIPPCOL (Programa Suizo para la Promoción de la Paz y el reforzamiento de la sociedad civil en Colombia), e incluye actividades públicas en once ciudades; encuentros con parlamentarias, dirigentes políticos nacionales y funcionarios de las Naciones Unidas /Ginebra encargados de los derechos humanos.

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P : ¿Cuál es el motivo de vuestra presencia en Europa?

Alejandra Miller Restrepo: Establecer un puente simbólico entre la gran movilización que se realizará en Bogotá promovida por la Ruta Pacífica, y las acciones en Suiza y en Europa a favor de eliminar la violencia contra las mujeres.

En el caso de Colombia, serán miles de mujeres que se movilizarán a partir de este 25 de noviembre con una consigna muy clara: “¡Todas y todos a la mesa¨! ¡Negociación política del conflicto, ya!”

P: Algunas voces en Colombia insisten, sin embargo, en la resolución militar de dicho conflicto. ¿Cómo se explican dos visiones tan radicalmente diferentes?

R: Hay una realidad contundente. Llevamos ya 60 años de guerra - con algunos procesos de paz fallidos-. Todo esto producto de una falta de real de compromiso y voluntad política de las partes. La historia nos prueba que sin negociación ese conflicto no va a ser resuelto. A pesar de la promesa de este Gobierno de acabar con la guerrilla por la vía militar, ésta se ha fortalecido en los últimos tiempos en algunas regiones, particularmente en el sur. Lo que indica que la vía militar no logró su cometido de acabar con la guerra. Nosotros, las mujeres, Ruta Pacífica e importantes sectores del país estamos convencidos que la única opción es la negociación. Y evitar así que toda la nación, pero particularmente las mujeres, sigamos padeciendo los efectos dramáticos de la confrontación bélica. Que ha provocado 4 millones de desplazados y 70 mil muertos en los últimos 20 años.

P: ¿Cómo sintetizaría los ejes de trabajo de la Ruta Pacífica?

R: Los tres pilares de nuestra acción son: la formación política en el sentido más amplio, considerando que todo lo que el ser humano vive es político y considerando que las injusticias cotidianas que sufrimos las mujeres a causa del conflicto, y también a nivel doméstico, son también política. Formación política significa tomar conciencia de nuestra situación, entender la importancia de nuestro cuerpo como espacio más frágil de esa violencia, apropiarnos del mismo, defenderlo, protegerlo.

Resultado de eso, un segundo aspecto es la movilización contra la guerra y por nuestros derechos. El tercero, la incidencia para que todos, incluso el Estado y la comunidad internacional, den pasos para cambiar esta realidad.

P: La Ruta Pacífica tiene una relación muy estrecha con Suiza…

R: Suiza es para nosotras un país de enorme significación. Hace 10 años, SUIPPCOL, creyó en nuestra visión y en nuestra práctica. Y comenzó a brindarnos su solidaridad integral para que podamos avanzar en nuestro trabajo. Sentimos que ese apoyo es ejemplar. Una solidaridad sin límites y un respaldo político esencial para nuestra propuesta.

P: ¿Esa solidaridad ha tenido un impacto significativo en esta década?

R: Sin duda. Nos ha fortalecido. Sin olvidar un aspecto que es clave: el tema de la protección. El acompañamiento de la sociedad civil internacional reduce el costo político que pudieran hacernos pagar los actores del conflicto. Especialmente a las mujeres que estamos promoviendo este proceso de liderazgo en nuestro país.

Insisto: respaldo político; acompañamiento y protección; y esperamos, una presión creciente hacia el Gobierno colombiano. Para que reconozca la existencia de una guerra. Y, en segundo lugar, para que acepte sentarse a negociar con los actores armados, como única salida posible para este conflicto.

P: ¿Su mensaje a la comunidad internacional?

R: Algo fundamental: incidir ante el Gobierno colombiano para un cambio de rumbo. Presión internacional para hacer avanzar la negociación política en nuestro país. Y continuar la solidaridad y el acompañamiento de nosotras, de nuestras organizaciones de base, para que podamos seguir dando la pelea por nuestros derechos y a favor de una paz digna. No queremos una guerra que nos mate ni una paz que nos someta.

