Estructura del lenguaje y estructura social

Plosone/NeoFronteras
01/02/10

La estructura de las lenguas estaría determinada parcialmente por la estructura social de los individuos que las hablan.

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Psicólogos de la Universidad de Pennsylvania y de la Universidad de Memphis han publicado un estudio sobre evolución lingüística que desafía la hipótesis tradicional de por qué las lenguas difieren unas de otras a lo largo del mundo.
El estudio propone que los idiomas humanos pueden adaptarse como organismos biológicos al medio social más de lo que se creía y que las lenguas más populares y corrientes tienen construcciones más simples para así facilitar su supervivencia.
Según el pensamiento tradicional las lenguas se desarrollan debido a cambios al azar a lo largo de la deriva histórica. Así por ejemplo, el inglés y el turco son lenguas muy diferentes porque se basan en historias que las han separado mucho tanto en el espacio como en el tiempo. Durante años ésta ha sido la asunción ortodoxa de los lingüistas.

En el nuevo estudio publicado PLoS se ofrece una nueva hipótesis que desafía la explicación de la deriva. Gary Lupyan y Rick Dale realizaron un estudio estadístico a gran escala en el que analizaron más de 2000 lenguas diferentes de todas las partes del mundo. El objetivo era comprobar si el ambiente se correlacionaba con ciertas propiedades lingüísticas.

Los investigadores encontraron relaciones entre las propiedades demográficas de las lenguas, tales como la dispersión global, y la complejidad gramatical de esos idiomas.

Las lenguas que tenían más hablantes, y por tanto que estaban más difundidas por el mundo, tenían las gramáticas más sencillas (especialmente su morfología) que las lenguas que eran habladas por unas pocas personas circunscritas a una pequeña región. Por ejemplo, las lenguas habladas por más de 100.000 personas eran, como mínimo, seis veces más probables de tener conjugaciones simples en sus verbos que las lenguas habladas por menos de 100.000 personas.

Las poblaciones más grandes tienden a tener pronombres más simples y un número fijo y pequeño de casos y géneros. Además no emplean prefijos o sufijos complejos en sus gramáticas. Una consecuencia es que las lenguas con una larga historia de adultos que la aprenden han terminado siendo más sencillas de aprender con el tiempo. A pesar de que un indeterminado número de investigadores habían predicho la relación entre relaciones sociales y estructura lingüística, esta es la primera vez que se efectúa un estudio estadístico a gran escala para comprobarlo.

El resultado traza una conexión entre la evolución del lenguaje humano y los organismos biológicos. Así como organismos muy distantes pueden convergen hacia estrategias evolutivas similares en nichos específicos, las lenguas pueden adaptarse al ambiente social en donde son usadas y aprendidas.

Según Lupyan, el idioma inglés puede parecer difícil a la hora de deletrear o debido a sus excepciones a las reglas, pero sus verbos son muy fáciles de conjugar y sus nombres adquieren el plural con una simple “s” en la mayoría de los casos. En comparación, las lenguas del oeste africano tienen docenas de maneras de construir el plural, y en otras (turco, aimara, ainu…) el verbo “saber” incluye información acerca del origen del conocimiento del hablante. Esta información se expresa frecuentemente usando reglas complejas, que en los idiomas más extendidos del globo, como el mandarín, no se dan.

Lupyan y Dale denominan a este efecto social sobre los patrones gramaticales “hipótesis de nicho lingüístico”. Las lenguas evolucionan dentro de nichos socio-demográficos particulares. Aunque todas las lenguas se aprenden de pequeño, la introducción de aprendices adultos en determinadas lenguas (por ejemplo a través de la emigración) significa que los aspectos de la lengua más difíciles de aprender por los adultos son menos proclives a ser transmitidos a la siguiente generación. El resultado es que las lenguas habladas por más gente sobre regiones geográficas grandes han terminado por ser morfológicamente más simples a lo largo de muchas generaciones.

Un misterio sin resolver es por qué las lenguas con pocos hablantes son tan complejas de partida. Una posibilidad, explorada por los investigadores, es que las características tales como el género o los sistemas de conjugación compleja, aunque dificultan a los adultos aprender la lengua, pueden facilitar el aprendizaje de la misma en la infancia gracias a que proporcionan una red de información redundante que puede indicar al niño el significado de las palabras y cómo encadenarlas a las demás.

Los resultados y la teoría de estos investigadores no intentan explicar por qué una lengua específica tiene la gramática que tiene. Incluso, como los hallazgos son estadísticos, se pueden encontrar muchas excepciones a la teoría. Sin embargo, proporciona un análisis amplio de cómo los factores sociales influyen sobre la estructura de las lenguas, y muestra que la relación entre lengua y cultura no es para nada arbitraria.

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