Un logro histórico para los multimillonarios estadounidenses

Sam Pizzigati
Too Much / Sin Permiso
Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Maria Garriga
18/05/10

Un momento de silencio, por favor, para Dan Duncan. El Viejo Duncan, de 77 años, residente en Houston, murió a finales de marzo. Dejó esposa, cuatro hijos mayores, cuatro nietos -y una fortuna de 9.000 millones de dólares.

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En los Estados Unidos del 2010, las escuelas, los estudiantes y los profesores comparten penas. Los herederos de nuestros mega-ricos, en cambio, no tienen que compartir nada.

Un momento de silencio, por favor, para Dan Duncan. El Viejo Duncan, de 77 años, residente en Houston, murió a finales de marzo. Dejó esposa, cuatro hijos mayores, cuatro nietos -y una fortuna de 9.000 millones de dólares-

Duncan también ha legado otra distinción. Es el primer multimillonario estadounidense que ha dejado a sus herederos una fortuna libre de impuestos.

El primer multimillonario de todos los tiempos -John D. Rockefeller– pasó al más allá en 1937. Por entonces estaba ya en vigor, desde hacia 21 años, un impuesto federal sobre la herencia. Los herederos de John D. tuvieron que hacer frente a un impuesto del 70% sobre el conjunto de su herencia.

Los herederos de Dan Duncan soportan un impuesto del 0% sobre la herencia. Su hijo y sus cuatro hijas se han convertido en multimillonarios instantáneamente.

Si Duncan hubiera muerto el año pasado en vez de éste, sus herederos habrían tenido que compartir sus nuevos miles de millones, tanto como cuatro mil de ellos, con el resto de los Estados Unidos. Pero este año, por primera vez desde 1916, ningún impuesto sobre la herencia figura en el código impositivo.

¿Cuanto costará al Tesoro federal la ausencia, este año, de un impuesto sobre la herencia? No podemos decirlo con certeza. Nadie conoce, evidentemente, cuantos multimillonarios pueden palmarla entre ahora y el 31 de Diciembre. Sabemos que en 2008, el ultimo año con cifras disponibles, el gobierno federal recaudó 25.700 millones en concepto de impuestos sobre la herencia.

Casualmente esta suma sería suficiente para financiar totalmente los 23.000 millones con que el republicano George Miller de California y el Senador Tom Harkin de Iowa quieren dotar al Congreso, lo más pronto possible, para evitar la peor crisis nacional de despidos de profesores desde la Gran Depresión.

Dos tercios de los distritos escolares de la nación, según una encuesta de una nueva Asociación Estadounidense de Administradores de Escuelas, han despedido ya a educadores. En el próximo año escolar, sin la ayuda de un presupuesto adicional, el 90% supone que deberá suprimir puestos de trabajo

Esta ayuda, en este momento, parece una posibilidad remota. La legislación de estímulo de la Administración Obama en 2009 salvó decenas de miles de puestos de trabajo para los profesores. Pero los dólares de estimulo asignados a la educación están acabándose y los halcones del déficit, en el Congreso, dicen que la nación no puede permitirse una nueva asignación.

¿Cómo una nación civilizada puede permitirse otorgar a los herederos de los súper-ricos miles de millones de dólares libres de impuestos y no puede permitirse que los profesores permanezcan en sus puestos?

Podemos retrotraer nuestra actual estupidez presupuestaria al año 2001, el año en que la Casa Blanca empujó al Congreso a rechazar el impuesto federal sobre la herencia. Pero, bajo las normas del Senado, la Casa Blanca no tenía los votos necesarios para un costoso rechazo permanente.

En consecuencia los funcionarios de la Casa Blanca manipularon la contabilidad presupuestaria para camuflar el verdadero coste del rechazo del impuesto sobre la herencia. Maniobraron para hacer pasar por el Congreso una legislación que rebajaba los tipos del impuesto sobre la herencia a lo largo del resto de la década y lo rechazaba solamente en 2010. Según la legislación de 2001, el impuesto sobre la herencia debería reaparecer en 2011.

Evidentemente, los estrategas de la Casa Blanca no esperaban que esta reaparición ocurriera. Se imaginaron que un futuro Congreso prolongaría el rechazo más allá de 2010.