Sergio Ferrari. Colaboración E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria

www.rutapacifica.org.co

www.suippcol.ch

Contra el reclutamiento forzado

Melania Gurrute Sánchez es una c ampesina del Departamento del Cauca. Su testimonio es desgarrador. “Un día llegó un grupo de armados a mi casa en el pueblo rural donde vivíamos. Y se llevaron por la fuerza a mi hija que tenía entonces 15 años. Seguí las pistas del grupo llevando conmigo a mis otros dos hijos pequeños. Caminamos varias jornadas por veredas perdidas. Hasta que dimos con el campamento donde tenían a mi hija. No me querían dejar verla. Me amenazaron. Insistí que si no la recuperaba de ahí no me movía. Que si querían me mataran pero no me iba. Al final el comandante del grupo aceptó entregármela. Había sido violada. Lo que ella vivió no se lo puede sacar de la cabeza. Muchas veces está muy mal. Una vivencia terrible para todos nosotros” (SFi)

La Ruta Pacífica

La Ruta Pacífica de Mujeres se define como un movimiento feminista y pacifista.

Su accionar político, cultural y social está dirigido a fortalecer la visión feminista del pacifismo, la no-violencia y las resistencias civiles.

Promueve la inclusión de las propuestas políticas y sociales de las mujeres colombianas en el debate nacional.

Para la Ruta, el feminismo es una postura ético política, pacifista, anti guerrerista, no-violenta, a través de la cual se impulsan transformaciones en lo público y lo privado que contribuyen a la construcción de la paz y la justicia social en Colombia.
Coparte de larga data de SUIPPCOL, programa a favor de la paz en Colombia, sostenido por el Gobierno suizo e integrado por diez ONG helvéticas activamente presentes en ese país sudamericano.

Rebelión ha publicado este artículo con autorización del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Euskal Herria - La fórmula Saint Jean

Atilio A. Boron
Rebelión
27/11/09

En la tenebrosa Argentina de la dictadura pensar era un crimen y, por lo tanto, a priori todos éramos sospechosos. Nadie sintetizó mejor esta visión criminal y paranoica del mundo que el General Ibérico Saint Jean cuando en Mayo de 1977 dijo que “primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después … a sus simpatizantes, enseguida … a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos.” Esta sombría reflexión acude inmediatamente a nuestra conciencia al leer las noticias que dan cuenta de la razzia practicada por más de 650 agentes de la Policía Española y la Guardia Civil y que culminó con la detención y traslado a Madrid de 34 jóvenes del País Vasco acusados de “terroristas.”

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Resulta que en España, tan exaltada como ejemplo de una exitosa transición desde el franquismo a la democracia, aquel apelativo puede ser aplicado a cualquier persona que en Euskadi se atreva a pensar que sería bueno lograr una solución negociada al conflicto político que desde hace décadas agita al País Vasco, o que se manifieste a favor de una amnistía o, simplemente, que tenga la osadía de exigir se ponga fin a las torturas que se aplican rutinariamente -pese a las numerosas denuncias de organismos internacionales- a quien tenga la desgracia de caer en manos de las fuerzas represivas del estado español. La irracional intransigencia de Madrid queda muy bien sintetizada en las palabras dirigidas hace poco por el Ministro del Interior a los independentistas vascos: "Aun en el caso de que la izquierda abertzale dijese que condena la violencia y solicitara su legalización «la respuesta va a ser radicalmente no».” Este mismo personaje anteriormente había planteado a los independentistas la opción: "o votos, o bombas," y cuando estos dijeron “votos” -y presentaron la candidatura Iniciativa Internacionalista al Parlamento Europeo- este santo varón, demócrata hasta el tuétano, les aplicó el garrote vil de la Ley de Partidos y los condenó a una permanente ilegalidad. Cerrados todos los caminos legales para quienes no piensan como Madrid quiere que se piense no hace falta ser un sabio para inferir que las vías extra-legales se nutrirán con el creciente apoyo de los muchos que en Euskal Herría no están dispuestos a renunciar al derecho a la autodeterminación de los pueblos, una conquista histórica que el estado español se niega tercamente a reconocer ya que ni siquiera autoriza una especie de “cuarta urna”, como la imaginó Zelaya en Honduras, para que el pueblo, soberano inapelable de cualquier democracia digna de ese nombre, diga si quiere o no ser consultado al respecto.

