Buffet, Gates, Rockefeller y la conciencia de los muy, muy ricos

Carl Ginsburg
Revista Sin Permiso
Traducción para Sin Permiso por Lucas Antón
07/08/10

De entre las nociones farsantes que hoy dominan va en la delantera la de la unidad: lo que vivimos hoy es difícilmente una receta para la unidad

De todas las ideas ridículas que se han oído en esta época de farsas de alto copete, presentar a Norteamérica como un lugar "en bancarrota" en lo alto de la lista, mientras se almacenan billones frente a una reducción general a escala nacional y el aumento concomitante de la miseria. Y aquí estamos, con el público de la nación cautivo de la farsa aparentemente de todos los días del presidente: "Estamos todos juntos en esto".

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Son muchos los casos de acaparamiento, pero el actual ejemplo destaca por su perdurable calidad, mientras el Congreso mete la mano a fondo en los bolsillos de las empresas, con ocasionales incursiones en legislación de absoluta variedad progresiva. Los beneficios han aumentado en un 41 % desde que fue elegido Obama; pero la mitad de los trabajadores norteamericanos han tenido que sobrellevar la pérdida de su empleo o un recorte en horas o salario en los treinta meses pasados, lo que no es precisamente una receta para la unidad.

Más de la farsa: esa irresponsabilidad está en la raíz de la pobreza, fiel tema del teatro político americano, con el último recordatorio del Secretario del Tesoro Geithner en un artículo de opinión en el New York Times este mes, felicitando a los norteamericanos por "ahorrar más" y "pedir préstamos con mayor responsabilidad". Estas instrucciones del máximo jefe de filas económico se impartieron en un momento de continuado estancamiento de los salarios, elevadas tasas de ejecuciones hipotecarias y nuevas formas de bufonadas financieras.

Y ahora entran en escena por la izquierda los Grandes Donantes, llegan en forma de multimillonarios norteamericanos que se proponen deshacerse de la mitad de sus fortunas. Cuidado con el caballo regalado por desconocidos.

El compromiso de los millonarios – una retahíla de nobleza obliga – lo formularon nada menos que dos de los principales megamultimillonarios del planeta, Warren Buffett y Bill Gates. Estos dos ricachones norteamericanos andan implorando a sus colegas profetas del beneficio que encaren el sufrimiento mundial destinando una cantidad no inferior al 50% de su fortuna personal a la caridad. Se discutió primeramente en una cena en mayo de 2009, cuyos detalles comienzan a conocerse ahora gracias a Carol J. Loomis, que habla de ellos en el número de la revista Fortune del 16 de junio.

De acuerdo con Loomis, Buffett y Gates, que comparten su compromiso con instituciones caritativas y el Partido Demócrata, convocaron a un grupo de multimillonarios a cenar en Nueva York. David Rockefeller – cuyo abuelo acaparó el mercado de queroseno, y luego el de gasolina – hizo de anfitrión e invitó a este club de chicos multimillonarios a compartir su llamamiento. Se celebraron otras dos cenas, ampliando el grupo invitado a arriesgarse a unas treinta personas. Entre los campos a los que se extiende tan caritativa preocupación compartida por los riquísimos de Norteamérica, afirma Loomis, se encuentra " la educación, la cultura, los hospitales y la salud, el medio ambiente, las políticas públicas y los pobres en general". En general.

Faltan detalles, porque a los multimillonarios participantes se les prometió privacidad, siendo la privacidad un compromiso constitucional con la inmensa opulencia. Un detalle de los que se conocieron fue el nombre que Buffett le adjudicó a su expediente sobre esta nueva iniciativa: "Grandes donantes".

Daría la impresión de que la capacidad de donar queda enormemente embarrancada a la puerta de las fábricas. Los miles de millones de Buffett, por ejemplo, incluyen participaciones en Wal-Mart, empresa que acaba de obtener una victoria en Chicago, donde tras años de resistencia de las fuerzas sociales, se acaba de dar luz verde a la construcción de su primera megatienda. Tal como están los tiempos, con la "recuperación de los desempleados" llevada a nuevas alturas y millones de personas buscando trabajo, Wal-Mart ofrece un salario de 8,75 dólares la hora para sellar el acuerdo. La cantidad que Wal-Mart se avino por último a pagar está 50 centavos por encima del salario mínimo de Illinois; con todo, estando por debajo de los 20.000 dólares brutos, nadie defendería que constituye un salario que alcance para poder vivir. Tales son los elementos de la Gran Donación.

Los beneficios de Buffett no están ligados exclusivamente a los bajos salarios en los EE.UU.; sus ganancias provenientes de Wal-Mart son resultado de pagar los salarios más bajos del sector de la confección mundial, de acuerdo con abogados laboralistas. Wal-Mart ha empezado a desplazar algunas de sus fábricas de confección fuera de China, donde los trabajadores del sector han llegado a ganar la espléndida suma de 147 dólares al mes, llevándoselas a Bangladesh, donde el sueldo mensual alcanza un total de 64 dólares, el más bajo de ese género. En este mundo de farsas, estos salarios van ligados a la baja cifra de alfabetización de Bangladesh: un 55 %. Si los trabajadores tuvieran formación, dirían estos maestrillos de la farándula, los sueldos serán más altos.