Pero, como señala Paul Caron de la University of Cincinnati Law School’s, este movimiento tan “asombrosamente cínico” habría sido inteligente a medias. En 2007 Bush había perdido su mayoría en el Congreso y cualquier oportunidad posible de hacer permanente el rechazo en 2010.

Mientras tanto los partidarios del impuesto sobre la herencia asumieron que el Congreso elegido en 2008 legislaría prescindiendo del rechazo por un año del impuesto sobre la herencia fijado para 2010. Pero esto tampoco sucedió. En 2009 los legisladores llegaron a un punto muerto.

Los amigos de los financieramente afortunados en el Congreso, un grupo bipartidista, querían que cualquier nuevo impuesto sobre la herencia se fijara a un tipo que, en el peor de los casos, incomodara únicamente a los súper-ricos. Los legisladores menos amigos de los afortunados querían mucho más: tipos impositivos sobre la herencia lo suficientemente elevados como para impedir las grandes concentraciones de riqueza privada, un objetivo clave de los reformadores que hace un siglo lucharon para la implantación original del impuesto sobre la herencia.

En medio de este impasse, el año pasado terminó sin ninguna acción legislativa respecto al impuesto sobre la herencia, con lo que el rechazo total al mismo para 2010 entró en vigor el 1 de enero, tal como estaba estipulado en la legislación de recorte de impuestos de 2001.

Luego la sabiduría convencional de Capitol Hill cambió. Según los observadores, los legisladores actuarían de forma expeditiva en 2010 para hacer pasar algún tipo de impuesto sobre la herencia y hacer que fuera retroactivo para todo el año.

Pero parece que nadie en el Congreso, señala el editor jurídico del periódico comercial, Scott Martin, esperaba que un multimillonario del calibre de Dan Duncan iba a morirse sin un impuesto sobre la herencia presupuestado. La muerte de Duncan lo ha cambiado todo.

“Grandes herencias”, explica el editor Martin, “significan grandes abogados dispuestos a dar la batalla para conseguir que estos miles de millones de dólares vayan a los herederos del difunto”

Estos abogados probablemente lucharán en los tribunales, hasta la última hora facturable, para que el impuesto sobre la herencia no sea retroactivo para todo el año 2010. Y mientras vaya transcurriendo el año 2010 sin que se introduzca un impuesto sobre la herencia, más probabilidades hay que los tribunales les den la razón.

Mientras tanto, ninguno de los obituarios para Dan Duncan aparecidos desde su muerte se refieren a su estatus de primer multimillonario estadounidense libre del impuesto sobre la herencia. Por el contrario, los obituarios se han explayado en la filantropía de Duncan. En sus últimos cinco años donó más de 250 millones a hospitales y otras instituciones.

Pero Duncan, según las varas de medir la capacidad de donar, es sólo un filántropo de segunda categoría. La primera categoría va a filántropos como Judith Anderson, una maestra de la Escuela de Enseñanza Primaria de Almeda, en el Estado de Huston.

La semana pasada, con ocasión del Día Nacional del Maestro, un periódico local de Houston resaltaba la larga historia filantrópica de Anderson. Durante los 20 años de su carrera escolar gastó millones de dólares, todos ellos sin reembolso, en sus estudiantes

En un solo proyecto, establecer una liga escolar de fútbol americano, Anderson se gastó 2.000 dólares -del salario de un maestro- En comparación, el imperio de conductores de energía de Duncan genera actualmente 600 millones anuales de cash flow anual. Al lado de esto, 50 millones en contribuciones caritativas anuales con derecho a deducción fiscal no pueden compararse con el sacrificio que profesores como Judith Anderson hacen año tras año.

¿El premio a estos sacrificios? Recortes presupuestarios que dañan a profesores indefensos y sobrecargan las aulas, recortes presupuestarios que podrían evitarse si los ricos pagaran su debida parte de la carga fiscal.

Dan Duncan, señaló un amigo íntimo después de su muerte, “realmente quería ayudar a todo el mundo”. Si los herederos de Duncan realmente quieren ayudar a todo el mundo, que vayan a Capitol Hill y pidan el inmediato restablecimiento de un impuesto federal significativo sobre la herencia.

Lo más probable es que sus multimillonarios herederos no hagan tal cosa. La carga recae en el resto de nosotros.

(*)Sam Pizzigatti edita Too Much, la revista electrónica semanal sobre los excesos y la desigualdad.

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