La doctrina del terrorismo omnipresente tan cara a los militares argentinos fue aplicada en esta oportunidad contra una organización juvenil, Segi. Lo tragicómico de todo esto lo retrata una vez más el diario El País (otro mito periodístico, de prestigio tan manufacturado como inmerecido) cuando informó a sus lectores que mediante el “vandalismo terrorista Segi buscaba aumentar la presión sobre las llamadas ‘luchas prioritarias’: la construcción del ‘estado vasco’ y el combate contra el tren de alta velocidad, el modelo educativo de Euskadi y la especulación inmobiliaria.” Como puede apreciar el lector, estos jóvenes prisioneros tenían una agenda no sólo revolucionaria sino también terrorista: oponerse al tren bala que destruiría el medio ambiente y dividiría regiones enteras del país es un acto innegablemente vandálico y terrorista, lo mismo que discutir el modelo educativo, cosa que se está haciendo por doquier en Europa, y combatir la especulación inmobiliaria, causante de gravísimos problemas en España y el País Vasco. En su gran mayoría Segi esta formada por jóvenes universitarios independentistas, activamente vinculados a diversas asociaciones que efectúan tareas comunitarias. Como si fuera un insulto la información oficial dejó saber que algunos de estos vándalos “ocuparon cargos de representación estudiantil en la Universidad.” Según las explicaciones brindadas por el Ministerio del Interior los detenidos lo habrían sido por “ejercer presuntamente funciones de responsabilidad en Segi”. Es decir, se presume la comisión de un delito, y eso basta para encarcelar a los sospechosos en una redada efectuada, como en la Argentina de aquellos años de plomo, a altas horas de la madrugada y a cargo de personal encapuchado. Basta con relacionar a los inculpados con cualquier persona u organización que en el pasado haya actuado en la legalidad defendiendo el proyecto independentista para ser considerado un terrorista. Basta con compartir el proyecto estratégico de la independencia y el socialismo -aún cuando se condene los métodos violentos para lograrlo y se opte por las tácticas del Mahatma Gandhi-para que todo el peso de la “justicia” caiga sobre los acusados. Pensar o soñar son delitos imperdonables. Mediante esta monstruosidad jurídica se pena a la persona, no a sus actos. El corolario de esta retrógrada concepción es una justicia que no reconoce el habeas corpus, traba la acción de los abogados defensores, impide la presencia de un médico de confianza, establece cinco días de incomunicación sin notificar a los familiares el paradero del detenido, legaliza la tortura y el maltrato, y somete a juicio a los inculpados fuera de la jurisdicción ordinaria, en un tribunal de excepción heredado de la época franquista.

Las violaciones a los derechos humanos que Madrid perpetra a diario en Euskadi son irremediablemente incompatibles con la democracia. Pruebas: uno, el juez de la Audiencia Nacional que lleva la causa, Fernando Grande-Marlaska, rechazó la petición de los abogados defensores para que se aplique a los detenidos el “Protocolo Garzón”, que requiere que sean asistidos por un médico de confianza, que el periodo de detención sea grabado y que los familiares sean informados en todo momento sobre el paradero y estado de los arrestados. Por algo lo habrá rechazado. Dos: sorprende comprobar que en ciertos aspectos el gobierno español hace lo que ni la dictadura argentina se atrevió a hacer. Por ejemplo: prohibir la exhibición pública de fotografías de las víctimas de la represión que hacían los familiares, amigos y los movimientos de solidaridad, una manera sutil por la cual se quería hacer “desaparecer” personas, menos criminal que la que conocimos en la Argentina pero también violatoria de los derechos humanos. Por eso en muchos bares, de esos que proliferan en toda Euskal Herria, las fotos de los independentistas detenidos en las cárceles españolas fueron reemplazadas por sus siluetas faciales.