No es justo, sin embargo, vincular los miles de millones de Buffett a la gente sin estudios de Bangladesh.

Este Gran Donante también adquirió una participación en Goldman Sachs y sus dineros de universidad de élite, cumpliendo su parte en el rescate del sistema financiero al transferir 5.000 millones de dólares al dorado banco de inversiones de Norteamérica (a cambio de un retorno de un 10% anual). Sí, se trata del mismo Goldman que el mes pasado reconoció "un error" en la venta de bonos hipotecarios de las subprime destinados a hundirse; el mismo Goldman que apartó 9.300 millones en la primera mitad de este año para salarios e incentivos; y sí, el mismo Goldman que orquestó la especulación con la cosecha mundial de trigo con desastrosos resultados, de acuerdo con el reportaje de portada del número de este pasado mes de julio de Harper's, "The Food Bubble" ["La burbuja alimentaria"]. Sin duda, la debida diligencia de Buffett descubrió lo siguiente al evaluar la inversión de Goldman:

"La historia de la alimentación tomó un giro siniestro en 1991, en un momento en que nadie prestaba mucha atención. Ese año Goldman Sachs decidió que el pan nuestro de cada día podría suponer una excelente inversión (…) [Con] su acostumbrado ciudado y precisión, los analistas de Goldman se dedicaron a transformar los alimentos en concepto. Seleccionaron ocho productos primarios mercantilizables y elaboraron un elixir financiero que incluía ganado, café, cacao, maíz, porcino y una o dos variedades de trigo….Sopesaron el valor de la inversión de cada elemento…que pudiera expresarse como manifestación única, para que a partir de entonces se conociera como Índice de Materias Primas de Goldman Sachs [Goldman Sachs Commodity Index]….

"Desde la inovación de Goldman, miles de millones de nuevos dólares han aplastado el suministro y la demanda reales de trigo…."

"En 2008, por vez primera desde que se conservan dichas estadísticas, la proporción de la población mundial que no tenía suficiente para alimentarse ha remontado. Las filas de los hambrientos se habían incrementado en un solo año, el aumento más abismal de toda la historia humana". [págs. 27-28.]

Resulta clarificador lo que el Gran Donante Buffett entiende por los pobres en general.

La inversión de Buffett en Goldman sigue siendo sólida, pues el SEC [organismo regulador del sector financiero norteamericano] multó a Goldman por su "error" con una cantidad que equivalía a poco más que dinero de bolsillo: 550 millones de dólares. De acuerdo con Charles Geisst, profesor de finanzas, fue "como pasar la bandeja de la colecta en la iglesia y recoger unos cuantos pavos más por los pecados". Geisst lo resumió de este modo: "Es poco probable que cambie mucho. Creo que el negocio seguirá ya como de costumbre". Más dinero para que pueda de modo ingente donarlo Buffet.

El compañero Donante de Grandes Presentes de Warren Buffett, Bill Gates, también ha diversificado sus participaciones. Pero sus decenas de miles de millones proceden principalmente de la empresa que ayudó a fundar y que ha dirigido durante décadas, Microsoft, cuyos beneficios siguen siendo muy sólidos. "Microsoft todavía es el centro neurálgico de las ganancias", aullaba el titular del diario USA Today el 23 de julio de 2010. En sus años incipientes, los beneficios del "software" de Gates reportaban según las informaciones un 70 % anual. De otro modo, al fin y al cabo, no se consiguen más de 50.000 millones de dólares facturando costes más un 5%.

Los actuales retornos de este vástago de la clase responsable eran, según se informó, de un 48 %, cuando Windows 7, la última hornada de "software" de Microsoft, encabezaba el paquete de productos de la empresa. "Muestra desde luego que las franquicias de Office y Windows son tan fuertes como de costumbre y rinden enormes ingresos", declaró en fechas recientes el analista Brendan Barnicle al Wall Street Journal. Desde luego, las ventas anuales han batidos nuevas marcas año tras año, triplicándose hasta 62.500 millones de dólares en el año fiscal de 2010. Los ingresos netos del Microsoft de Gates pasaron de 49.000 millones anuales hace una década a 24.100 millones este año.

Otra forma de calcular los miles de millones de Gates consiste en echar un vistazo a las multitudes de estudiantes que se han quedado fuera del mercado de ordenadores por el precio – gracias en parte al software tan caro del Gran Donante s– haciendo cola a diario en las bibliotecas de los colegios universitarios para poder disfrutar de libre acceso a los ordenadores, donde cada máquina es una expresión del compromiso creativo de Gates con beneficios del orden del 40% o más, un presente que Gates se regaló a si mismo y que sigue dando. Tal como declaró Gates a Fortune: "La diversidad de las donaciones norteamericanas forma parte de su belleza".

(*)Carl Ginsburg es periodista y trabaja en Nueva York.

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