Ovinos muertos por la nieve

La Nación
17/08/10

Las nevadas en la Patagonia afectan el ganado y ponen de manifiesto la necesidad de una política rural regional

La espesa capa de nieve caída recientemente en el sudoeste de la provincia de Chubut cubrió un área cercana a un millón de hectáreas y sepultó a una importante cantidad de lanares, que los productores, experimentados en este tipo de situaciones, dan por perdidos. Sólo cuando salga el sol y se derrita la nieve podrán cuantificar la mortandad.

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En las provincias de Santa Cruz y Río Negro la nieve ha sido escasa, pero los campos se presentan yermos, sin pastos como consecuencia de una importante y larga sequía. Se trata así de un golpe más a la mermada producción lanar patagónica, que, como se recordará, sufrió las consecuencias de la erupción del volcán Hudson, en agosto de 1991, que cubrió con mantos de cenizas extensas áreas de esas provincias.

Se aceleró con estos episodios la declinación del inventario ovino, que al ingresar el siglo XX contaba en todo el país con 60 millones de cabezas. En la década del 40 había disminuido a 40 millones, para caer a 13 millones en 2002. Hoy se estima una existencia del orden de los 10 millones de cabezas, localizadas en la Patagonia, sudoeste de Buenos Aires y Corrientes.

Lo que fue una fuente de riqueza y ocupación territorial, de empleo y de exportación de carnes y lanas, hoy desfallece con pocas esperanzas de resurrección.

En Buenos Aires y Corrientes las tierras otrora destinadas a los ovinos han sido ocupadas por otras actividades rurales, no así en la Patagonia, una región inhóspita, principalmente en el centro del territorio, de naturaleza desértica y azotada por la erosión eólica.

Lo expresado no significa una declinación de esa gran región que representa una tercera parte del territorio nacional. Por el contrario, la explotación del petróleo y el gas, el pujante turismo nacional e internacional, la pesca en el litoral y la minería en los Andes hacen a la pujanza de la región, mientras que las fuentes hidroeléctricas y las ricas zonas de regadío del río Negro y en menor medida del Colorado y otros cursos menores han dado lugar a actividades frutihortícolas de alto impacto.

Sin perjuicio de ello, deberá prestarse particular atención a la producción ganadera, preferentemente lanar, suprimiendo de cuajo los impuestos a las exportaciones de sus productos, pues constituyen una exigencia impiadosa para quienes viven y producen en una región de intensos fríos y vientos que tornan difícil la vida de sus sacrificados pobladores, quienes a menudo abandonan sus propiedades para recalar en las ciudades.

El tendido de redes de provisión eléctrica, la infraestructura caminera, las escuelas y los centros de salud, las comunicaciones y el crédito para el desarrollo productivo representan insumos indispensables para afrontar esas difíciles circunstancias.

Las espesas nevadas de estos días y sus consecuencias deberían generar la necesidad de una renovada política rural. Repoblar los campos de la Patagonia se torna un imperativo político, económico y social.

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