Al criminalizar la disidencia política y la aspiración independentista el estado español vuelve a hundirse en sus peores tradiciones, sintetizadas en el nefasto maridaje entre la cruz y la espada. Tradiciones que durante tres siglos padecieron los pueblos de Nuestra América después de la conquista y que, en la Argentina, reapareciera en el discurso y la práctica de la dictadura militar: matar a los subversivos, a sus colaboradores, a sus simpatizantes, a los indiferentes, y a los tímidos. Una escalada infernal de muerte y destrucción que sumió a este país en un baño de sangre pero que, a la larga, fue derrotada por la capacidad de resistencia y de lucha de las víctimas. A Madrid le convendría estudiar lo ocurrido en la Argentina, y tomar nota de dos grandes lecciones que deja nuestra historia: primero, que la represión tiene costos crecientes y decreciente eficacia disuasiva, y que por lo tanto no sirve para resolver ningún problema social o político como los que suscita la cuestión vasca; segundo, que si no detiene antes de que sea demasiado tarde la aplicación de la “fórmula Saint Jean” para enfrentar las aspiraciones independentistas de los vascos el futuro de los diversos pueblos y naciones que dificultosa y conflictivamente conviven en el estado español podría asumir las características de una tragedia de inéditas proporciones.

www.atilioboron.com

Carta abierta de un residente palestino de Gaza al presidente de los Estados Unidos de América, señor Barak Hussein Obama

Haidar Eid
zmag.org
Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
27/11/09

Haidar Eid, profesor de inglés y comentarista político, residente en la ciudad de Gaza, se pregunta si el presidente de Estados Unidos recuerda algo de su conversación de hace muchos años con el intelectual palestino fallecido Edward Said.

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Estimado presidente,

Usted probablemente no leerá esta carta debido a su ocupada agenda y al enorme número de mensajes que recibe de presidentes, reyes, príncipes, jeques y primeros ministros. ¿Quién es, después de todo, un académico palestino de Gaza, para tener la osadía de escribirle una carta abierta al presidente de los Estados Unidos de América? La razón de esta carta es una fotografía de su Excelencia sentado con el fallecido intelectual palestino Edward Said. Esto, por supuesto, sucedió antes de 2004, es decir, antes de que usted empezase a experimentar una metamorfosis que yo, personalmente, pienso que no tiene precedentes en la historia. Verle con Edward Said, debo decirlo, me ha sorprendido. Said, un auténtico intelectual, debió de decirle algo sobre el sufrimiento del pueblo palestino. En la fotografía, usted y su esposa parecen escucharle atentamente y con admiración. Pero el asunto es: ¿realmente comprendió usted su elocuente y apasionada defensa de los derechos de los habitantes nativos de Palestina? A juzgar por sus cambios políticos recientes, lo dudo mucho. Es precisamente la incongruencia entre la fotografía y estos cambios políticos la que me ha impulsado a escribir esta carta.

Señor presidente:

El mundo entero celebró su elección como primer presidente afroestadounidense de EE.UU. Yo no. Y tampoco los habitantes del campo de concentración donde vivo. Su simpática visita a Sderot, una ciudad israelí que fue la aldea palestina de Hooj hasta 1948, cuando su población sufrió la limpieza étnica, tres años después de su primera visita a un kibbutz en el norte de Israel para apoyar a sus habitantes, y después su empeño en el compromiso con la seguridad del Estado de Israel y su "derecho" a mantener unificada la ciudad de Jerusalén como capital del pueblo judío -por dar unos cuantos ejemplos- fueron todos claros indicios de dónde está su corazón.

Otra razón para escribir esta carta es la pasmosa arrogancia e indiferencia con la que la secretaria de Estado Hilary Clinton despreció las inquietudes palestinas sobre las colonias israelíes, exclusivamente para judíos, en Cisjordania. Solamente unas semanas antes, usted hizo la admirable declaración de que TODA la colonización judía tenía que detenerse, y aclaró que esto incluía la expansión de las colonias existentes así como la construcción de nuevas. Sin embargo, cuando Netanyahu declaró que no tenía ninguna intención de parar la colonización, usted perdió una oportunidad histórica de trazar una línea: no más billones y no más armas para Israel si no cumple esta condición. Ahora la secretaria de Estado Clinton tiene la tarea hercúlea de convencernos de que su posición sobre las colonias judías no ha cambiado, aunque está claro que usted ha elegido no utilizar la auténtica fuerza que posee para parar los pies a los políticos israelíes.

Unos seis meses después de su elección, usted dio un discurso en El Cairo, dirigido al mundo árabe e islámico, que algunos hallaron impresionante. Yo lo encontré impresionante en la forma, pero no en el fondo porque sus acciones no se corresponden con su retórica. ¿Por qué no creí en el nuevo lenguaje de la nueva administración estadounidense? Porque mientras usted daba su discurso nosotros enterrábamos a mi vecino, un enfermo terminal que necesitaba tratamiento en un hospital extranjero y por culpa del asedio impuesto por su propia administración e Israel a la Franja de Gaza, las instalaciones que habrían salvado su vida no existen en Gaza. Como más de 400 personas, enfermos terminales de Gaza, mi vecino perdió la vida. A pesar de las escogidas palabras árabes de paz, "salaam maleikum," usted dejó claro como el cristal que el punto de referencia en cualquier negociación en el conflicto israelí-palestino es la seguridad de Israel. Y al hacerlo, señor presidente, usted está marginando eficazmente toda la cuestión palestina y, desgracidamente, poniendo el escenario para renovados ataques israelíes contra una Gaza muerta de hambre, una entidad que, gracias a sus "inquebrantables" lazos con Israel, se ha transformado en el campo de concentración más grande sobre la tierra.

Su falta de apoyo al informe Goldstone, su indiferencia, por no decir su contribución, al sufrimiento palestino y al proceso de "politicidio" contra la población palestina de Gaza es, por decirlo suavemente, insondable, viniendo de un hombre que escuchó tan seriamente a Edward Said. Sus consejeros deben de haberle contado la carencia de medicinas, alimentos y combustible en el campo de concentración donde vivo. Los pacientes que necesitan diálisis y otros tratamientos médicos urgentes están muriendo cada día. La mayoría de nuestros niños, muchos de la misma edad que sus dos hermosa hijas, están desnutridos. Usted debe de haber examinado ligeramente el resumen del informe Goldstone que detalla el horror infligido a 1,5 millones de civiles durante 22 días por aviones F16, helicópteros Apache y bombas de fósforo fabricadas en Estados Unidos. Cientos de niños sufrieron quemaduras hasta la muerte por las bombas de fósforo; mujeres embarazadas fueron brutalmente tiroteadas, de lo que soldados israelíes se jactaron poniendo en sus camisetas: "1 bala, 2 muertos". Y todavía, ¡ni una sola palabra de condolencia, señor presidente!

Edward Said, en su primera visita a Gaza, tuvo que decir: "Es el lugar más terorífico en el que he estado nunca... es un lugar horriblemente triste a causa de la desesperación y la miseria en las que viven las personas. No estaba preparado para campos de refugiados, que son mucho peor que cualquier cosa de las que vi en Sudáfrica". Esto era en 1993, señor presidente, antes de que las condiciones empeorasen de forma dramática. Gaza ha llegado a ser ahora, como la describe la principal organización israelí de derechos humanos B'tselem, "la prisión más grande sobre la tierra."

Señor Obama,

A diferencia de su predecesor, usted parece un hombre sabio. Tiene que haberse dado cuenta de que una solución de dos Estados se ha vuelto imposible por la colonización israelí de Cisjordania, por la guerra contra Gaza, por la construcción del muro de segregación racial, por la expansión del llamado Gran Jerusalén y por el aumento del número de colonos judíos en Cisjordania. Usted también tiene que haberse dado cuenta de que hay 6 millones de refugiados, la mayoría de ellos viviendo en condiciones miserables, que esperan que líderes ilustrados valientes y comprometidos con la auténtica democracia, los derechos humanos y el derecho internacional, pongan en práctica la resolución 194 de la ONU. Pero usted y su secretaria de Estado, como todos los presidentes de Estados Unidos desde 1967, han decidido apoyar a Israel para que cree las condiciones que hagan imposible, poco práctica e injusta la solución de los dos Estados.

¿Acaso defendió usted el sistema de bantustanes en Sudáfrica bajo el régimen del apartheid? ¿Es contrario a la igualdad de derechos y a la transformación de Israel/Palestina en un Estado para todos sus ciudadanos? La solución de los dos Estados significa la "bantustanización" de Palestina, una solución que usted, a nuestro entender, nunca apoyó para Sudáfrica. ¿Es usted, señor presidente, contrario a la democracia cívica, que es lo que demanda la mayoría de la sociedad civil palestina y las organizaciones sociales? ¿Es esto por lo que sus personajes ejemplares, Martín Luther King y Steve Biko, murieron? ¿Se equivocó Nelson Mandela al pasar 27 años de su vida persiguiendo la justicia y exigiendo la igualdad para la población indígena de Sudáfrica? ¿Se da cuenta de que lo que está apoyando en Oriente Próximo es una solución racista por excelencia? ¿Una solución basada en el "nacionalismo étnico"? Su secretaria de Estado y el enviado a Oriente Próximo, posaron sin ninguna verguënza y grandes sonrisas junto a Avigdor Lieberman, quien, no solamente defiende abiertamente la limpieza étnica de los palestinos, sino que ¡también exige un nuevo genocidio en Gaza! ¿Se da cuenta, señor presidente, de que ese fascista hitleriano podría llegar a ser el próximo primer ministro de Israel, gracias a la complacencia y el apoyo de su administración?

Nuestra única petición inmediata es que su administración se asegure de que Israel cumpla sus obligaciones según el derecho internacional. ¿Es pedir demasiado?

Señor presidente Barak Hussein Obama:

Nosotros, el pueblo palestino, ¡estamos hartos!

Atentamente,

Profesor Haidar Eid

Gaza, Palestina

Brasil de Fato, un ejemplo de convivencia entre medio de comunicación y movimientos sociales

Pascual Serrano
Rebelión
27/11/09

En Brasil se encuentra una experiencia de periódico semanal de ámbito nacional que merece que le prestemos atención. Se trata del diario Brasil de Fato, editado y de propiedad de los movimientos sociales. Entre ellos, organizaciones como Vía Campesina, Consulta Popular, pastorales sociales vinculadas a la iglesia católica progresista, sindicatos, partidos de izquierda, colectivos feministas, organizaciones estudiantiles... Estas y otras organizaciones son invitadas a componer el consejo editorial, que convoca reuniones mensuales con personalidades del mundo político e intelectual donde se señalan críticas y se establecen pautas para el periódico. También existe un consejo político, con figuras públicas de prestigio nacional, que da apoyo a línea política del periódico.

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Brasil de Fato comenzó a funcionar en enero de 2003 con una tirada de cien mil ejemplares pero con un considerable gasto debido al coste de contar con grandes firmas del periodismo nacional. En 2006 sufrieron una crisis que supuso una redistribución del suelo y, según afirman, desembocó en que se quedaran los profesionales más jóvenes y comprometidos. Hoy la tirada es de cincuenta mil ejemplares y cuentan con diez mil suscriptores. Su distribución en quioscos se circunscribe a las grandes ciudades. Por otro lado, se trata de una publicación con gran rotación lo que aumenta su índice de lectura, puesto que una gran cantidad de ejemplares son distribuidos por las organizaciones que integran el consejo. La tirada puede variar a petición de alguna organización que considera que en ese número se aborda alguna temática de especial interés para ellos. Brasil de Fato es ante todo una herramienta de las organizaciones sociales, por ejemplo un reportaje sobre una favela concreta provocará que se distribuyan un mayor número de ejemplares en ese suburbio.

Aunque son muchos más los representantes convocados a su reunión editorial el primer sábado de cada mes, unas treinta personas de los colectivos asesorados por varios analistas invitados establecen las directrices en cada una de esas reuniones que duran en torno a cinco horas.

La reunión, tras un análisis sobre la coyuntura nacional e internacional, establece las temáticas generales para todo el mes, que pueden ser en torno a cuarenta o sesenta temas. Posteriormente, el colectivo de periodistas los estudia e intenta agruparlos para dar cobertura a todos con autonomía para seleccionarlos y darles diferentes niveles de prioridad.

Las relaciones entre el consejo editorial no están exentas de polémicas, por ejemplo hubo discrepancias en la cobertura de informaciones como la muerte de Michael Jackson, los miembros del consejo consideraron que se le dio una importancia excesiva.

El equipo lo integran un editor jefe (director), tres editores y un equipo de seis reporteros en Sao Paulo más corresponsales en Río de Janeiro, Curitiba, Porto Alegre, Asunción y La Paz. Disponen también de colaboradores en otros puntos del globo. Todos los de Brasil están presentes en la reunión mensual del consejo. Existe además un consejo editorial local en Río de Janeiro integrado por los movimientos sociales de esa ciudad.

En la actualidad, el proyecto se encuentra saneado económicamente mediante los ingresos por venta de ejemplares, donaciones de los movimientos sociales y publicidad. No existe acontecimiento político o movilización brasileña donde no se encuentre, además del periodista de Brasil de Fato, un stand de venta del diario. Si bien debido a la crisis económica los movimientos sociales han debido incrementar sus donaciones. No aceptan publicidad privada, sólo la que procede habitualmente del gobierno federal a través de instituciones como el Banco Federal o mediante al inserción de anuncios que informan de proyectos sociales estatales.

Todos sus contenidos son de libre reproducción y disponen de dos ediciones diferentes, la de papel y la web (http://www.brasildefato.com.br/) que tiene función de agencia de prensa. No todo lo que se incluye en papel se encuentra en la web y viceversa. La web suele incluir cada día unos tres o cuatro textos de información o reportajes y tres artículos de opinión. Las cifras de acceso a la página de internet se estiman en diez mil lectores diarios a la portada.

La independencia de los colectivos con respecto a las relaciones con el gobierno Lula han desencadenado confrontaciones de Brasil de Fato con el gobierno en muchas ocasiones. Por ejemplo en asuntos como la cuestión indígena, la reforma agraria o la situación medioambiental. En las últimas elecciones presidenciales (2006), el periódico no se pronunció electoralmente en la primera vuelta al existir varios candidatos de izquierda. Ya en la segunda ante dos candidaturas enfrentadas, la de Lula y la de Geraldo Alkimin, más a la derecha, pidieron el apoyo a Lula, no sin conflicto en el seno del consejo. Se da la circunstancia que Brasil de Fato ha entrevistado a varios jefes de Estado como a Evo Morales, Rafael Correa o Manuel Zelaya, pero nunca a Lula. En el caso de Zelaya han sido el único medio brasileño que entrevistó en exclusiva al derrocado presidente hondureño, fue en dos ocasiones.

El debate sobre el equilibro adecuado entre militancia y periodismo es una constante. Aunque en su primera época era, digamos, más panfletero, ha ido evolucionando hacia una mayor profesionalización sin perder la línea editorial, su diseño es una buena prueba de ello. Un detalle es que solo cuentan con un columnista de opinión, más fruto de su prestigio y honorabilidad que de la intención de dar prioridad a la opinión. Se trata de Hamilton Octávio de Souza, profesor de la PUC (Pontificia Universidad Católica).

Igualmente cuentan con un editorial en cada número, elaborado por los miembros del directorio de movimientos sociales. Sin embargo, los editores procuran limitar una presencia excesiva de los líderes de estos movimientos sociales en reportajes.

Los periodistas afirman que cuentan con más autonomía que los profesionales de otros medios privados brasileños, como por ejemplo O Globo. Señalan que de dedicarse a trabajar en medios comerciales podrían cobrar mucho más, el doble quizás, pero que se encuentran a gusto en Brasil de Fato donde se sienten vinculados por principios y militancia más que por un sueldo y un contrato laboral: “Tu te identificas con algo que te libera, no existen ningún tema prohibido en Brasil de Fato”, afirman. En alguna ocasión ha habido diferencia de criterios entre el equipo de periodistas, en ese caso el conflicto se lleva al consejo editorial. Sucedió, por ejemplo, con un debate política ante la salida de la ministra de Medioambiente del gobierno Lula, Marina Silva, la discusión se generó entre la oportunidad de entrevistarla o no. En cualquier caso, una clave del éxito y de la convivencia es la búsqueda constante de consensos entre periodistas y consejo editorial.

Brasil de Fato dispone de acuerdos con otros medios escritos progresistas del panorama mundial como La Jornada (México), Página 12 (Argentina) y las agencias Alai, Prensa Latina o IPS. No están suscritos a agencias comerciales, sólo para el uso de fotografías.

Www.pascualserrano.net

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.